L A Rochelle siempre será un lugar especial para Ibon Larrinaga (Romo, 1991). Allí fue donde ganó el cinturón Mediterráneo de la WBC y donde empezó a virar su carrera en el pugilato profesional. La victoria no solamente le dio un título del supergallo, sino que le hizo crecer. Georges Leroy le eligió porque no tenía demasiados K. O. en su cuenta particular. Pura Vida le ganó sin paliativos, fuera de casa. Un subidón. Un escalón. Un crecimiento constante. Tras aquello, Txutxi del Valle, entrenador y uno de los responsables de la promotora MGZ, le prometió que si ganaba, iba a defender el cetro en Bilbao. Lo hará el viernes en el frontón Bizkaia ante Aritz El Chulito Pardal, un valenciano de ascendencia arrasatearra valiente y bocón. “El escenario me motiva mucho. Cuando oigo el ruido siento que he nacido para esto”, revela el vizcaino. Es otro recinto con regusto dulce para él. Hay ganas de tormenta. “Me encuentro muy bien”, destaca el púgil de Eskuinaldea. Se fajó en octubre con el peligroso pegador Reynaldo Cajina, ganó y mantuvo la preparación. “Aquellas semanas no fueron las mejores porque me tocó salir a Ucrania para hacer de sparring con Oleg Yefimovich. Me sirve de experiencia. Desde entonces, no he parado”, analiza Larrinaga. En su nómina de ensayos destacan Juli Giner -que se encuentra preparando el Europeo-, Ander Amatriain, Haritz López de Lacalle o Diego Valtierra -estos dos últimos también competirán en la velada del viernes-. “Al día siguiente de pelear contra Cajina salí a correr. Con Giner tuve ocho asaltos de tú a tú. Es un superpluma y está dos pesos por encima. En Mampo hemos hecho una preparación fuerte, a muchos asaltos. Estoy listo de piernas y clavo mejor las manos. Todos los sparrings me han dicho que notan más los golpes”, confiesa.
De cualquier modo, la filosofía de Larrinaga pasa por una senda continua, con destino al Olimpo. Es el camino. El crecimiento constante. “El boxeo es una continua evolución. Estoy entrenando con gente más grande y están notando mis golpes. Al salir de las sesiones, sin yo preguntar, valoraron que se notaban más las manos. Después de cada entrenamiento con otros boxeadores estoy saliendo más fortalecido”, agrega el de Eskuinaldea. Con Julio, de hecho, le dijeron que tenía “mucho ritmo, contestaba y tenía iniciativa”. Loas al trabajo diario. Ibon es un currante del cuadrilátero. “Mi filosofía es la del partido a partido. No me pongo metas. Voy evolucionando. Voy dando pasos hacia arriba. Es lo importante”, argumenta el de Romo, de piernas de huracán.
En cuanto a su adversario, recita Larrinaga que “si Abigail Medina, campeón de Europa, es el número 1 del ranking” y él mismo está en el segundo puesto, “Pardal está en el tercer lugar”. “Tiene ocho de diez peleas ganadas por K. O. Es un boxeador serio, fuerte. Va a ser pelea bonita porque él viene a darlo todo”, manifiesta el vizcaino. “Es peligroso. Contra Cajina, un pegador, me llevé algún sustito, me pusieron a prueba y lo saqué adelante. He recibido manos buenas en los entrenamientos y no me he sentido mal. He trabajado bien el tren superior y el cuello en los últimos meses”, advierte. Ibon, piernas de maratoniano, ha incidido en la potencia. “Antes, quizás me notaba más débil en eso. Ahora, si recibo, contesto. Era la diferencia que veíamos en los vídeos de Las Vegas”, afirma. Un escalón más en la pirámide.
Los planes de Larrinaga La complicada pelea contra Reynaldo Cajina descubrió nuevas cosas a Pura Vida. “Me enseñó que sé encajar y que siempre hay que tener un plan Z. Tuve un plan A y un plan B y se me cayeron. Saqué de positivo que encajo y que hay que tener más ideas de las pensadas”, concreta el púgil de Eskuinaldea, quien agrega que “cada pelea tiene que llevar una hoja de ruta oficial, pero también hay que tener otras. Estoy preparado para trabajar a distintas alturas, ángulos, distancias... Un profesional se es desde la preparación física a la técnica y la estratégica”. Ibon volverá a echar mano ante Aritz Pardal de su “mente fría y corazón caliente”. “No te puedes calentar en el momento equivocado, porque te lleva a dejar un hueco y cometer un grave error”, analiza el boxeador, quien siempre cuenta que “en el Mampo, otras cosas no habrá, pero corazón nos sobra”. Entrañas de tormenta.