Pedrosa, audaz, rápido y eterno
El catalán vence un duelo con Lorenzo en su máxima expresión y se coloca a 13 puntos del liderato
Bilbao. Fuera de batalla Casey Stoner, el título se mece entre dos pilotos. Así fue la carrera del Gran Premio de la República Checa: cosa de dos. Jorge Lorenzo y Dani Pedrosa ejercieron la condición de aspirantes sin ningún tipo de reproche, a pecho descubierto, sin escatimar, sin especulaciones que dejan vacíos en el espectáculo. Fue un duelo de bendición para la grada. Lorenzo debía frenar la hemorragia de puntos y Pedrosa, afianzar su oposición mordiendo en los 18 puntos de diferencia respecto a Giorgio. Con tales premisas de obligado cumplimiento se debatió el triunfo, con empeño y equilibrio hasta los metros finales. Semejante igualdad que diseñó uno de los lances más intensos y espectaculares entre ambos, que poco se habían enfrentado directamente en pista desde que hicieran las paces y cambiaran el belicoso discurso fuera de ella. Fue la expresión máxima de ambos, llevada hasta los límites del toque entre carenados. Boxeo sobre ruedas. Un derroche de arrestos que ganó Dani para deleite de los pedrosistas, pero también para quienes aman la competencia. Lorenzo, si no lo tenía ya -lo cual no parecía mientras celebraba su segunda posición en Indianápolis ante un Dani también entonces ganador hace una semana-, debe adoptar temor, más que solamente respeto. Se trata del mejor Pedrosa, a 13 puntos del líder con seis pruebas hasta ver el telón.
Lorenzo inició su andadura en la azotea que es MotoGP siendo poco o nada amigo de la calculadora y el miedo. Desempeño que le permitió trazar números de escándalo después de graves caídas que no secaron su desaforada ambición. De hecho, suya es la temporada con más puntos de la historia de la categoría reina (2010). Ayer se fajó de este modo desde los compases iniciales. Bravo, alzando el peso de la iniciativa; Pedrosa, que habitualmente se foguea al máximo en los primeros suspiros, se reprimió ante las sospechas de un careo con Lorenzo en las postrimerías. Conservó energías, calculador. Si se puede considerar así, colgado como iba Dani de un Jorge que ponía a prueba el ritmo del catalán de Honda, tratando de tensar la cuerda, de imponer exigencia a un Dani con generalmente menos fondo para las reservas. No obstante, el mallorquín, a lomos de la Yamaha, terminó mirando de reojo desde el interior de las curvas. "Al principio he marcado el ritmo para ver si me podía escapar, pero cuando he comprobado que no iba a ser posible he pensado en estar detrás para descansar", confesaría Giorgio.
Dani era una sombra eterna. Una solapa tejida al colín del dorsal 99. Lorenzo cocinaba la trazada y Pedrosa se la comía en caliente, voraz. En cuatro vueltas ya habían cercenado el grupo y rodaban destacados sin remedio para el resto.
juego psicológico El de Castellar del Vallés era consciente de que un triunfo no sería tan importante matemáticamente como psicológicamente, por el hecho de inyectar mayor dosis a la confianza para modelar un posible campeón y carcomer la de Jorge. Su estrategia apelaba al mismo fundamento, a presionar a Lorenzo, a desconcertarle sin asomar el potencial propio. Devoramentes el catalán. "O.K.", le indicaban a Dani en la pizarra al paso por meta, por viajar rezagado, generando incertidumbre sobre sus posibilidades. Sin embargo, Giorgio no quiso ser presa de un guión preestablecido. Hasta el punto de que, pisando el ecuador de la carrera, consumiendo la vuelta 11 de las 22 pactadas, se abrió en la entrada de una curva con disimulo para dejar pasar a Dani. Tratando de ser discreto, el mallorquín puso alfombra, porque no quiso abrir más camino. Era el turno para su analítica. También apelaba a la búsqueda de su tiempo de estudio.
Seguido al dúo de candidatos, las Yamaha satélite del Tech3 ejercían con rutina, detrás de las motos de fábrica, con la siempre salvedad del discretísimo resultado de la Ducati oficial de Rossi, quien comenzó con buena pinta aupándose a la quinta plaza, hasta que su máquina comenzó a sacar humo blanco y el italiano fue descalabrándose para finalizar séptimo. Otra ruinosa jornada de trabajo para la impaciencia de Il dottore, que ya se acuesta en sus sueños con la Yamaha. Crutchlow era tercero y Dovizioso, cuarto. Magníficos por regulares y precisamente termómetros para lo que deberá exigirse a Rossi de cara al curso 2013, un verdadero test para el italiano en su búsqueda de reverdecer tiempos pretéritos. Ante la jubilación de Stoner, él y Marc Márquez serán el alimento para nutrir de competencia al campeonato.
La hilera de pilotos temprano se convirtió en una ristra, con motos aisladas entre cordones temporales. Llegados a un punto, de entre los diez primeros pilotos, solamente Pedrosa y Lorenzo rodaban unidos. Un cuentagotas, por tanto, la cita en el circuito de Brno. La realización televisiva solo tenía miradas para la liza por la corona, dado que pronto dejó de haber adelantamientos.
duelo en su máxima expresión La alternancia en las trazadas de Lorenzo daban cuenta de un perseguidor que medía haciendo pruebas, y cada vez con más violencia en sus maniobras. Pedrosa, exiliado su nerviosismo, no se intimidó hasta que se abrieron las puertas de la última vuelta. El catalán pasó primero por meta, así parecía ser la voluntad de Lorenzo, que no tardó en adelantar a Dani con caricia añadida. El líder mallorquín, espíritu espartano como a él le gusta decir, se metió por el interior de la curva en un espacio milimétrico, poniendo en riesgo todo: su integridad y la de un Dani que sostenía el pulso por fuera. Los carenados, con las máquinas inclinadas, se besaron, se palparon en paralelo. Jorge ganó la posición. Pedrosa cedió, y lejos de infartar, sacó de sus entrañas una furia pocas veces vista en el catalán. "Tenía que intentar tapar todos los huecos, pero en una curva me dejé un poco de espacio y por ahí entró Jorge, incluso nos tocamos, aunque no arrojé la toalla y busqué cómo volver a superarlo", repasó a la postre Dani.
Intentó el adelantamiento, pero Lorenzo sostuvo el envite en primera instancia. La rendición ayer era para cobardes. Pedrosa agotaba sus opciones. Rodaba como prolongación de la Yamaha enemiga. La aspiración de Jorge le permitió impulsarse hasta emparejarse, pero Dani ocupó el espacio preferente, el interior del recodo decisivo. Aunque Lorenzo trató de aguantar, X-Fuera, como es uno de sus apodos por sus buenas artes en el lado sucio del circuito, pero se fue de largo. Pedrosa cubrió con firmeza la curva para meter en su zurrón la tercera victoria de la campaña. Su satisfacción fue mayúscula, a sabiendas de que ninguno se había privado de nada, por demostrarse que es capaz de derrotar a Lorenzo en el mano a mano y en el último suspiro. Lo que venían siendo palabras mayores. No por calidad, sino por cantidad, porque Dani no lograba prolongar en suficiencia sus esfuerzos, porque se veía obligado a mostrar la bandera blanca por la escasez de fuerza que promulga su fisionomía. Ayer se hizo incombustible. "La carrera ha sido tal y como se esperaba, de los dos. Apretada y disputada hasta la última vuelta", reconocía Dani, que identificó la de ayer como una de sus mejores actuaciones. "Buenísima", tildó, audaz, rápido y eterno amasando crédito.