EL espíritu emprendedor es una actitud y mentalidad que se caracteriza por la capacidad de identificar oportunidades y actuar para hacer realidad proyectos innovadores y creativos.

El espíritu emprendedor no solo anida en aquellos que impulsan nuevas empresas. Un claro y extraordinario ejemplo de esto lo tenemos aquí mismo, un proyecto que, de manera silenciosa, ha logrado, a mi juicio, uno de los hitos más importantes que hemos vivido en el ámbito económico y social de nuestro entorno, y que detallaré un poco más adelante.

Nuestro contexto actual nos muestra, minuto a minuto, que vivimos en una sociedad en el qué equivocarse está muy penalizado, a todos los niveles. Esto sin duda, está generando una manera de ver la vida en la que evitamos el mínimo riesgo y que nos empuja a buscar afanosamente la seguridad en el ámbito profesional y social.

Entre muchos otros ejemplos, podemos comprobar esta hipótesis con los abarrotados pabellones de personas que se presentan a los distintos tipos de oposiciones que se están sucediendo y que se están convirtiendo en el sueño dorado de nuestros jóvenes (y también de los orgullosos padres).

Paradójicamente los países de todo el mundo demandan cada vez más emprendedores, aunque en nuestro entorno, por desgracia, está muy lejos de conseguir abarrotar pabellones aspirando a ese estatus.

Y aunque asociamos el emprendimiento a la creación de nuevas empresas, lo cierto es que muchos de esos espíritus emprendedores anidan también en algunas grandes organizaciones, y en contadísimas ocasiones, brota sorpresivamente un “cisne negro positivo”.

Hay un caso concreto y real que me ha inspirado este texto, el de una organización que tuvo que reinventarse debido a la ley de fundaciones bancarias, que se aplicó tras la crisis económica del 2007-2008 y que hizo que esta entidad tuviera que soportar grandes presiones, porque apostó por algo que en aquel momento casi nadie veía, su decisión de mantener un porcentaje mayoritario en Kutxabank, con el reto de tener que generar un fondo de garantía que parecía muy complicado de conseguir. Hablamos de la Fundación BBK.

Es un caso especialmente curioso porque con sus más de 115 años (hablamos de una génesis del 1907) consiguió recientemente poder evitar un modelo en el que perdía una capacidad decisión que posiblemente le hubiera llevado a una disolución o integración en algún banco más grande y globalizado.

Sin embargo, hoy, gracias a esa decisión y a un gran trabajo realizado, se encumbra cómo un ejemplo radical de emprendimiento y de impacto social, poniendo de relevancia esa tesis anterior sobre la importancia de las personas con espíritu emprendedor en organizaciones referentes y su poder de transformación.

Personalmente he podido ver desde cerca cómo la Fundación BBK en estos últimos años ha ido evolucionando y generando cambios en el entorno, y cómo ese espíritu emprendedor se ha ido trasladando desde lo más arriba de la jerarquía hasta las últimas personas que se han incorporado a la organización.

Esta ilusión por conseguir sus retos y por generar impacto en su entorno, hace que una gran entidad centenaria como BBK y una micropyme recién creada, se puedan mirar a los ojos y encontrar similitudes, porque en ambos casos está presente una pasión por alcanzar retos y una motivación intacta. Una organización con propósito, sin ninguna duda.

Desde el punto de vista de alguien que aspira a seguir viviendo en Bizkaia durante los máximos años posibles, el tener entidades grandes, que se atreven a tomar decisiones y que, además, apuestan por ayudar al territorio a desarrollarse, son un ejemplo a destacar y a aplaudir, y creo que, en un contexto tan globalizado y complejo, se trata de un hito casi imposible de llevar a cabo, y es esta una de las razones por lo que creo que lo que ha conseguido Fundación BBK es asombroso.

Posiblemente con el tiempo, veremos aún más la singularidad del proyecto BBK, y creo que va a haber mucha gente de fuera de nuestro entorno y de otros países que se interesarán y estudiarán su modelo, sus causas y su liderazgo.

Quizás, “a los de aquí”, al haber estado acostumbrados durante más de 100 años a tener BBK a nuestro alrededor, nos parecerá algo “de casa”, “de toda la vida”, y puede ser hasta que pensemos que lo que ha hecho es algo “normal” sin mucho mérito que reconocer.

Lo cierto es que solo tenemos que levantar un poco la vista para ver cómo otras organizaciones similares, bancarias y no bancarias, han ido perdiendo relevancia o desapareciendo de nuestro entorno cercano y de nuestras vidas, por eso creo que es muy justo el destacar la singularidad de lo que está consiguiendo BBK y al menos, que quede bien recogido que hay muchas personas emprendedoras, autónomos, microempresas y pymes, que reconocemos su esfuerzo, sus logros y que lo valoramos de verdad. l

Director Grupo Urbegi