EL pasado 6 de octubre se presentó en Llodio la Academia de los Pueblos Pequeños que, tras la experiencia piloto realizada en tres municipios alaveses, se extiende a toda Euskal Herria.

El 80% de la población alavesa se concentra en la comarca de Vitoria-Gasteiz, en el Gran Bilbao residen las tres cuartas partes de la población de Bizkaia, mientras que casi la mitad del censo de Gipuzkoa corresponde a Donostialdea, y un tercio de navarros y navarras está empadronada en Iruñea-Pamplona; en fin, la conurbación litoral Hendaia-Baiona absorbe el 60% de la población de la Mancomunidad de Ipar Euskal Herria. Datos bastante elocuentes del crecimiento que desde hace décadas vienen experimentando nuestros núcleos urbanos en detrimento de los pueblos y de las áreas rurales.

Se trata, como se ve, de un problema general que afecta al conjunto de Euskal Herria. Pero un problema que atañe no solo a quienes viven en zonas de escasa densidad demográfica, con servicios públicos restringidos, menores oportunidades de empleo y limitaciones en el acceso a la enseñanza y la cultura, sino que compromete al conjunto de nuestra sociedad. Pues, ya vivamos en cualquiera de los grandes núcleos que hemos citado, o lo hagamos en pequeñas entidades de valle o de montaña, todos y todas estamos estrechamente vinculados por flujos económicos, fundamentos culturales y desafíos medioambientales. Somos mucho más interdependientes de lo que a menudo pensamos, en tanto que miembros de un espacio socioeconómico y cultural común. Por ello, deberíamos evitar hablar de dos mundos distintos o de dos realidades independientes.

Dar la vuelta a esta situación no es tarea sencilla con un modelo como el vigente que está orientado a maximizar su eficacia concentrando recursos en áreas específicas, lo que genera productividad, absorbe población y debilita la masa crítica necesaria para que los pueblos pequeños y las comarcas puedan desarrollarse. La solución pasa por avanzar hacia otro modelo que articule el territorio extendiendo las actividades, generando atractivo y aprovechando las capacidades y las singularidades de cada zona y comarca.

Desde hace cinco años, Eusko Ikaskuntza viene trabajando en un programa denominado Lurralde Oreka-Equilibrio territorial que tiene como afán la elaboración de una nueva percepción social, más justa y enriquecedora, sobre esas geografías a menudo insuficientemente atendidas a pesar de su enorme extensión, sus valores naturales y ecológicos, sus potencialidades económicas, sus tesoros culturales y su significado para el imaginario colectivo. Buscamos contribuir con nuevas herramientas a las políticas públicas, activar y coordinar a los actores sociales, estimular el trabajo conjunto, y hacer que todo ello permee en la sociedad.

Pensamos que el espacio rural tiene un papel capital en la transformación de los actuales sistemas de producción, consumo y transporte, en la conservación de los

ecosistemas y la biodiversidad, en la promoción de cadenas alimentarias más sostenibles y cercanas. Pero, junto con eso, es fundamental que se conozcan y se potencien las nuevas formas de entender la vida en los pueblos, cosmovisiones asociadas a valores como la calidad de vida, el contacto con la naturaleza, el espíritu comunitario y el cultivo de un patrimonio vivo y dinámico.

Como un paso adelante en esta labor, que necesariamente ha de ser de largo aliento, este mes se presenta la Academia de los Pueblos Pequeños, Herri Txikien Akademia, un nuevo ámbito para la reflexión y la transferencia de conocimiento, así como para la generación de sinergias entre municipios y personas con intereses comunes, que tiene tres objetivos principales: incorporar agentes que compartan la preocupación por el medio rural y el futuro de las comunidades menores; crear un espacio de diálogo provechoso; intercambiar proyectos y experiencias para el desarrollo del medio rural y de los pueblos pequeños, y promover nuevas iniciativas y propuestas. Todo ello lo trabajará no sólo con su debido tratamiento académico, sino que la Academia seguirá profundizando en cada eje temático mediante talleres y jornadas abiertas al público.

Cuestiones como la digitalización en poblaciones pequeñas, el arraigo juvenil y femenino, el papel de la mujer en los cuidados, la atención y convivencia con la nueva población, el empleo y promoción de actividades económicas tractoras relacionadas con el territorio, la vivienda en el medio rural y los espacios para la implantación de actividades económicas, o las dinámicas intergeneracionales y la vida comunitaria son algunos de los temas transversales que han sido identificados en las diferentes sesiones que viene organizando Eusko Ikaskuntza.

La Academia tiene sus puertas abiertas a ciudadanía y activistas residentes o im- plicados con el futuro del medio rural; corporaciones, asociaciones y movimien- tos; y, más en general, a toda persona interesada y sensible por una cuestión que exige una acción positiva y concertada. En ello va en juego el porvenir de nuestro país y de una sociedad bien integrada y cohesionada, sostenible y eficiente de cara a los retos del siglo XXI. l

* Vicepresidenta por Araba de Eusko Ikaskuntza