Cuentan como sucedido que un conocido dirigente antifranquista perdió parte de la última falange del dedo índice por desgaste. Sí, para arengar a sus compañeros y animarles en las luchas contra la dictadura solía hacer un gesto significativo y repetido: apuntaba y golpeaba con su dedo en la mesa para dar mayor énfasis a su discurso voluntarista; “este año –solía decir– cae Franco. Sí. De este año no pasa”. Todos sabemos que el dictador aguantó hasta la extenuación y murió en la cama pese a las ganas que miles de personas le tenían. Así que, con “¡este año sí!” el opositor perdió la parte superior del dedo por insistencia insatisfecha.
Algo parecido ocurre a los que desde hace unos años vaticinan la caída del gobierno que preside Pedro Sánchez. Lo cierto es que el inquilino de la Moncloa vive en un equilibrio inestable, sostenido por una serie de formaciones políticas que, por lo general, se sienten insatisfechas con el compromiso que el socialista les presta, pero que aguantan dándole estabilidad como alternativa a lo que le sustituiría si su gobierno cayese. La teoría de “guatemala” o “guatepeor”.
Pedro Sánchez ha vivido momentos difíciles para su mandato, pero en todos ellos, por complicados que pareciesen, ha salido indemne –con más o menos desgaste– demostrando lo que él siempre repite interna y externamente: que es un superviviente.
El principal partido de la oposición, el PP, parece desbocado para acabar con la legislatura. Núñez Feijóo, que según él, no fue presidente porque no quiso ceder ante catalanes y vascos, está decidido a provocar la crisis definitiva que le entronice tras unas hipotéticas elecciones en las que pretenderá sumar una mayoría absoluta que solo la conseguirá, hoy por hoy, si fagocita a la extrema derecha.
Feijóo también sabe que ésta puede ser su última oportunidad, pues dentro de su casa aguardan para relevarlo con Díaz Ayuso si su alternativa no prosperase. Por eso ha adelantado el congreso a julio, para presentarse como único rival, con las manos libres para establecer una nueva línea estratégica y deshacerse de incómodos compañeros de viaje –Mazón entre ellos– que lastren su alternativa de ganar a los de Abascal no con componendas sino con el “abrazo del oso”.
La dinámica de desgaste persistente que vienen llevando contra el gobierno de Sánchez no puede mojar más, pues ha sometido al de la Moncloa a un aguacero permanente que ha saturado ya a la opinión pública con tanto ruido y tantos frentes de confrontación. Había sido Aznar quien en una de sus alocuciones había pedido a sus seguidores que “el que pueda hacer algo, que lo haga”. Era una arenga en toda regla para descabalgar a Sánchez, un “peligro para la democracia española”. Desde entonces se han sucedido todo tipo de controversias, públicas, privadas, judiciales, comunicativas y de todo género. Era lo que los socialistas llamaban lawfare, una guerra de múltiples frentes en la que se utiliza a determinados ámbitos del poder judicial como ariete de la pugna política. Hemos visto episodios rocambolescos que han llevado al banquillo de los acusados al hermano y a la mujer de Pedro Sánchez. Hemos sido testigos de un insostenible procedimiento contra el fiscal general del Estado por presunta filtración de datos procesales de un presunto defraudador. Hemos contemplado impávidos como el Tribunal Supremo se ha negado a aplicar una ley aprobada por las Cortes Generales, como la Ley de Amnistía, atendiendo a criterios que sólo ellos son capaces de identificar (veremos cómo se posiciona el Tribunal Constitucional).
Episodios graves que han generado una zozobra política permanente pero que, pese a todo, no han conseguido que Pedro Sánchez y su gobierno hinquen la rodilla.
Sin embargo –ahora es cuando la matan– en estos últimos días, y por razones mucho menos dolosas de las expuestas, comienza a observarse un tufillo a descomposición que puede significar mucho más.
En los últimos días ha ido cobrando fuerza en los mentideros de la capital del Estado la hipótesis de que “alguien” con un pasado muy relevante en el Partido Socialista ha empezado cobrarse facturas internas tras sentirse agraviado y abandonado por la cúpula de Ferraz. Y fruto de ese cabreo, han comenzado a divulgarse audios, watshaps, y otro tipo de informaciones que, inicialmente, pudieran parecer poco trascendentes, pero que, con el paso de los días, han empezado a “engordar” con materias “sensibles” que, de ser ciertas, dejarían en muy mal lugar al colectivo gubernamental. El último de estos episodios, tras el caso Koldo y sus derivadas pasionales, económicas y turbideces protagonizadas por el ex número 2 y “mosquetero” de Sánchez en sus peripecias internas, Jose Luis Ábalos, ha sido la aparición periodística –inicialmente filtrada a El confidencial– de una trama, al parecer dirigida desde Ferraz, para hacer frente a las acusaciones públicas que se prodigan contra los socialistas. En esa trama aparece, supuestamente, una mujer, Leire Díez, que, según los rumores extendidos contaría con el apoyo en la sombra de Santos Cerdán –asunto que el dirigente de origen navarro ha negado–. Leire Díez aparece en las informaciones aparecidas como una “fontanera” de primer nivel, encargada de contrarrestar, por medio de artes poco convencionales, a quienes están “tirando de la manta” para menoscabar la imagen y la credibilidad de Pedro Sánchez y los socialistas. Y en ese batiburrillo de filtraciones, donde nadie sabe qué es verdad y qué es mentira, se ha instalado la idea de que la citada militante socialista –fue concejala de un municipio de Cantabria para, posteriormente ascender a dos direcciones generales de empresas públicas del Estado– ha hecho “pesquisas” para desacreditar a la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardica Civil), entidad que está detrás de algunas de las investigaciones más llamativas contra el PSOE (caso Begoña Gómez, irregularidades de Ábalos, el procesamiento del Fiscal General del Estado, el hermano de Pedro Sánchez y sus contratos en la Junta de Extremadura entre otros) . Según las filtraciones aparecidas, la militante socialista Leire Díez mantuvo una reunión con un empresario procesado por delitos fiscales y blanqueo a quien supuestamente propuso un acercamiento a la fiscalía a cambio de informaciones comprometidas sobre el mando de la UCO Antonio Balas (bonito apellido para un guardia civil).
Mentar a la Guardia Civil en España y a sus principales responsables, es, seguramente como sacrilegio, aunque el instituto benemérito se esté comportando de forma análoga a la lamentable “policía patriótica” establecida a la sombra de los gobiernos populares de Mariano Rajoy.
De ahí que las palabras escuchadas en los audios de Leire Díez hayan abierto las carnes de propios y extraños en la capital de la Corte. Conocidas las grabaciones y las implicaciones de la supuesta colaboradora de Cerdán, los socialistas intervinieron de manera timorata en un primer momento, lo que hizo elevar la sospecha del asunto. Finalmente, la respuesta del PSOE tampoco ha sido contundente, pues se ha limitado a abrir expediente disciplinario a su militante. Esta actitud tan tibia es la que ha provocado el run-run más acusado de que el caso puede ser grave. Los socios de Sánchez –la práctica totalidad– no se han dado por satisfechos con la respuesta dada desde la Moncloa. No olvidemos que el fin del PP de Rajoy comenzó cuando los populares comenzaron a minusvalorar los casos de corrupción que se conocían a diario. Trataron de echar tierra encima de la Gürtell y de otros casos y esa falta de responsabilidad fraguó el éxito de la moción de censura.
Ahora, la moción de censura no tiene cabida ya que Feijóo no se ganará el apoyo de vascos y catalanes en ninguna de las circunstancias. Pero la desatención del PSOE de la gravedad de las acusaciones que se le acumulan puede provocarle que, cualquier día, se encuentre solo en el Parlamento. Máxime cuando, según parece, los socialistas han comenzado a desatender algunos de los compromisos pactados con sus socios parlamentarios, dedicándose, en lugar de a gobernar, a disputar la acción política ideológicamente, lo cual abre muchos flancos de discrepancia con quienes debería pactar todo en todo momento. Sánchez parece dedicado en cuerpo y alma a la política internacional y sus colaboradores más íntimos parecen haber olvidado que gobiernan por el apoyo mancomunado de los demás. Y eso, junto al tufillo de la descomposición interna, tiene muy mala pinta. Espero equivocarme porque no sería bueno para nadie. Exmiembro del Euzkadi Buru Batzar de EAJ–PNV (2012–2025)