De inmigrante ilegal a héroe
Akwasi Frimpong cumple a la tercera su sueño olímpico con la bandera de Ghana
DE aquella minúscula habitación de cuatro metros cuadrados en Kumasi que compartía con su abuela, su hermano y otros ocho niños a la pista de skeleton de Pyeongchang, Akwasi Frimpong ha tenido que superar muchos obstáculos hasta alcanzar al tercer intento su sueño olímpico. El primer deportista que representa a Ghana en unos Juegos de Invierno llegó con ocho años a Holanda, pero fue durante mucho tiempo, como toda su familia, un inmigrante ilegal. Sus virtudes para el atletismo le hicieron destacar y ganó en 2003, con 17 años, el titulo junior de 200 metros. Pero no podía salir del país para competir por miedo a no poder regresar. La Academia Johan Cruyff de Amsterdam acogió a Frimpong, que estudió marketing y comunicación con unas excelentes calificaciones que le llevaron a ser el mejor estudiante del año en 2004. No pudo viajar a Barcelona a recoger el premio y el propio mito azulgrana viajó a la capital holandesa para entregárselo en persona.
El joven ghanés siguió mejorando su nivel deportivo y mereció una beca deportiva de la Universidad de Utah Valley. No fue hasta 2008 cuando logró la ciudadanía holandesa. Entonces, el objetivo de ser olímpico pareció al alcance, pero una grave lesión en el tendón de Aquiles le dejó sin competir en los Juegos de Londres. El atletismo se había acabado para Akwasi Frimpong, pero los técnicos holandeses de bobsleigh le mostraron un nuevo deporte, una nueva oportunidad. Sin embargo, no logró entrar en el equipo holandés para los Juegos de Sochi de 2014.
Frimpong no se rindió, su mujer le instó a seguir persiguiendo su sueño y en Pyeongchang lo ha alcanzado en el skeleton y bajo la bandera de su país de nacimiento. “La primera vez que lo probé sentí mucho miedo. Tu barbilla va a un palmo del hielo y no tienes frenos. Pero cuando acabé la bajada sentí el deseo de volver a empezar. Me encantó lo que sentí”, explica Frimpong, que como otros atletas en estos Juegos representa a federaciones muy precarias o, directamente, inexistentes. Para financiarse la preparación y el viaje a Corea, tuvo que poner en venta su coche y vender aspiradoras puerta a puerta: “Ningún patrocinador creyó en mí, todos decían que no lo iba a conseguir. Pero el primer paso hacia el éxito es creer en ti mismo”. En su palmarés, tiene ya ocho oros, cuatro platas y cuatro bronce en competiciones, aunque hasta el pasado 15 de enero no logró asegurar su billete olímpico con 32 años.
un conejo Tras las dos primeras series de clasificación, el ghanés era último. Hoy se conocerá el podio y su deseo de ser el primer medallista africano en unos Juegos de Invierno queda aún lejos. “Pensaba que iba a necesitar de cuatro a seis años para adaptarme al skeleton y, realmente, mis planes apuntaban a 2002. Todo ha llegado muy pronto”, apunta un deportista que en su casco luce la imagen de un conejo escapando de las fauces de un león. “Mi primer entrenador me dijo que yo era como un conejo enjaulado. Así me siento: soy el conejo y el león son todas las cosas malas de mi pasado. Tengo que escapar, no quiero ser devorado por todo lo que me ha sucedido”, explica Akwasi Frimpong, que partió hacia Europa en busca de una vida mejor y ahora es un héroe olímpico en Ghana.