Eli Pinedo: “Me he ido en lo más alto, no hay mejor manera”
Tras anunciar su retirada del balonmano profesional, Eli Pinedo reconoce sentirse con “mucha energía para afrontar una nueva etapa” ligada al mundo de la moda
bilbao - El pasado 16 de agosto, Eli Pinedo (Amurrio, 1981) jugó su último encuentro como jugadora profesional de balonmano. Fue con la selección estatal y sufrió ante Francia una amarga derrota que la dejó fuera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Sus últimos Juegos, porque el 9 de septiembre la alavesa se puso delante de los micrófonos y dijo adiós al deporte que le ha acompañado toda la vida. El mundo del parqué y la pega entró en shock. Entrevistas, despedidas y homenajes coparon la agenda de Pinedo. Demasiado ajetreo incluso para la guerrera más mediática. Sin embargo, han pasado ya veinte días desde su retirada y, ahora, más calmada, la ex del Bera Bera ya pone toda su atención en su nuevo proyecto: la creación una empresa textil, junto a su compañera de pista Bea Fernández, llamada London 717.
Ahora que han pasado varios días, ¿sigue abrumada por la repercusión que tuvo tu retirada?
-Llevo tres días más tranquila porque entre homenajes, actos y entrevistas... no he parado. Pero si pienso en los miles de mensajes que me llegaron me emociono mucho porque no esperaba tanta repercusión y tanto cariño por parte de todo el mundo.
¿Entonces ha tenido tiempo de darse cuenta de que ya no es jugadora de balonmano?
-La verdad es que tampoco lo he pensado. Es algo que tenía muy meditado porque cuando tomas una decisión así, la tomas firmemente. Me apetecía dejarlo en un momento en el que me sentía con mucha energía para empezar una etapa nueva. Me sentía físicamente bien y con la ilusión de empezar una nuevos proyectos.
¿A quién le comentó primero su decisión de dejarlo?
-A mis padres y a mis hermanas, a los de casa. Se sorprendieron porque me vieron muy bien el año pasado y el deportista tiende a apurar el estado físico, pero yo tenía claro que quería disfrutar al máximo hasta el final, sin encontrarme mal. Es otra forma de retirarse.
En su despedida comentó que su mente dijo basta. ¿Es difícil aceptar que su cabeza quiere parar cuando su cuerpo está en plena forma?
-Sé que generalmente es al revés. Sé que los deportistas se retiran cuando el cuerpo se cansa y, sinceramente, siempre pensé que sería mi cuerpo el que me diría hasta aquí, pero no ha sido así y no me arrepiento. De hecho, que haya sido al revés me permite tener más energía para afrontar los nuevos retos.
Por eso fue un poco sorpresa que se retirara tras ganar el triplete con el Bera Bera.
-Tenía claro que no quería terminar mal físicamente. Quería terminar sintiéndome bien, sintiéndome feliz y satisfecha. Me voy en lo más alto, compitiendo al máximo nivel y no hay mejor manera. No me apetecía arrastrarme en las pistas ni tener lesiones, que me han respetado siempre. Así que decidí marcharme compitiendo al máximo nivel en los Juegos.
Habla de los Juegos... ¿Un mejor resultado en Río le hubiera hecho recapacitar?
-No, qué va. Terminar con una medalla de oro era lo que más deseaba, aunque finalmente no pudo ser así. Pero la decisión ya estaba tomada, solo que la bloqueé en mi cabeza para poder disfrutar de los Juegos con mis compañeras y competir a tope. Pero qué va.
Lo cierto es que ya tiene una medalla olímpica. Los Juegos de Londres le dieron un bronce. ¿Es su mayor logro a nivel deportivo?
-A nivel deportivo sí es mi mayor logro. Al fin y al cabo, en el balonmano una medalla olímpica es lo máximo a lo que puedes aspirar.
¿Entonces el partido ante Francia, aquel que eliminó a ‘las guerreras’ de Río, es el peor recuerdo que le va a quedar del balonmano?
-No. Ese partido no es el peor recuerdo; de hecho, ni siquiera es malo. Es cierto que me costó darle la vuelta a la mala sensación que me dejó, sobre todo porque enseguida me vino el pensamiento de que ese había sido mi último partido. Pero hay tan buenos momentos compartidos detrás de ese partido, que ganan de calle a los malos. Entonces, no me quedo con ningún mal recuerdo en el balonmano.
Desperdiciar una ventaja de siete goles al descanso no fue una buena despedida de las pistas, ¿no?
-Se me quedó un cuerpo raro, en shock, como a mis compañeras. Nos costó mucho asimilarlo, pero espinitas clavadas no tengo ninguna porque yo lo he dado todo. Le he puesto siempre corazón, trabajo y ganas a todo lo que hecho. Lo he dado todo. Más no he podido hacer. Y cuando uno hace lo que ama y lo hace con pasión, solo puede sentirse bien por haber podido compartirlo con toda la gente que me he cruzado en el camino. Gente que me llevo para toda la vida.
¿Cree que será más recordada por la promoción que ha hecho del balonmano femenino que por sus títulos?
-No lo sé. Pero si he conseguido que el balonmano femenino se conozca un poco más, tiene el mismo mérito que un título. De hecho, yo lo siento mejor que una medalla.
Aún así, se marcha con seis Ligas, cuatro Copas, cinco Supercopas y una Copa EHF. No está mal.
-Tampoco me gusta que se me recuerde por mi palmarés porque, vale que es gratificante ver que los objetivos se cumplen, pero me quedo con momentos y con personas. Prefiero haber ayudado a que el balonmano femenino se conozca más y lo seguiré haciendo fuera de las pistas.