bilbao. Es una montaña tétrica. Sus temblores en forma de avalanchas asustan. Tras de sí, unas estadísticas brutales: más de cuarenta de cada cien personas que pisan la cima mueren. Es decir, que su grado de peligrosidad es del 42,5%. Pero también es mágica. Está envuelta de un halo fascinante, lo valora Ferrán Latorre, experimentado alpinista y cámara de Al filo de lo imposible: "El Annapurna es especial. Para cualquier alpinista subir a esta montaña es algo maravilloso". Edurne Pasaban lo ha disfrutado. Ha domado a la fiera. Sí, ya se puede destacar con la boca grande porque desde ayer la tolosarra y los suyos descansan en el campo base. "Ahora ya podemos decir que hemos hecho cumbre en el Annapurna. Todo el mundo está muy bien, en condiciones perfectas, óptimas", decía una satisfecha Edurne a su llegada a los pies del Annapurna. Empezaba a masticar entonces la guipuzcoana su decimotercer ochomil, su penúltimo escalón hacia la cumbre de la historia del montañismo.

Ha sido un trabajo muy exigente, desde que se abandonó el segundo campamento de altura hasta la misma cima. "El día de cumbre fue muy duro y muy largo. Salimos desde los 7.100 metros hacia arriba y nos encontramos con una montaña, como nos habían dicho, una montaña muy complicada", desgranada Pasaban. Pero el esfuerzo maratoniano no termina ahí, el descenso del campo 4 al base en la jornada de ayer también fue muy sacrificado. A lo largo de la bajada el equipo de la tolosarra fue desgastándose, las fuerzas se evaporaban y el cansancio acumulado y la deshidratación se enfatizaban. Y aparecen los episodios más nebulosos de la alianza del hombre con la montaña. Edurne y Natxo tuvieron problemas de visión por la deshidratación y Alex acusaba molestias musculares en las piernas. Sin embargo, estos sustos fueron remitiendo a medida que los alpinistas descendían y llegaban a los distintos campos de altura, que fueron desmontando sucesivamente. Lo que no quitaron Edurne y los demás fueron las cuerdas fijas, ya que han dejado toda la ruta equipada para las próximas expediciones. El sherpa Nati, que salió del campo base a primera hora de la mañana para llevarles algo de fruta, unas Coca Colas y ayudarles en la tarea de desmontar y portear de regreso el material de los campos de altura, se encontró con los montañeros en mitad de camino.

Todo el descenso les ocupó a los expedicionarios buena parte del día. Eran las 16.45 horas locales cuando Edurne, Txikon, Izagirre, Orviz, el portugués Joao García y los tres sherpas alcanzaron los pies del Annapurna. "Todos los integrantes de la expedición han podido celebrar el enorme éxito que ha supuesto la conquista del Annapurna", comentan en la página web de la guipuzcoana sus compañeros de Al filo de lo imposible. "Edurne y todos los miembros de la expedición están felices y muy satisfechos por el trabajo realizado", destacaban desde el campamento base.

La gesta de la tolosarra es hiperbólica. Según las estadísticas hasta el 31 de diciembre de 2009, la Diosa de la Abundancia ha acogido 154 ascensiones de 141 personas diferentes de las que han muerto sesenta. Es el ochomil más cruento con diferencia pese a que es uno de los más bajos con sus 8.091 metros. El K-2 es el siguiente monstruo, pero su ratio de mortandad es mucho menor: del 25,82%. Pasaban viajaba con esos escalofriantes números en su cabeza, pero arrinconados en una esquina, pesaban más las ganas, la ambición, la lucha por conseguir un reto personal: "Quiero hollar los catorce ochomiles por mí". La carrera por ser la primera está ahí, pero lo que Edurne persigue es un sueño que ha ido fraguando a golpe de corazón. Pura pasión. Ocurre que además la expedición que lidera la alpinista vasca ha hecho cima en el Annapurna, ese 17 de abril a las 14.15 horas en Nepal, antes que nadie. Ningún equipo de montañeros se había plantado en el pico en una fecha tan prematura, sí en abril, pero no antes del día 24.

al shisha, con el golpe anímico Queda el último pedazo del desafío. Un pequeño de 8.027 metros. El Shisha Pangma es el último ochomil para cerrar el círculo. Es el que aguarda en la meta de esta carrera con Miss Oh. Aunque aún no se ha confirmado el plan de ataque al Shisha, lo más probable es que el equipo de Edurne emplee un par de días en desmontar el campo base y será probablemente el miércoles cuando vuelen de regreso a Katmandú, donde gozaran de un día completo de descanso antes de emprender camino hacia el Tíbet, donde les espera el Shisha Pangma, que pretenden escalar por su cara norte en las próximas semanas. Es la montaña maldita para Pasaban, que se ha cerrado en banda hasta en cuatro ocasiones, pero esta vez la tolosarra se guarda un as en la manga: no es más que el golpe anímico que supone haber derrotado al Annapurna y llegar hasta su último techo de la Tierra. Además, eso sí, de la buena forma física en la que se encuentran y del proceso de aclimatación que ya llevan consigo.