RECONOZCO que sobre Josep Borrell siempre he tenido mis reservas. Me parece que es un político arrogante. Su tono es a menudo avinagrado, de cascarrabias. Se presenta como veterano europeísta y azote del independentismo. Su enésimo nuevo error al decir que en el caso de un ataque nuclear a Ucrania el ejército ruso sería aniquilado, ha provocado una lluvia de críticas desde diferentes esferas políticas de la Unión Europea. Que el encargado de representarnos ante el mundo no pare de hablar de más sanciones, de bravatas bélicas, de nuevos envíos de armas, de más gasto militar europeo, en lugar de trabajar activamente por las condiciones que nos lleven a la paz, dice mucho del talante de este señor que ya ha sido abroncado en el parlamento europeo por malas prácticas diplomáticas.
El jefe de la diplomacia europea admite ahora que nunca creyó que Rusia invadiría Ucrania y menos aún, que Putin llegaría a amenazar con armas nucleares. Se queja además de que sus subordinados, diplomáticos europeos, no le informan adecuadamente y los regaña públicamente, tildándolos de “vagos y estúpidos”. Mal informado y mal asesorado. ¿Es en verdad la persona idónea para abrir un camino eficaz hacia el diálogo y la negociación? ¿O seguirá siendo el típico bravucón de bar? El planeta está herido de muerte a cuenta del cambio climático y Borrell jugando a las guerras.
Lo cierto es que Borrell se cree a sí mismo ungido para una tarea que le cae grande. “Las guerras se ganan con armas”, dice Borrell, quien parece no contar con que en una escalada nuclear las poblaciones europeas lo pagaríamos con la muerte de cientos de miles o tal vez de millones de personas. Borrell no es el jefe de la diplomacia europea, es un ministro de la guerra. Borrell debería escuchar al filósofo Francisco Jarauta donde dice: “Europa, una vez más, ha demostrado no ser un sujeto político. Se ha sometido y abdicado, estamos ante un mapa de incoherencias políticas muy fuerte. La guerra es absolutamente el primer mal a evitar”. Y añado: paremos la guerra y busquemos desde todas las esferas de la sociedad un espacio estable para la paz.
Pero con Borrell de jefe de la diplomacia europea lo tenemos difícil. Su visión del mundo es, para empezar, la de la Realpolitik, una concepción hobbesiana de las relaciones internacionales, según la cual como siempre hemos vivido en paz, pensamos que la paz es el estado natural de las cosas, pero no, el estado natural de las cosas es la guerra. Lo dijo Josep Borrell hace trece años. En el Parlamento Europeo: “Europa está en peligro y los europeos no siempre somos conscientes de ello”. Rusia como amenaza, estaba muy presente en su cabeza.
Se visualiza un horizonte nefasto para Europa. El rumbo que llevamos es autodestructivo. Si el gran perdedor es el pueblo ucraniano, agredido y bombardeado, también es verdad que Europa está en grave peligro. Y si salimos con vida de esta gravísima crisis, nos espera una Europa militarizada, enfocada a una escalada de armas para defendernos del vecino, ruso. Un vecino que no se irá y con el que antes o después habrá que hablar y negociar una vida de buena vecindad. Minsk 2014 marca el camino para parar la guerra, si es que hay voluntad de detener la tragedia que estamos viviendo. Esta Europa en la que vivimos fue capaz de construir una unión para construir un desarrollo y bienestar al abrigo de la paz. Un referente para otras regiones del mundo. Pero esta misma Europa organizó la primera y segunda guerra mundial y miró hacia otras partes cuando pudo evitar la guerra de los Balcanes. Esto quiere decir que las dos opciones, la de la paz y la de la guerra, están abiertas.
No tenemos razones para sacar pecho como hace Borrell al hablar de un jardín europeo frente a la jungla que hay fuera de nuestras fronteras. Este pensamiento esconde un supremacismo que ya ha sido contestado desde muchas críticas. El eurocentrismo siempre vuelve y olvida que nuestro continente se financió en buena parte con el colonialismo.
La invasión de Ucrania, la guerra, claramente infringe el derecho internacional, es una violación flagrante de la soberanía y la integridad de Ucrania. Pero una guerra no se monta solo porque un país es ocupado parcialmente por otro, al menos no en este mundo con diferentes varas de medir. Palestina lleva ocupada desde hace 70 años por Israel. Pero la reacción de la comunidad internacional de Occidente ni siquiera ha sido de sanciones. Simplemente se acepta de facto porque el gobierno sionista es un aliado. ¿Por cuánto tiempo Irak fue ocupada por Estados Unidos? ¿Y Afganistán? ¿Y Siria? ¿No han sido acaso países en los que se ha violado su soberanía?
La invasión de unos países por otros ha sido habitual en la historia de la humanidad. En el caso de las invasiones rusas, la Primavera de Praga marcó un antes y un después. Estonia, Letonia y Lituania, Estados disgregados de Rusia después de Revolución de 1917, fueron nuevamente absorbidos por su antiguo dominador en 1945. Solo en el siglo XX los movimientos invasores de Estados Unidos y de Rusia han sido continuos. Este dato no minimiza la gravedad de la invasión rusa de Ucrania, pero trata de equilibrar, en el contexto de la historia, las muchas responsabilidades. Hay hechos muy graves que atentan contra la paz mundial, pero es conveniente ser justos y medir con la misma vara de medir esos hechos.
¿Qué han hecho la Unión Europea y Borrell, para acabar con estas injusticias? Sabemos que este mundo no es un Jardín de las Delicias. Es un mundo dirigido por personas anticuadas que, en situación de retiro, deberían estar tomando el sol en alguna playa paradisíaca y no jodiendo a la humanidad.
De momento, Borrell sigue entregado a la defensa de intereses que a los europeos nos son ajenos. Este es su modo de pedir más inversiones en armas: “La guerra en Ucrania ha supuesto un brutal despertar para muchos de nosotros, para todos nosotros. No hay duda de que ha sido un despertar. Nos damos cuenta de que nuestros arsenales militares se han agotado rápidamente debido a años de inversiones insuficientes. Permítanme decir que sé que la opinión pública prefiere la mantequilla a los cañones, ciertamente, pero durante años la inversión ha sido insuficiente”, ha dicho Borrell, coincidiendo plenamente con Joe Biden.
Politólogo especialista en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo