AUNQUE se repita mil veces, una afirmación falsa no se convierte en verdadera automáticamente. Llevamos ya años escuchando y leyendo desde ámbitos sindicales, en especial desde el sindicato ELA, y también a algunos políticos, que en Euskadi existe una gran precariedad laboral y que los salarios son bajos, sin saber comparando con quién ni para qué actividades.

En cualquier caso, de la generalización y su constante repetición nacen las dudas y las preguntas. Podría parecer que todo es precario en Euskadi en el mundo laboral, cuando en realidad ocurre justo lo contrario.

En primer lugar, y en lo que se refiere al desempleo y la contratación, tenemos en la actualidad una tasa de paro del 10,2%, con 935.100 personas trabajando sobre una población activa de 1.141.300. En algunas comarcas de Gipuzkoa y Bizkaia el desempleo es prácticamente inexistente debido a la actividad de las empresas, sus productos y mercados y, claro está, a su competitividad. En otras zonas, como la margen izquierda del Nervión y Pasaia, el desempleo es, en muchos casos, estructural y se debe principalmente a los perfiles profesionales existentes limitados por la edad, la formación y el conocimiento, que requieren planes específicos y no generalistas para su inserción laboral.

En cualquier caso, y según datos de Lanbide, el 62% de las personas paradas actualmente solo tiene estudios mínimos y el 38% restante está insuficientemente formado. Está claro: a más formación y capacitación, mayor éxito en el acceso y permanencia en el empleo. Este mensaje es sobre todo para nuestros/as jóvenes.

En esta línea, las empresas continúan trasladándonos que tienen problemas para incorporar personas con determinadas cualificaciones y competencias.

Otro dato: tres de cada cuatro trabajadores/as con contrato laboral en Euskadi cuentan con un contrato indefinido y el 80% de ellos/as trabaja a jornada completa. Asimismo y desde hace ya varios años los contratos temporales que pasan indefinidos crecen sustancialmente.

La temporalidad en algunos contratos tiene que ver con dos factores: en primer lugar, con la confianza empresarial y con la actividad realizada, ya que no pueden ser indefinidos contratos para actividades o tareas que no lo son. Y, en segundo lugar, la temporalidad se debe a los costes de ajuste existentes en la actualidad, que desincentivan la contratación indefinida. Una solución a este problema, junto a una simplificación de las modalidades de contratación, ayudaría a resolver la temporalidad, que no solo es mala para el trabajador sino que es mala también para las empresas.

Las críticas por la supuesta existencia de bajos salarios en Euskadi no se sustentan si nos atenemos al rigor y a datos objetivos. Euskadi cuenta con los salarios más altos del Estado desde hace ya muchos años, y cuenta con los convenios colectivos más beneficiosos para los trabajadores.

El coste laboral por trabajador y mes en Euskadi en 2018 se situó en 3.211€, lo que supone un 19% más que en el Estado. Y además, este coste laboral ha crecido durante el 2018 de forma paulatina, hasta alcanzar un 3,1% (en el Estado crece solo un 0,9%). Debemos recordar también que el 44% de las personas asalariadas en la Comunidad Autónoma Vasca tiene un salario superior a los 2.136€.

Por otra parte, las empresas vascas llevan ya muchos años incrementando los salarios por encima de los IPC. Además, han mantenido vigentes mayoritariamente y de forma voluntaria las condiciones de convenios colectivos ya decaídos en los años de crisis económica reciente.

Nuestro reto como país es transformar las relaciones de las personas en las empresas de una manera generalizada fomentando la participación, la comunicación y la transparencia. Y esto no se hace manteniendo posiciones de conflicto y confrontación permanentemente con sus correspondientes y repetidos mensajes belicistas.

No podremos resolver los problemas en el seno de nuestras empresas en este ya avanzado siglo XXI con recetas de mediados del XX, ahora que se apuesta por una supuesta “contrarreforma laboral”.