Tengo la impresión de que importantes dirigentes de Sortu piensan que el resto de los vascos que no pensamos como ellos somos en realidad estúpidos perdidos y, en consecuencia, pueden hacer y decir lo que les da la gana ya que las tragaderas de esta sociedad fuertemente anestesiada y que cada vez valora menos el mérito, la capacidad, la trayectoria o el auzolan banalizarán siempre sus decisiones y sus opiniones tan publicitadas. Igual lo hacen porque los demás les dejamos que actúen así. No deja de ser una sonora perogrullada engolar la voz y expresar que lo que hay que hacer con la guerra en Ucrania es negociar, cuando nadie está diciendo lo contrario, pero esa fatuidad les permite disfrazarse de progres sensibles, muy humanos y con una visión geopolítica que para si quisiera la señora Ursula von der Leyen. Para ellos, si de repente te encuentras con 200.000 soldados rusos disparando y bombardeando tu país lo que hay que hacer es ir a la plaza Maidán con unas banderitas blancas y cantando al unísono el Himno a la Alegría de Beethoven. Pensar que porque argumenten, lo que no argumentaban cuando ETA mataba, en relación a la inmensa tragedia que vive el pueblo ucraniano, autodeterminado en 1991, que esto lo arreglan los diplomáticos haciendo reverencias y sacándose una foto en un palacio y alrededor de una inmensa mesa con cuatro flores en la mitad, es insólito lo digan en serio. Omitir la legítima defensa ante semejante agresión denota una absoluta falta de ética, de conocimiento de la historia, de no atreverse a decir que están irrestrictamente con Putin y su corte de mudos mientras se aprovechan en todo de las ventajas del mundo occidental que les permite jugar con ese mentiroso y falso progresismo de apoyar dictaduras sanguinarias porque saben que nadie les dirá en serio nada, y esto, sinceramente clama al cielo. Por lo menos a mí me lo parece.

¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia y de pensar que somos imbéciles?. Entiendo que Bildu es un autobús con un conductor de Sortu que ya ha echado por la ventana a Aralar, Alternatiba y forcejea con una EA en manos oficiales que creen, como dicen sus fundadores anulados que “el fin justifica los medios” como explicaron con amargura el martes en este medio y que eso de la democracia no tiene nada que ver con lo que firmaron y acordaron al hacer una coalición, no un partido único lleno de palmeros y con una señora al frente que solo hace lo que le dice Sortu. Mala cosa, mientras están empeñados en hablar mal diariamente de los “horrores“ de una Osakidetza que tendría remedio en algunos de sus truculentos males y denuncias si ellos colaboraran mínimamente en algo. Si a la consejera le escucharan tanto como a los diseñadores de pancartas, otro gallo cantaría, pero es que se está a lo que se está y sus voces dejan en un susurro lo que pueda decir Gotzone Sagardui. Hay mucha gente con el cerebro frito que no está por la labor en nada. Solo tienen derechos, muchos altavoces y mucha gente pasada de rosca.

Le escuchaba a Iker Casanova, candidato a diputado general de Bizkaia, criticarlo todo y proponer redistribuciones tercermundistas cuando si por Casanova fuere, no tendríamos ni Guggenheim, ni incineradora, ni metro, ni un Puerto decente, ni RGI, ni devolución del Concierto, sino eriales para plantar berzas como gráficamente les decía Arzalluz. ¿Cómo es posible que aplaudan a un país sin ninguna libertad de expresión, sin debate, y con un Putin, en sus delirantes discursos, agresivos y mentirosos justificando masacres y acusando a Occidente de permitir la pedofilia y atacar la homosexualidad? ¿No tienen nada que decir ante semejantes rebuznos? ¿De verdad son feministas y antihomófobos? ¿Por qué no hay un coro inmenso que les afee esta insólita conducta en Euzkadi, una sociedad que siempre se ha caracterizado por hablar claro y ser directos?.

A uno le retratan sus opciones y sus amigos. Si Ortuzar fuera a un Congreso de Vox, tendríamos la acusación martilleada cada segundo y con razón, pero esa vara de medir al parecer no cuenta para apoyadores de dictaduras como la nicaragüense, la venezolana, la rusa o la cubana. Y es que no dejan de apoyar gravemente satrapías como la cubana, la dictadura más larga de la historia escrita, 63 años, pero también la más ineficaz y caprichosa, consagrada a criar vacas enanas, a conquistar África, y a otras tareas inverosímiles como aquí vimos el Puerta a Puerta. Las cinco necesidades básicas de la vida moderna son cinco martirios para los cubanos: alimentos, agua, vivienda, transporte y vestido. El sistema de educación solo ha servido para crear una legión de profesionales que desean marcharse del país porque el colectivismo los condena a la miseria. ¿Es esta la agenda oculta que tiene Bildu para Euzkadi? ¿Por qué no la explicitan en la actual precampaña?

Si no es así, deberían decirlo y ETB informar sobre ello, no solo de sus manifestaciones y de sus denuestos contrarios a todo. Lo digo porque el colmo y la ejemplificación de todo esto ha sido el viaje de la izquierda independentista a la Cumbre en Cuba del “think thank” de izquierda revolucionaria, hace quince días, a mediados de febrero. Y es que La Habana acogió recientemente el I Encuentro Internacional de Publicaciones Teóricas de Partidos y Movimientos de Izquierda. La cumbre la organizó Cuba Socialista, la revista teórica y política del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y participaron una treintena de partidos, fundaciones, revistas y centros de pensamiento de izquierda revolucionaria de todo el mundo. La dictadura castrista lleva décadas apoyando a partidos y grupos de este tipo por todos los continentes.

Al encuentro asistió un representante de Erria, la fundación ideológica de Sortu. Su representante en esta cumbre en Cuba celebró la oportunidad de compartir ideas con delegaciones de “los movimientos revolucionarios del sur y norte global”. Los participantes acordaron organizar otros actos para difundir las obras teóricas y los principios ideológicos de la izquierda. Habrá nuevos encuentros en Caracas, capital de Venezuela, y de nuevo en La Habana. Lástima no la organicen en Euzkadi para que nos enteremos de verdad qué proponen o en la propia Moscú.

Es bueno recordar todo esto al cumplirse un año del comienzo de la guerra en Ucrania, generada por la infame invasión rusa. Su aniversario ha sido propicio para relanzar, desde un marco geopolítico, su condición de guerra fría dentro del eje occidente –antioccidente. La visita de Biden a Kiev y las reuniones entre Rusia y China no dejan lugar a dudas, además del discurso de Putin en el que amenaza de nuevo con la escalada nuclear, mientras acusa a Occidente de pervertirse por permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿Qué tiene que ver?

El clásico medidor ideológico de izquierdas y derechas quedó obsoleto para entender esta nueva polarización mundial. Vivimos una época donde un trumpista en Estados Unidos y un podemita en Gasteiz o el representante de Sortu que estuvo en La Habana, dicen lo mismo en relación a la guerra; que hay que negociar con Putin y permitirle que se quede con una parte de un país soberano europeo. Y es que Putin hoy representa tanto la homofobia de extrema derecha como el antimperialismo de extrema izquierda, resumiendo todo el radicalismo antioccidental en su persona. Es el antagonista perfecto de la democracia liberal.

Desde América, José Guedez, horrorizado con lo que está ocurriendo en Nicaragua privando de su nacionalidad a 317 nicaragüenses y propiciando un estado policíaco, escribía:

“La lucha de Putin contra Occidente no es nueva. Lo que cumple un año ahora es su versión militar, pero tiene décadas atacando las democracias en Estados Unidos, Europa y América Latina, bajo el formato de guerra no convencional, con hackeos, posverdad, fakes news y financiamiento a grupos extremistas de lado y lado. Da igual si se trata de chalecos amarillos, conservadores o comunistas. Por eso el apoyo a Rusia disfrazado de pacifismo proviene de lados antagónicos. Complace a unos condenando el matrimonio igualitario y a otros llamando nazis a sus enemigos. Y es que no se trata de izquierdas y derechas, sino de autocracia y libertad, de tiranía y estado de derecho, de pensamiento único y pluralismo”.

El que crea que el campo de batalla es Ucrania, y no aquí las elecciones de mayo y de fin de año, simplemente no ha entendido nada. La guerra cultural se está dando desde hace mucho tiempo dentro de las fronteras de Occidente y su periferia, por eso las democracias liberales están en crisis soportando tensiones populistas totalitarias de todo signo. No ganaremos esta guerra si no reforzamos la democracia como un consenso cultural y nos reconciliamos en sus principios, como la separación de poderes, la alternancia y, sobre todo, la libertad, tanto económica como personal. Al final, el comunismo es el mismo fascismo pero con impunidad. El imperialismo ruso siempre ha sido déspota, absolutista y enemigo de la libertad. Al final, Putin, Stalin y Hitler son la misma cosa y el dilema del Mundo Libre es el mismo: combatir o morir. En Euzkadi, también.

Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)