EL Dakar, probablemente la prueba más exigente del mundo del motor, comienza hoy en Buenos Aires. Atrás quedan las interminables horas en el desierto, siempre con los mismos paisajes y un calor extremo, donde la supervivencia y la resistencia eran el espíritu de la prueba. Ahora hay que correr, correr mucho para estar a la altura en las sinuosas pistas. Eso sí, las arenas y las dunas castigarán a los participantes y lo harán con la ayuda de El Niño. Este fenómeno climatológico provocó que Perú tuviera que borrarse del Dakar y hará que las temperaturas suban hasta los 40 grados durante la segunda parte de la competición. Unas nuevas condiciones, en las que conducir muy rápido parece una condición indispensable para estar a la altura, han animado a muchos World Rally Car a sumarse a la lista de inscritos, entre los que destaca la figura de Sébastien Loeb, ganador en nueve ocasiones consecutivas del Campeonato del Mundo de Rallyes y considerado por muchos el mejor piloto de la historia de la especialidad.
Este año los participantes deberán dar gas desde el mismo prólogo de hoy, que se disputa entre Buenos Aires y Rosario. A partir de ahí, el recorrido transcurrirá por pistas similares a las de las competiciones de rallyes, sin mucha arena y por caminos estrechos y resbaladizos. A la vez que avance la carrera, los pilotos verán como la altitud va subiendo hasta llegar a los 4.600 metros en la entrada a Bolivia, el punto más alto de la historia del Dakar. En ese país, los corredores que hayan sobrevivido a las primeras pruebas argentinas -se espera que la criba esté en la tercera o en la cuarta etapa- deberán medirse con la lluvia y el siempre peligroso Salar de Uyuni. Para terminar, el frío y las malas condiciones climatológicas darán paso al calor extremo y a las dunas. Ahí, con los físicos y las máquinas pidiendo clemencia, solo los más fuertes serán capaces de llegar el día 16 de enero a Rosario.
Muchos favoritos Mini volverá a ser el favorito un año más, aunque el ganador de la pasada edición, Nasser Al-Attiyah, haya decidido ir por libre. Eso dará más libertad a Nani Roma y Orlando Terranova, pilotos oficiales de la marca, que no tendrán por qué respetar el dorsal 300 del qatarí. Por su parte, Peugeot, tras el fiasco del año pasado, sigue con las mismas líneas de trabajo, pero parece que este año el coche cuenta con más fiabilidad. La marca francesa volverá a tener un equipo de ilustres compuesto por Loeb, Carlos Sainz, Stephane Peterhansel y Cyril Despres. Tampoco habrá que olvidar a los Toyota, que con su nuevo motor de gasolina esperan volver a plantar batalla y dar más de un susto.
En motos, la batalla se presenta mucho más abierta tras el adiós de Marc Coma. Sin un favorito claro, Joan Barreda y su Honda esperan que este sea su año, pero para eso deberán vencer a las grandes dominadoras de la especialidad, las KTM, que con Toby Price, Jordi Viladoms y Matthias Walkner no quieren que su reinado se acabe.
Pero el Dakar es mucho más que motos y coches. Los siempre peligrosos quads y los robustos camiones también tienen su dosis de protagonismo. Entre los vehículos más grandes, los Kamaz han sido los grandes dominadores desde que la prueba se trasladará a tierras suramericanas, ganando en seis de las siete ocasiones, y con el equipo ruso compuesto por Airat Mardeev, Aydar Belyaev y Dmitriy Svistunov quieren mantener su trono. Aun así, este año las cosas se presentan más complicadas para ellos debido a la potente inversión realizada por Renault e Iveco, que ya les arrebató la victoria recientemente en el Rally de Marruecos.
Mientras, en quads, el regreso de los hermanos Patronelli es la principal novedad y una buena noticia para la afición argentina, que espera ver a uno de los suyos en lo más alto del podio. Sus principales rivales serán el ganador de la edición de 2014, Ignacio Casale, la joven promesa Jeremías González y el qatarí Abu Issa.