EUSKADI: Aginagalde; Aranburu (2), Serrano (4), Agirrezabalaga (3), Arroyo (3; 2p), Muñoz (2), Jaíto (3). También jugaron: Crownley (6), Portuondo (2), Unanue (2), Txabarri, Peso, Redondo (2) y Ventura (1).
ITALIA: Di Macello; Maione (2), Di Maggio (3), Radovcic (5), Skatar (3), Bisori (5), Tolic. También jugaron: Brancaforte (1), Radojkovic, Tumbarello, Arcuri (1), Costanzo (2, 2p), Carmignani (1), San Paolo, Volpi (2) y Piveta (1).
Parciales: 2-3, 5-4, 7-6, 9-9, 13-11, 15-13 (al descanso); 17-15, 20-15, 23-18, 27-21, 28-23, 30-26.
Árbitros: Álvarez y Bustamante excluyeron a Portuondo, Peso y Ventura de Euskadi. Del conjunto italiano fueron sancionados con dos minutos: Maione (2), Radovcic, Skatar y Tolic.
bilbao. Mismo duelo, distinto escenario y con los 40 años de la fundación de Askartza como motivo a celebrar. Por todo ello Euskadi tenía que ganar. Si el domingo la Selección descendió a los infiernos encontrando una versión de sí misma al menor nivel tras llevar una buena ventaja en el luminoso, ayer los jugadores de José Ignacio Altube supieron manejar el resultado a la perfección. En gran medida apoyados en las manos de Gurutz Aginagalde, auténtico héroe en los minutos de más necesidad de la Vasca. Sucede que con uno menos tras la exclusión del extremo de Bidasoa de Irun Julen Ventura, cuando la defensa y el ataque local se encontraban desordenados a partes iguales, cuando el 6-0 se había instalado en la zaga defensiva transalpina, con el 19-15 y cuando los primeros compases de la segunda mitad comenzaban a asentar el acto, el guardameta del Naturhouse La Rioja sostuvo a su equipo. Entre sus reflejos y la colocación del armazón del que dispone -2,01 metros-, tres contraataques italianos murieron en los seis metros. Remanente de clase plasmó para espolear a sus compañeros, quienes tardaron en despertar el tiempo que Alberto Muñoz necesitó para penetrar hasta conseguir un gol de moral.
Anteriormente, cuando amanecía el encuentro, los de Zupo Equisoain se colocaron con un 5-1 presionante sobre la zona lateral izquierdo, que en esos momentos estaba ocupado por el zarautztarra David Agirrezabalaga. La jugada tejida por el ex técnico del San Antonio funcionó a la perfección. Asimismo, en el ataque, los transalpinos mostraban velocidad y penetración, encabezada por el central Bisori y los laterales Skatar y Tolic. Enfrente, el 6-0 fue permanente, con variaciones en la zona central según las rotaciones de Altube en el banquillo. Fueron muy igualados los primeros minutos. Continuos tomas y dacas se sucedían en ambos ataques, sin embargo, las imprecisiones se notaban, quizá la falta de pulso competitivo. Aunque, cualquier viso de amistoso fue sepultado por Italia, ya que en seis minutos ya habían quemado las tres amarillas posibles.
Fue la salida de Adrián Crownley la que revolucionó el choque. El joven extremo del San Antonio es eficaz y lo demostró, tanto en suspensión, como de penalti, alcanzó seis veces las mallas -cinco en la primera mitad-. La respuesta vino tras un gran disparo de cadera de Volpi y comenzó la sangría hasta sellar la primera parte con un 15-13 que dejaba las cosas abiertas.
Tras la reanudación, llegó el momento de Gurutz y las distancias. 19-15, 20-15..., Zupo entonces reaccionó. Maione y Arcuri, sus dos pivotes que rozan los dos metros, se colocaron en el centro de la defensa para dotar de cemento sus seis metros. Además, Bisor y Volpi custodiaban a la pareja. El choque se endureció y los vascos iniciaron un goteo de dudas y goles. Los balones perdidos se traducían en contraataques que magistralmente finalizaba Radovcic por el extremo izquierdo. Fue, sin embargo, las carreras las que acabaron con los transalpinos, la falta de economía de esfuerzo. Si el domingo fue Euskadi la que se apagó, en esta ocasión fue Italia la que cayó en tierra. Pereció la azzurra de inanición tras contemplar en su nuca el vuelo del buitre, que ya le veía muerto antes del final.