bilbao. Rafa Nadal no quiere dejar de dar pasos hacia la leyenda. Los siete meses que pasó fuera de las pistas le han hecho apreciar de nuevo cada minuto que pasa en ellas, cada punto que pone en juego y cada trofeo por el que pelea. El tenista balear rompió ayer el maleficio que tenía con el torneo de Cincinnati y se apuntó la primera final que disputaba en esa prueba que se disputa en medio de una confluencia de autopistas. John Isner hizo lo que tenía que hacer, jugó a un nivel excelente, el más alto de su carrera, probablemente, no le dio a Nadal ni una pelota de ruptura con su servicio, pero el de Manacor supo mantenerse firme para llevarse el partido en dos tie-breaks agónicos.

"El primer set ha sido decisivo. He salvado el momento complicado porque el partido tenía poco ritmo, con pocas ocasiones al resto. Pero el saque me ha acompañado y me he llevado la victoria ante un jugador que me sorprende que no esté luchando por estar en el Masters porque es uno de los más incómodos que hay y se merece estar en las primeras posiciones", destacó al término del choque, al tiempo que reconoció que "la pista de Montreal era más rápida que esta. Pero sí es verdad que desde el primer día tuve buenas sensaciones. En Canadá hice un buen torneo y eso me dio confianza y el primer partido aquí jugué muy bien y luego he ido a mejor".

Cualquier otro jugador se habría dejado llevar por la desesperación ante la imposibilidad de sumar juegos con el saque del rival, pero Rafa Nadal tuvo sangre fría para salvar las cuatro bolas de ruptura que concedió y prolongar la igualdad todo lo que hiciera falta en busca de sus oportunidades, que aunque fueran escasas iban a llegar. El estadounidense no supo ganar los puntos importantes, sobre todo un primer set que tuvo cerca, y la fortaleza mental del balear hizo el resto. El desempate de la segunda manga no tuvo color y Nadal pudo levantar los brazos en un lugar donde nunca lo había hecho y morder un trofeo que fue suyo por primera vez en su carrera deportiva, en la que suma ya la friolera de 59 torneos adjudicados, 26 de ellos Masters 1000. En su fantástico currículum únicamente le faltan los torneos de Shangai, París-Bercy y Miami dentro de este escalafón de eventos.

Además, merced a esta victoria y a la conquistada recientemente en Montreal en el que era su torneo de reaparición, Nadal ascenderá hoy mismo al número dos del ranking de la ATP, desplazando de ese lugar al escocés Andy Murray. Y puede que no se detenga ahí, no en vano puede aspirar a regresar a lo más alto de la lista en el US Open, que arranca el próximo 26 de agosto, si se da una serie concreta de resultados a su favor y en contra de los intereses del serbio Novak Djokovic.

Nadal, ambicioso por definición, reconoce que la posibilidad de regresar a lo más alto vuelve a estar al alcance de su mano y que intentará no dejarla escapar. "Ganar dos torneos consecutivos en pista dura, dos Masters 1000, jugar al nivel al que lo he hecho y en un año problemático por la lesión en la rodilla supone vivir momentos emocionantes. Además de un título importante esto significa lograr muchos puntos y me da un margen importante. Hay un objetivo de estar ahí (como número uno), es posible y voy a intentarlo hasta el final", aseguró el tenista de Manacor, visiblemente emocionado por la victoria y por verse de nuevo compitiendo al mas alto nivel después de un año muy complicado por sus problemas físicos.