EN estos días, el autobús tránsfobo de la organización de ultraderecha y ultracatólica Hazte Oír viene focalizando un debate social, político y jurídico, de no poca importancia. Lo que está en juego son los derechos y la dignidad de las personas que luchan por su identidad de género y, en este caso en particular, los mensajes de discriminación que exhibe el autobús (los autobuses) afecta a menores de edad, lo que agrava la criticada campaña. Ahora bien, tengo serias dudas de que la mejor alternativa sea la prohibición de circulación del citado vehículo. Prefiero que se combata la campaña ultraderechista con argumentos. En realidad lo sucedido ha abierto una oportunidad para una campaña positiva sobre la transexualidad desde instituciones, partidos políticos, medios de comunicación, iglesias, universidades y otros ámbitos. En cambio, recortar la libertad de expresión es siempre peligroso, porque una prohibición lleva a otra y su encadenamiento puede traducirse en nuevas leyes mordaza.

Lo que sí es alucinante es que el ministerio del Interior del ultra Jorge Fernández Díaz concediera a Hazte Oír el estatus de utilidad pública con las consiguientes ventajas fiscales. De modo que esta organización funciona con una parte de dinero de todas y todos los ciudadanos.

Pero, ¿quién está detrás de Hazte Oír? Me interesa este asunto en la medida en que creo que su provocación bien calculada lo que pretende es medir las reacciones de la sociedad e instituciones dentro de una estrategia que promete subir el tono para tratar de influir sobre la vida política y el pensamiento de la ciudadanía.

En mayo de 2014, el Juzgado de Primera Instancia número 48 de Madrid dio por acreditada la relación de miembros de Hazte Oír con la sociedad secreta y paramilitar El Yunque. Desde entonces, la Iglesia católica aumentó su distanciamiento de Hazte Oír, siendo el obispo José Ignacio Munilla uno de los que pidieron a El Yunque que dejara de existir como sociedad secreta. El historiador Santiago Mata, autor del libro El Yunque asegura que, inicialmente, Rouco Varela mostró simpatías con la sociedad secreta, de manera discreta, para posteriormente volverse crítico, sobre todo a raíz de la agresiva campaña de dicha organización para captar jóvenes e incluso menores en colegios, universidades y muy especialmente en realidades eclesiales y movimientos religiosos como actividades parroquiales, Javieradas, Camino de Santiago, Congregaciones Marianas...

Pero, ¿qué busca El Yunque? Según Mata, “La Orquesta”, como así la llaman sus miembros, fue fundada en México por Ramón Plata en 1953 y desembarcó en el contexto de la transición española. Prosperó en la etapa de Zapatero capitalizando el descontento social católico que despertaron las reformas del matrimonio, el sistema educativo y el aborto. Pero quienes trabajaron en las organizaciones familiares que articularon las protestas, descubrieron su existencia como sociedad secreta y sufrieron la desmedida ambición de sus miembros y el recurso a métodos poco cristianos para ganar protagonismo o para desacreditar a cuantos pudieran hacerles sombra o escapar a su control. La matriz mejicana es más radical que la sucursal española y plantea su lucha como una guerra justa en la que todo está permitido para impedir el avance de lo que consideran leyes maléficas, aunque las decisiones hayan sido tomadas por elegidos en las urnas o por las instituciones democráticas.

El Yunque no descarta la sedición. En su radicalidad, El Yunque mejicano mantiene una teatralidad en sus sesiones presididas por el lema Dios, Patria, Yunque. En sus sesiones, los iniciados juramentan obediencia, la primacía del secreto y otros compromisos de por vida. Ahora bien, El Yunque español colabora estrechamente con sus hermanos mejicanos en el desarrollo de sus campañas contra la homosexualidad y el aborto.

Una ideología sin valores El Yunque pretende ejercer de contrapoder mediante una influencia decisiva sobre medios de comunicación, partidos, dirigentes y afiliados significativos por su profesión o estatus social. Su misión es la supuesta defensa de los valores cristianos. Para algunos analistas, el problema esencial no es qué piensa El Yunque sino cómo pretende lograr sus objetivos atacando a la democracia a través de una conspiración secreta permanente (prohibida en la Constitución española) obligando por juramento a sus miembros a defender sus mandamientos por encima de cualquier consideración, incluida la vida de las personas. Su ideología no reconoce al distinto, al que considera prescindible y expulsable de su modelo de sociedad. Su idea de la conquista del reino de Dios viola los principios de tolerancia, respeto mutuo y convivencia pacífica.

Durante el juicio antes mencionado, según testigos citados por el periódico el confidencial.com, se revelaron las identidades de los dirigentes de El Yunque en el Estado español, entre ellos, Eduardo Hertzfelder, presidente del Instituto de Política Familiar, o Luis Losada, subdirector del diario La Gaceta, del Grupo Intereconomía. Naturalmente, Losada negó conocer El Yunque, algo que hacen todos sus miembros para preservar el secreto. Oficialmente, no existe, y en esto consiste una parte de su peligrosidad.

Mata afirma que el credo de El Yunque es “defender la religión católica y luchar contra las fuerzas de Satanás”, como si de una cruzada se tratara. Pues bien, esta organización apoyó inicialmente a Rajoy cuando accedió al gobierno, pero le quitó su apoyo a raíz de la dimisión de Gallardón por su fracaso de reforma de la ley del aborto. Actualmente, tiene puentes cortados con el PP aun cuando mantiene influencia sobre algunos de sus miembros que mantienen proximidad con la sociedad secreta. Significativo es el caso de Esperanza Aguirre, que siendo presidenta de la Comunidad de Madrid, concedió dinero a Hazte Oír procedente de la Agencia de Cooperación e Inmigración. Otro partido tocado por El Yunque es VOX. Hace ya poco más o menos un año que afiliados de este partido protestaron y se dieron de baja por considerar que su dirigente, Santiago Abascal, tenía tales vínculos con El Yunque y sus plataformas sociales que estaba convirtiendo al partido en una sucursal de la sociedad secreta. Lo curioso es que este hecho lo reconoce la página derechista de elrincondelalibertad.com.

El historiador Mata da algunos nombres: Ignacio Arsuaga, Luis Losada, Jaime Urcelay, Alberto Hertfelder, Leonor Tamayo, entre otros, y nombra a organizaciones como Hazte Oír, Citizen Go, Más Libres, Profesionales por la Ética, Instituto de Política Familiar, Organización del Bien Común, que estarán en la órbita de El Yunque. No son muchos, pero al parecer están en todas partes, lo que inquieta a la Iglesia católica, cuya cúpula considera a El Yunque como un problema y un factor que divide a los católicos. Obispos como el de Getafe y Toledo han prohibido actividades de Hazte Oír en sus diócesis, siendo los obispos más combativos; pero, es verdad que hay excepciones y así se considera al cardenal Cañizares como muy próximo a los yunqueros.

El informe de Rouco Es interesante saber que Rouco Varela encargó un informe del que se ha declarado autor el filósofo Fernando López Luengos, bajo el título de Análisis del asociacionismo de los laicos cristianos españoles y la intromisión de El Yunque. El informe, que fue validado por el ministerio fiscal, incluye 39 testimonios y en él su autor afirma que hay miembros de El Yunque en Intereconomía, La Gaceta e infiltrados en Telemadrid y La Razón. López Luengos denomina secta a El Yunque y afirma que “no trabaja mostrando su identidad e intenciones”, sino que se sirve de asociaciones-tapadera, todas ellas legales, “para incidir en la sociedad”. Todos los obispos de la Conferencia Episcopal conocen ese informe. Se han comprometido a sacar a los miembros de esta organización de la jerarquía y de la base.

No creo, sin embargo, que se deba crear una alarma respecto a la capacidad de esta organización secreta para incidir en la sociedad y en sus instituciones. Pero sí es verdad que en el marco general de una tendencia conservadora en toda Europa, donde florecen partidos políticos xenófobos, homófobos, tránsfobos y hasta misóginos, este tipo de movimientos sí pueden encontrar bolsas de apoyo social e incluso en el ámbito de la política. No es cosa de pasar de largo respecto de su existencia. Oficialmente no existe, no tiene sede, ni estatutos, pero El Yunque está. Planea sobre la sociedad, estudiando siempre por dónde atacar.