hOY, y durante mucho tiempo, la economía será la que determine el rumbo y las políticas de desarrollo de los países. Pero esta disciplina que se aplica en las relaciones que van desde lo más pequeño, como la compra diaria, hasta las políticas monetarias o de crecimiento de las regiones, irá adoptando distintas modalidades. Serán distintas en la forma de ejecutar los intercambios y de valorar los recursos materiales e inmateriales. Y también lo serán en la forma en que se medirán las inversiones y los beneficios aplicados en los distintos periodos de tiempo, así como por los distintos fines económicos, tecnológicos o sociales que atiendan.
Recientemente, están surgiendo términos para denominar nuevos tipos de economías. En cada una de ellas se destacan especialmente algunos rasgos de la economía que todos conocemos. Entre ellas, la economía colaborativa realza la proximidad de los intercambios como una fuente de ventajas por la relación de cercanía entre comprador y proveedor. Y como consecuencia genera una mayor confiabilidad y a su vez una reducción de costes. También hablamos de la economía circular, que busca la optimización de los subproductos de desecho de un proceso fabril o agrícola para convertirlos en la entrada de otros procesos de otras empresas, y así reducir los costes y el impacto medioambiental en su conjunto. Pero sobre todas ellas, por su dimensión, destaca hoy en día la economía de consumo, que tiende a proponer continuamente nuevos objetos o bienes atractivos a los clientes, a través de la publicidad, para generar esa demanda motora que tanto gusta a la economía tradicional.
Un dinámica acelerada Nuestro momento, y en comparación con lo pasado, se caracteriza sobre todo en la velocidad con la que ocurren las cosas, y también en la aceleración y crudeza con la que surgen los problemas. En esta dinámica acelerada empleamos muchos recursos, e incluso desarrollamos tecnología, para resolver problemas que podrían haberse evitado y que son fruto de decisiones pasadas y recientes. La economía tradicional, en sus diferentes formas ya citadas, busca optimizar lo existente en un espacio de recursos escasos. Pero no se ocupa tanto de eliminar problemas futuros, sobre todo por la falta de cuantificación de la dimensión de los mismos y por la ausencia de interés en la rentabilidad a largo plazo de las decisiones que se puedan tomar ahora.
La economía de lo evitable se basa en aplicar hoy recursos para evitar problemas posteriores, dentro de unos cuantos años, que son hoy evaluables y cuyo coste futuro (en caso de que se quieran resolver) será sin duda mucho mayor. En aquellas cuestiones en las que los tiempos de obtención de los resultados son muy largos, como la salud, la educación, el conocimiento, los cambios biológicos, la cultura y otros, el balance de corto plazo no sirve. Tratamos en la economía de lo evitable de comparar beneficios futuros con costes presentes de acciones que eliminan problemas que crecen. Un ejemplo de la economía de lo evitable es la economía preventiva referida al cambio climático, considerando el valor de ausencia de las amenazas que este puede desencadenar, en caso de una modificación brusca y global de las condiciones de temperatura y de otras condiciones geográficas y atmosféricas.
La economía de lo evitable tiene otras muchas formulaciones en el campo de la salud y de la educación de jóvenes y ciudadanos y en sus interrelaciones. Por ejemplo, la prehabilitación física, con una preparación deportiva antes de algunas intervenciones quirúrgicas se pueden reducir radicalmente costes clínicos y de rehabilitación. Además, puede generar niveles de recuperación muy superiores, con lo que supone respecto de calidad de vida del paciente y su entorno, además de generar empleos de valor. En el mundo educativo tenemos otros ejemplos sobre cómo la intervención precoz ante síntomas de desinterés escolar del alumno puede recuperar su motivación y reducir el fracaso escolar. Lo mismo sería su aplicación en el bullying respecto a la implicación de los compañeros o en la orientación laboral en los estudios desde temprana edad, o en los casos de violencia de género.
La economía de lo evitable tiene algunas características que la hacen muy singular y diferente de la economía del corto de hoy. Estas cinco características son: la anticipación o preactividad, la aplicación de saberes multidisciplinares, el impacto transversal en áreas muy diversas, la personalización de las soluciones y la creación de empleo de calidad.
La economía de lo evitable es preactiva, es decir, genera condiciones para que no ocurran cosas, para lo que necesita un buen conocimiento sistémico en el diagnóstico del origen de los problemas. Se trata siempre de atajar causas, frente a lo tradicional a corto de nuestras soluciones ante los problemas, que es resolver los síntomas. La segunda característica es la aplicación de saberes multidisciplinares, porque los problemas complejos necesitan que trabajen juntos distintos tipos de expertos. La tercera característica es que las mejoras finales se producen en ámbitos a veces distintos y distantes de donde se aplican los recursos. Es frecuente que las inversiones que se realicen en un ámbito del problema, rindan beneficios en otros ámbitos. Por ejemplo, una mejor intervención y orientación educativa resulta provechosa en la inserción y productividad laboral futura.
La cuarta es que su aplicación generalmente solicita un trato personal y singular caso por caso, ya que las soluciones difieren de persona a persona. Requieren una alta flexibilidad y visión compartida de los diferentes profesionales que participan en el proceso alrededor de una persona y una situación. Y por última y quinta característica de la economía de lo evitable es que el empleo que genera es novedoso y creciente. Este empleo es fruto de la interrelación de expertos de distintos perfiles, en aprendizaje y cooperación necesaria entre diversas instituciones y profesionales. En el caso de la prehabilitación operatoria, estamos hablando de procesos de servicio diseñados para cada persona, por traumatólogos, preparadores físicos, psicólogos y educadores.
Enormes retornos Tal vez sería interesante conocer mejor qué parte de la economía de nuestro PIB trabaja desde la perspectiva de la economía de lo evitable, en lo público y en lo privado. Las inversiones en economía de lo evitable tienen unos enormes retornos económicos, y crean condiciones para una mejora de aspectos personales como la educación, la salud y convivencia, es decir en calidad de vida. Pero es sin duda una economía generadora de oficios de más valor y conocimiento, por lo tanto de mayor productividad, aspecto que tanto reclamamos en nuestros días.
El diseño social, el empresarial y el fiscal deberían ser tres espacios desde donde impulsar este enfoque de esta nueva economía y sistema productivo, para combinar inteligentemente presente y futuro, a la vez que se elevan las condiciones laborales y la calidad de vida de las personas.