EL Bilbao Exhibition Centre se convirtió ayer en la capital mundial de la gimnasia rítmica. Otro año más, el Euskalgym consiguió formar un cartel de lujo y las mejores gimnastas del momento brillaron sobre el tapiz del recinto vizcaino. Fue un día mágico para la gimnasia rítmica en Bizkaia y el BEC se quedó pequeño ante la respuesta masiva del público. Medallas mundiales y europeas encadenaron una exhibición tras otra y las más de ocho mil personas que acudieron a presenciar el espectáculo no pararon de levantarse de sus asientos para reconocer el mérito de las gimnastas. El Euskalgym fue toda una fiesta. Sin jueces y sin un aspecto competitivo. Las gimnastas se pudieron expresar en su máximo esplendor y arriesgar más de lo habitual.

El error quedó minimizado y el acierto fue premiado constantemente. Fue todo un espectáculo para el público asistente, pero también las propias protagonistas disfrutaron del ambiente. La presión competitiva quedó olvidada y la exigencia de las competiciones internacionales en un segundo plano. Lo importante era disfrutar sobre el tapiz y formar una simbiosis con los espectadores para que la fiesta estuviera bajo los focos y fuera de ellos. Este efecto es una de las características principales del Euskalgym. Una fórmula que funcionó en todas sus anteriores ediciones y que a la decimotercera ocasión tampoco defraudó. El agradecimiento de las gimnastas fue evidente tras cada actuación y las muestras de complicidad de las deportistas con el público fueron la tónica habitual.

El acto fue un reconocimiento a la élite mundial de la gimnasia. Una gala en la que lo mejor del panorama actual se ganó un merecido aplauso por sus actuaciones. Pero el Euskalgym tiene memoria y también quiso acordarse de cinco figuras que hicieron que la gimnasia rítmica ganara peso en Euskadi. Las olímpicas vascas Estibaliz Martínez, Lorena Gutiérrez, Igone Arribas, Tania Lamarca y Beatriz Nogales salieron al tapiz en un homenaje preparado por la organización. Las cinco gimnastas recibieron un aplauso atronador. Entre esos espectadores que reconocieron la labor de las participantes en Juegos Olímpicos hubo muchas jóvenes gimnastas de la gran cantera vasca que sueñan con algún día poder imitar a las que hoy en día son sus ídolos y llegar a las mejores competiciones internacionales.

Las dos gimnastas más esperadas por el público fueron las gemelas rusas Dina y Arina Averina. Primero salieron de forma individual y realizaron dos ejercicios cada una, utilizando los cuatro aparatos principales de la gimnasia rítmica. Las dos hermanas no se guardaron nada y dieron un recital que hizo ver al público la razón por la que están llamadas a dominar la gimnasia en estos años. Aunque donde de verdad demostraron su habilidad fue cuando salieron juntas al tapiz. La campeona del mundo y la campeona de Europa se complementaron a la perfección. Parecieron dos cuerpos movidos por una sola mente, en una coordinación perfecta y anticipándose constantemente a los movimientos de la otra.

Otro de los momentos estelares de la gala fue cuando hizo acto de presencia la selección búlgara, campeona del mundo con el aparato del aro. El conjunto formado por Elena Bineva, Simona Diankova, Stefani Kiriakova, Madlen Radukanova y Laura Traets repitieron el mismo ejercicio que les dio el oro mundialista y lo hicieron, una vez más, rozando la perfección. En la actuación apenas hubo errores y las enormes dificultades planteadas parecieron cosa sencilla gracias a la habilidad de estas cinco búlgaras.

Aunque el mayor aplauso no fue ni para las búlgaras ni para las máximas figuras rusas. Fue para otra gimnasta proveniente de Rusia que se ganó el cariño del público desde su primera actuación. Aleksandra Soldatova fue la encargada de abrir esta gala del Euskalgym y su buen ejercicio, unido a las muestras de cariño que dedicó al público constantemente, le hicieron ganarse una merecida ovación. A partir de ahí, cada vez que salió al tapiz el Bilbao Exhibition Centre se vino abajo y la propia Soldatova acabó emocionada ante el enorme cariño recibido. Además, se ganó el honor de ser la última gimnasta en despedirse.

La encargada de poner la mejor de las guindas posibles al Euskalgym fue Almudena Cid. Con todas las participantes sentadas alrededor del tapiz, la gasteiztarra encabezó una coreografía llena de emotividad en la que repasó la historia de la gimnasia y ensalzó los valores del deporte con una actuación que combinó los ejercicios tradicionales de la gimnasia rítmica con otras artes escénicas para realizar una despedida perfecta de una gala que reunió a lo mejor de la gimnasia mundial.