África, un año entre hitos, tensiones electorales y crisis persistentes
EL continente africano despide 2025 marcado por acontecimientos políticos de enorme trascendencia. Entre avances históricos, crisis institucionales prolongadas y procesos electorales profundamente cuestionados, el año puso a prueba la estabilidad de numerosos Estados y reconfiguró equilibrios regionales.
Uno de los hitos más significativos fue el caso de Namibia, donde por primera vez en la historia del continente un país africano quedó bajo la dirección de un gobierno feminista encabezado por una mujer. Netumbo Nandi-Ndaitwah, líder de la SWAPO y exguerrillera del movimiento independentista de Namibia, asumió la presidencia de su país en un contexto de grandes expectativas. Su llegada al poder fue celebrada como un avance histórico en la lucha por la igualdad de género en África, aunque también plantea importantes desafíos estructurales.
En Mozambique, el escenario fue radicalmente distinto. Meses de protestas masivas sacudieron el país tras las denuncias de fraude electoral contra el partido gobernante, el FRELIMO, frente al opositor Venâncio Mondlane. Las manifestaciones dejaron víctimas mortales, cientos de heridos y decenas de detenidos. Aunque la movilización social disminuyó, la polarización política persiste: el FRELIMO retuvo el poder y Mondlane continúa su lucha por lo que denomina la verdad democrática desde el Parlamento.
El panorama en Camerún fue uno de los más controvertidos del año. Paul Biya, de 92 años y residente en Suiza por motivos médicos, volvió a presentarse a las elecciones… y volvió a ganarlas. El resultado provocó una ola de protestas encabezadas principalmente por jóvenes, que denunciaron un fraude sistemático. La respuesta estatal fue una represión violenta, con uso de munición real, lo que generó un clima de terror que forzó al líder opositor Issa Tchiroma Bakary a exiliarse.
En Guinea-Bisáu, los acontecimientos parecieron sacados de una novela política. Medios locales informaron inicialmente de un golpe de Estado contra el presidente Umaro Sissoco Embaló. Sin embargo, sectores críticos sostienen que se trató de un autogolpe destinado a evitar el reconocimiento de una derrota electoral. Embaló huyó primero a Senegal y posteriormente a Portugal, mientras el país quedó bajo control de un gobierno militar que no ha anunciado una hoja de ruta clara hacia elecciones.
Un hecho inesperado tuvo lugar en la región de los Grandes Lagos: Ruanda y la República Democrática del Congo firmaron un acuerdo de paz tras una mediación impulsada por Donald Trump en la Casa Blanca, con la presencia del presidente angoleño João Lourenço en su calidad de presidente rotatorio de la Unión Africana. Sin embargo, la esperanza fue efímera: al día siguiente, el presidente congoleño Félix Tshisekedi acusó a Paul Kagame de Ruanda de violar el acuerdo mediante nuevos ataques en territorio congoleño.
La atención internacional se desplaza ahora hacia Uganda, donde el 12 de enero de 2026 se celebrarán elecciones presidenciales. Yoweri Museveni, en el poder desde hace más de cuatro décadas, buscará una nueva reelección. Su régimen ha sido duramente criticado por organizaciones de Derechos Humanos, especialmente por una legislación que contempla la pena de muerte para personas homosexuales. La oposición reclama una alternancia política largamente postergada.
Mientras tanto, Sudán continúa atrapado en un conflicto devastador sin perspectivas claras de solución. La comunidad internacional mantiene la esperanza de que en el nuevo año se abran vías de diálogo que alivien el sufrimiento de la población civil y contribuyan a la estabilidad regional.
En Benín, el presidente Patrice Talon logró mantenerse en el poder tras un intento de golpe de Estado ocurrido en la madrugada del domingo 7 de diciembre. Un grupo de militares armados anunció su destitución en la televisión nacional, acusando al gobierno de inacción frente al deterioro de la seguridad y al avance de los ataques yihadistas, especialmente en el norte del país. Horas más tarde, Talon reapareció para asegurar que la situación estaba “bajo control”.
En el vecino Togo, la juventud cierra el año con profundas ansias de libertad y democracia. Entre el 8 y el 12 de diciembre, Lomé acogió el IX Foro sobre el Panafricanismo bajo estrictas medidas de seguridad, reflejo de una gobernanza cada vez más desconectada de la realidad social. Meses antes, en junio de 2025, jóvenes artistas y blogueros –integrantes del Mouvement du 6 juin (M66)– convocaron protestas contra el aumento del costo de la vida, las detenciones políticas y el golpe de Estado constitucional de marzo de 2024, que otorgó poder vitalicio a Fauré Gnassingbé.
Así, África despide 2025 entre avances históricos y profundas regresiones democráticas, con sociedades civiles movilizadas, juventudes reprimidas y una disputa permanente entre autoritarismo, resistencia y esperanza. l
Trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública y activista por los DDHH