bilbao. El pasado 14 de julio Aketza Peña, exciclista de Euskaltel y enrolado ahora en la aventura del mountain bike y el ciclocross mientras se gana la vida como guarda de seguridad en una empresa de Laudio, corrió y ganó la Galarleiz, la maratón alpina que se disputa en Enkarterri y una de las pruebas más temidas, por exigente, entre atletas y ciclistas. Meses después, hace apenas unos días, le llegó una carta del Gobierno vasco en la que se le anunciaba que estaba en proceso la apertura de un expediente sancionador por saltarse el control antidopaje en dicha prueba. Huir de los controladores es equivalente, según el código de la AMA, a dar positivo, por lo que el vizcaino se enfrenta a dos años de sanción.

Pero, ¿huyó Aketza Peña para evitar el control?

Según el organizador de la Galarleiz, Pedro Galarza, no. Y lo explica. Cuenta que, en efecto, esa mañana llegaron los dos médicos enviados por el Gobierno vasco para someter a varios participantes a los controles sorpresa que viene ejecutando durante todo el año -por encima de los 200 en 2013, casi el doble que en 2012- en diversas pruebas deportivas, tanto profesionales como populares. Y que, como es norma, les habilitó un espacio a tal efecto en el mismo Ayuntamiento de Zalla, pegado a la meta en la que fueron entrando los participantes de las diferentes modalidades. Y según acababan, algunos, como los cuatro primeros de la carrera pedestre, eran recibidos por los dos médicos y conducidos al lugar reservado para realizar el control.

En eso, llegó Aketza Peña, primer biker. No le recibió nadie, salvo, relata Pedro Galarza, él mismo, que estuvo charlando unos minutos con el corredor. En esa conversación hablaron de la propia carrera, de cómo había ido, del calor en el tramo final y algunas cosas más. También, ninguno de los dos lo niega, de que estaban los médicos del Gobierno vasco para realizar controles sorpresa. Galarza asegura que no le dijo a Aketza Peña que tenía que esperar para pasar control porque no sabía si tenía que hacerlo; el ciclista, que estuvo esperando varios minutos sobre la misma meta a que alguien viniese a decirle algo y, al no hacerlo, que decidió finalmente marcharse a casa a ducharse para volver a recoger el premio como vencedor.

Eso cuentan el corredor y Galarza, que añade un capítulo más a su versión de lo ocurrido para recordar que fue entonces, al poco de desaparecer de escena Aketza Peña, cuando llegó uno de los médicos preguntando por él, el ganador en la modalidad de mountain bike, y que al enterarse de que se había marchado, puso el grito en el cielo, pidió que le llamaran por megafonía para que volviera y alertó seriamente de las consecuencias de esa ausencia, equivalente en todos los términos a un positivo.

En la versión de los hechos con los que el Gobierno vasco sustenta la tramitación del expediente sancionador que debe firmar en última instancia la Federación Vasca de Ciclismo, la historia se acaba ahí. Asegura que tiene acreditado que el corredor sabía de la existencia de los controles y que, aún así, se marchó. Lo tiene tan claro que no necesita escuchar nada más.

Pero la historia continúa por el hilo argumental del propio Aketza Peña, que asegura que, camino de casa, se sintió mal, comenzó a vomitar y decidió irse al hospital, a Cruces. Allí recibió la llamada de un amigo que había escuchado las continuas advertencias por la megafonía de la prueba para que se presentase en el control. El corredor dice que entonces, desde el mismo hospital, se puso en contacto de inmediato con los médicos y que se ofreció a volver a Zalla para pasar el control o, si no, a esperarles en el hospital para pasarlo. Ocurrió lo segundo, que los enviados del Gobierno vasco se presentaron en Cruces para hacerle un control que quedó registrado y cuyo resultado fue negativo.

Ahora, Aketza Peña tiene unos días para presentar sus argumentos antes de que la sanción se haga efectiva.