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Del ring a la muerte

El repentino fallecimiento de 'El Último Guerrero' por causas desconocidas a los 54 años de edad sitúa el foco sobre el 'wrestling', una disciplina que aúna lucha libre y espectáculo en la que se acumula una siniestra y extensa lista de exluchadores que han muerto a edades tempranas tras su práctica

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EL corazón, un día, golpe a golpe, llega a su fin". El último guerrero (The ultimate warrior)se desplomó. Fulminado. Tenía 54 años. James Hellwig (Indiana, 16 de junio de 1959; Arizona, 8 de abril de 2014), exluchador profesional, mito del wrestling, una modalidad que mezcla lucha libre, acrobacias y espectáculo, dejó de respirar ante su mujer. Las palabras de su discurso de hace un par de fines de semana en Arizona, cuando celebró su incursión en el salón de la fama de la WWE (World Wrestling Entertaiment), suenan ahora premonitorias. En aquel discurso, pintada la cara sobre el ring como en su época de luchador, también dejó dicho: "Los pulmones suspiran por última vez. Y si lo que el hombre hizo en su vida hace que el pulso de los demás se paralice, entonces su esencia y su espíritu serán inmortalizados por los contadores de historias, por la lealtad, por la memoria de los que le honran". Si no fue una despedida, lo parecía. Una más. Otra. Demasiadas.

La vida tras el ring y las cabriolas, después de los shows y la exigencia física extrema, es un campo repleto de lápidas de luchadores que perdieron el combate de la vida a edades tempranas. El Último Guerrero es el más reciente a sumarse a la siniestra lista. Gente que vivió deprisa, murió joven y dejó un cadáver hipermusculado. En las últimas dos décadas el número de wrestlers fallecidos -se contabilizan más de 70 exluchadores muertos- resulta estremecedora por extensa, por la juventud de los finados y por las causas que envuelven esos desenlaces repentinos, muchos de ellos cosidos a accidentes cardiovasculares. Aunque aún no se conoce el motivo exacto por el que El Último Guerrero, un icono de los 90, dejó de respirar su nombre se apila junto al de las muertes repentinas de luchadores como El Poli Loco, Mr. Perfect, Earthquake, British Bulldog, Umaga, Owen Hart o André El Gigante, representantestodos ellos de una industria que mueve millones de dólaresy que cava numerosas tumbas.

Los ataques al corazón y las muertes asociadas a distintas adicciones asoman con fuerza entre estos atletas del espectáculo cuando se apagan las luces, enmudece la megafonía y se desmonta el escenario. "Hacer lo que hacen no es fácil. La exigencia física a la que tienen que hacer frente es tremenda. Aunque no hablamos de un deporte propiamente dicho, es indudable que son atletas de elite que asumen riesgos", expone un médico deportivo. Ágiles, forzudos, explosivos sobre el cuadrilátero... la preparación física de los wrestlers es durísima. Además de las interminables horas de gimnasio, la presencia de esteroides, testosterona, calmantes contra el dolor y otro tipos de sustancias que mejoren el rendimiento está presente en sus taquillas si bien el código antidopaje de la WWE es estricto. Se realizan controles y existen sanciones. Sin embargo, el uso de las sustancias prohibidas es asumido. "Poseen unos físicos imposibles de conseguir de forma natural, luego llegan los efectos", señala el experto.

Ya en la Grecia clásica, recuerda el médico, a los luchadores se "les daba carne para comer para que fueran más fuertes y más violentos en los combates". En los tiempos modernos, los luchadores ingieren más que carne. El uso masivo de anabolizantes y de otra clase de estimulantes para el engorde muscular "predisponen a sufrir enfermedades cardiovasculares, como el infarto agudo de miocardio y la trombosis cerebral. El corazón es un músculo que se ve sometido a los efectos de los anabolizantes", determina el galeno, que también advierte de que "existen mayores posibilidades de sufrir cáncer de hígado" debido al consumo de estas sustancias, que se emplean para el aumento del volumen muscular y de la fuerza, -"conllevan un crecimiento anormal del músculo", matiza el doctor- uno de los elementos diferenciadores de los luchadores de wrestling, auténticas montañas de músculo. "Este tipo de sustancias posibilitan entrenar más, con mayores cargas y recuperarse antes de los esfuerzos".

varios suicidios Los excesos, la hiperestimulación, no solo alcanza el físico, el daño del consumo de esteroides también anida en el cerebro, expone el médico a este periódico. "Entre los efectos secundarios, el consumo de esteroides se relaciona con una mayor agresividad. Alteran el comportamiento. Hacen a la persona más violenta". De hecho, los episodios de suicidios también son significativos entre las defunciones de exluchadores. "No olvidemos que el suicidio no deja de ser una violencia ejercida sobre uno mismo", apunta el especialista. Entre los que se dedicaron profesionalmente al wrestling casi una decena decidió quitarse la vida en dos décadas. A la ingesta de sustancias de todo tipo que alteran los equilibrios internos del organismo y que tienen como objetivo alcanzar un mejor rendimiento deportivo, también se le debe sumar el abuso de las drogas recreativas, principalmente, cocaína, otro factor que se deja leer entre los certificados médicos de las numerosas defunciones. De la misma manera, la mezcla de alcohol y pastillas, ya sean éstas tranquilizantes o inhibidoras del dolor tras una vida dedicada a una especialidad que castiga enormemente el cuerpo, es otro denominador común en la macabra lista que acompaña a muchos de los que lucharon en el ring y que después de una disciplina excesiva se precipitaron a la muerte una vez finalizado el espectáculo. Entonces, lejos de los focos y de los estadios, comenzó el recorrido más siniestro.