bilbao. Usain Bolt, el mejor Bolt, sí estaba en Daegu. Apareció casi cuando el telón de un Mundial insípido está a punto de caer. El jamaicano tenía una cuenta pendiente consigo mismo y con el deporte después de la incomprensible salida nula que le dejó fuera de la final de 100 metros. Ayer era su prueba favorita, los 200 metros, en la que no pierde desde 2007 y el mejor velocista de la historia se situó en la calle 3 con su desapego habitual.

Salió mal de tacos, el peor, pero en 50 metros ya había superado a todos sus rivales en busca de cobrarse la deuda en oro. Poderoso, inalcanzable, Bolt cruzó la meta en 19 segundos y 40 centésimas, la mejor marca del año y la cuarta de todos los tiempos en la distancia. "He querido correr mucho para pedir perdón", reconoció. Los dos primeros registros son suyos (19.19 y 19.30) y el tercero (19.32), de Michael Johnson.

Luego, llegó el show que los fotógrafos y las televisiones de todo el mundo estaban deseando, el vacile de un atleta único que ha hecho del Mundial coreano, al que no ha llegado en su mejor forma, un ligero tentempié para lo que vendrá el año que viene. "No va a haber bromas con eso", dijo Bolt. "No, eso va a ser algo realmente serio". Se refería a los Juegos Olímpicos de Londres donde el jamaicano quiere ampliar su legado y, quién sabe, si cerrar una época ya que se dice que después probará con los 400 metros e, incluso, con el salto de longitud.

Por detrás de El Relámpago, entraron el estadounidense Walter Dix, que repitió la plata de los 100, y Christophe Lemaitre, que hizo historia a su manera. El francés bajó por primera vez de los 20 segundos (19.80) y ya está a solo ocho centésimas del mítico italiano Pietro Mennea, de esos 19.72 logrados en la altitud de México en 1979 con un viento favorable casi al límite.

El Mundial coreano se ha guardado las mejores marcas para el final. Una de las grandes momentos de la semana fueron los 100 vallas donde Sally Pearson ofreció una muestra de perfección técnica en la puesta en acción, la carrera y el paso de los obstáculos y paró el cronómetro en 12 segundos y 28 centésimas, que también es la cuarta mejor marca de la historia y la mejor desde 1992. La australiana se quedó a solo siete centésimas del récord mundial (12.21) que tiene la búlgara Yordanka Donkova desde 1988.

olmedo, agridulce cuarto La otra prueba estrella del día fueron los 1.500 metros masculinos. Era el último sueño de medalla para la selección española y Manuel Olmedo rozó el podio. El sevillano tuvo que conformarse con un agridulce cuarto puesto porque la recta se quedó corta para su poderoso final o, quizás, porque tuvo que arrancar desde demasiado lejos.

La carrera, a ritmo sostenido y asequible para los doce finalistas, fue dominada de cabo a rabo por la pareja keniana, que al principio dejaron hacer al neozelandés Nick Willis. Asbel Kiprop y Silas Kiplagat desataron las hostilidades poco antes del toque de campana mientras Olmedo busca su hueco para progresar por el interior. El campeón olímpico estiró su poderosa zancada hasta el final, con su compatriota a su estela, y la medalla se le escapó al español por la irrupción de un enemigo de cuidado, el joven estadounidense de 21 años Matthew Centrowitz, que ha dejado excelentes sensaciones en su primera aparición internacional.