"Algún día combinaré vida personal y montaña pero me moriría si dejo el alpinismo"
madrid. A usted no le basta con ser la mujer de los 14 'ochomiles', tiene que dar un paso más...
La verdad es que sí. Cuando terminé el proyecto de los 14 ochomiles tenía la espinita clavada del Everest sin oxígeno porque fue mi primer ochomil en 2001.
¿No ha sentido alguna vez miedo ni ha querido echarse para atrás?
Es verdad que el riesgo es muy elevado en lo que nosotros practicamos, somos muy conscientes de ello. Pero el riesgo hay que saber dónde está. El miedo hay que tenerlo, pero hay que continuar.
¿Qué supone el Everest para Edurne Pasaban?
Supondrá un final de los 14 ochomiles. No quiere decir un final de mi carrera como montañera, ni como alpinista, pero sí seguramente un final de los 14 ochomiles.
¿Tiene en la cabeza algún proyecto potente o va a parar ya con los 'ochomiles'?
No... Hay retos... A ochomiles no lo sé, pero hay cosas para hacer: en invierno, rutas nuevas, pero de momento no tenemos nada. Yo sé que en el Everest seguramente saldrán más proyectos y no sé si cuajarán luego. Pero de momento, estamos centrados en esto.
¿Se puede decir entonces que Edurne Pasaban va a dar todavía que hablar en el mundo del alpinismo?
Esperemos que sí.
¿No va a parar con este Everest sin oxígeno?
No. Siempre estoy diciendo que tengo que bajar el ritmo. Me gustaría llevar una vida personal y de montaña paralelamente pero es complicado. Ahora he visto todo lo que nos ha costado sacar esto. Pongo mucha energía en todo, entonces, llevar una vida más normal es muy complicado. Alrededor de mí solo hay esto. Llegará un momento en el que tendré que llevar las dos cosas a la vez, pero estoy bien haciendo lo que hago.
¿Y dónde quedan entonces el resto de proyectos personales: asentarse, formar una familia...?
Cuando terminé los 14 ochomiles pensé que era el momento, pero veo que con esto me he vuelto a enganchar... Pero tengo que hacerlo si quiero realmente tener una familia. Tengo que poner de mi parte. A ver si me tranquilizo en el Everest y pienso en hacer algo... Pero no en dejarlo. ¡Me voy a morir, si no! Tengo que saber llevar las dos cosas y encontrar a la persona que lo aguante, que eso no es fácil, porque vivir con una terremoto como yo... Yo misma me doy cuenta de lo que he estado hablando estos meses sobre el Everest, y vivir 24 horas con una persona que continuamente habla de lo mismo es difícil.
¿La montaña es una droga?
Creo que sí. Es una droga buena, es un sueño. Cuando quieres mucho algo, sea lo que sea, todo el mundo ponemos pasión.
¿En su casa no tienen ganas de que lo deje?
Esta mañana estábamos preparando el cargo aéreo y mis padres decían ¡ojalá sea la última! Pero no lo sabemos... Mis padres me ven feliz. Mi vida no ha sido fácil estos diez años. Y creo que en el sitio en el que más feliz han visto a su hija es en la montaña. Siempre están apoyándome.