CUANDO hablamos de respetar los límites de la naturaleza y del planeta en el que vivimos, nos vienen a la cabeza numerosos hechos y factores que intervienen en lo insostenible de nuestro sistema. El ser humano ha logrado tener una capacidad de transformación del entorno inimaginable hasta hace unos pocos cientos de años. Y lo ha logrado gracias a la utilización de la energía, necesaria para cualquier actividad en las sociedades actuales.

En la historia de la humanidad, y mucho más en la del planeta, el lapso de tiempo en el que el ser humano ha hecho uso de las energías fósiles y de la nuclear es apenas un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, este hecho, que posibilita la vida social y económica tal y como la conocemos hoy en día, ha tenido efectos gravísimos. A nivel medioambiental, la utilización de este tipo de fuentes ha generado en todos los ámbitos un nivel de contaminación que ya está transformando de forma importante los ecosistemas. En el plano social, ha favorecido la concentración de poder a nivel planetario como nunca antes se había visto, ha generado conflictos sociales y bélicos también a escala global?

Los cambios que ya se están dando en las dinámicas climáticas y que se harán más profundos en las próximas décadas van a depender de los esfuerzos que se hagan para abandonar un modelo económico basado en la utilización de los combustibles fósiles. El Acuerdo de París, firmado en diciembre de 2015, que ha sido el último establecido a nivel mundial, nació con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales y limitar el aumento a 1,5°C.

En la primera quincena del pasado diciembre, en la Cumbre del Clima celebrada en Madrid, los negociadores solo pudieron acordar un débil llamamiento a los países a realizar esfuerzos más ambiciosos contra el cambio climático. Y ante la imposibilidad de consensuar un texto tuvieron que aplazar de nuevo el desarrollo del artículo del Acuerdo de París referido a los mercados de CO2 a la próxima cumbre que se celebrará en Glasgow en noviembre de 2020.

En el caso de Euskadi, contamos con la Estrategia de Cambio Climático del País Vasco-KLIMA 2050, que fue aprobada en 2015, y cuya actualización se plantea ahora, con objetivos más ambiciosos, tras la próxima aprobación de la Ley vasca de Cambio Climático. Concretamente, el pasado 4 de junio el Consejo de Gobierno vasco aprobó el anteproyecto de Ley de Cambio Climático. Desde entonces, el borrador de anteproyecto de la Ley vasca de Cambio Climático ha sufrido no pocos cambios, fruto del proceso participativo y de los análisis de las alegaciones y observaciones recibidas, que han modificado en mayor o menor medida el 50% del articulado y sus disposiciones. El anteproyecto de la Ley vasca de Cambio Climático se espera que sea aprobado en Consejo de Gobierno en el primer trimestre de 2020 con el objetivo de que cuanto antes inicie su tramitación parlamentaria.

A partir de la entrada en vigor de la nueva ley, es intención, tal y como se ha hecho público por parte de los responsables del departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda del Gobierno vasco, aprobar una nueva estrategia de Cambio Climático para Euskadi. Esa es una de las novedades que incluye la versión 1.0 del anteproyecto, que en una disposición transitoria recoge que en el plazo de un año se proceda a la revisión de dicha estrategia para 2050, lo que traerá consigo la actualización de los objetivos recogidos en la misma.

El objetivo fundamental de la actual estrategia es que Euskadi sea neutral en emisiones en 2050, esto es, que no produzca más CO2 del que es capaz de absorber en ese año. Pero esa previsión tiene visos de revisarse y adelantarse próximamente. Así se recoge ya en el capítulo primero del anteproyecto que ha sido actualizado para incluir una cuestión muy importante, que dice que el objeto de la ley es "conseguir reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el tránsito hacia una economía neutra en carbono a más tardar en el horizonte de 2050".

La ley vasca será una de las precursoras en lo que a comunidades autónomas se refiere. Hasta el momento, Baleares dispone de una normativa propia, aunque menos ambiciosa que la futura Ley vasca de Cambio Climático, y, de momento, la ley catalana se encuentra recurrida en el Constitucional. Por otra parte, el acuerdo programático del PSOE y Unidas Podemos para la legislatura española establece que una de sus prioridades será la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

La Ley vasca de Cambio Climático vasca engarzará también algunos aspectos de la Ley de Sostenibilidad Energética aprobada el pasado febrero en la Cámara Vasca y también ligará varios aspectos de la próxima Ley de Movilidad Sostenible, cuyo proyecto fue validado por el Gobierno vasco el pasado 3 de diciembre y remitido al Parlamento para su aprobación.

La movilidad sostenible es un concepto nacido de la necesidad de dar respuesta a los problemas sociales y medioambientales surgidos por el uso masivo del vehículo privado e impulsado por la utilización de combustión de derivados del petróleo.

Una Ley de Cambio Climático en Euskadi es absolutamente fundamental, por varias razones. En primer lugar, conseguir que Euskadi reduzca tanto las emisiones de gases de efecto invernadero como la vulnerabilidad a los impactos del cambio climático, es favorecer la transición hacia un modelo neutro en emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, transformar el modelo de producción y acceso a los recursos naturales y energéticos. En segundo lugar, supone actualizar, reforzar y dar soporte jurídico a los planes que se han elaborado durante los últimos años en el ámbito del cambio climático. En tercer lugar, promover y garantizar la coordinación de todas las políticas sectoriales relacionadas con el cambio climático y la coordinación de todas las administraciones públicas vascas, así como fomentar la participación de la ciudadanía, de los agentes sociales y de los agentes económicos. Y, en cuarto lugar, favorece la posibilidad de convertirse en una comunidad que abandere la investigación y aplicación de nuevas tecnologías para sentar las bases hacia una economía descarbonizada y adaptada a los efectos climáticos.

Finalmente, otro aspecto importante a reseñar en el año entrante es la aprobación por el Parlamento Vasco de unos presupuestos muy volcados en la lucha contra el cambio climático. Las cuentas que el Gobierno del PNV y el PSE-EE han sacado con el apoyo de Elkarrekin Podemos acumulan inversiones de cerca de 700 millones de euros destinadas a temas medioambientales, con la perspectiva climática, con la que se trata de arbitrar medidas que permitan acercarse al objetivo de llegar a 2050 con neutralidad en emisiones de carbono.

* Experto en temas ambientales y Premio Periodismo Ambiental del País Vasco 2019