ME gusta leer los artículos de mi buen amigo, el periodista Joan Tapia, en su día director de La Vanguardia, después director de RTVE en Catalunya y, en la actualidad, amén de contertulio en radios y televisiones, publicando al menos dos artículos semanales en El Periódico de Catalunya, donde yo también escribí durante bastantes años. Joan es un buen analista político. Cuando viene a Donosti, al menos una vez al año, procuramos encontrarnos. Lo mismo sucede cuando yo voy a Barcelona. Charlamos largo y tendido, pero con Joan es prácticamente imposible hablar de otra cosa que no sea de política. A veces coincidimos en el Palau, ahora en los medios por el desfalco sufrido, o en el Kursaal donostiarra. Pero tras un brevísimo comentario del concierto escuchado, ya me lanza la pregunta: y ¿cómo van las cosas por Euskadi?
Me suele poner en apuros pues está más al tanto de los dimes y diretes de “lo nuestro” que yo mismo. Si yo le hablo de mis libros sobre los jóvenes, la familia, la religión etc., me escucha educadamente, pero rápidamente me formula la pregunta de “¿y cómo van las cosas por Euskadi?”, “¿volverá a ganar el PNV?”, “¿sigue fragmentado el PSE?”, y durante los años de plomo, con ETA a lo suyo, siempre acabábamos hablando del fin del terrorismo. Coincidimos bastante.
Joan es un hombre muy ecuánime en sus juicios y en sus planteamientos, que es lo que personalmente más valoro de un analista, aunque no oculta su tendencia socialista. No solamente está en su derecho sino que, además, cuando uno se expone en los medios de comunicación es imposible ocultarlo. Incluso diría que deseable para que el lector sepa quién es quién. Todos los que me leen, al menos con alguna frecuencia, saben bien de qué pie cojeo.
Vaya usted a saber... Pero ya es hora de hablar de Mariano Rajoy a quien Joan Tapia dedicó un artículo que tituló “El momento dulce de Mariano Rajoy” (El Periódico de Catalunya, 21/02/17). Recuerda Joan cómo, hace un año, Rajoy era un político con muchos problemas, tantos que no se presentó a la investidura, que le correspondía al tener el primer grupo parlamentario, por miedo a perder. Y dejó que Pedro Sánchez pasara delante. El entonces líder del PSOE pudo ser presidente del gobierno. Llegó a un pacto con Ciudadanos y hubiera bastado que en su sesión de investidura de marzo del año pasado, el Podemos de Pablo Iglesias no hubiera votado lo mismo que el PP de Rajoy, esto es, que se hubiera abstenido en vez de votar no, para que en la actualidadel Partido Socialista gobernara España. Vaya usted a saber dónde estaría hoy Mariano Rajoy... pero en la actualidad él es quien gobierna, con más votos de los que tenía en marzo pasado, tras lograr que le apoye Ciudadanos, con Pedro Sánchez defenestrado por su propio partido y mientras Pablo Iglesias ya puede gritar todas las veces que quiera que es una vergüenza que gobierne Rajoy pero, todos, empezando por no pocos en su propia formación, le recuerdan que fue él, con su voto, quien impidió que Sánchez fuera presidente y, a la postre, permitiera que Rajoy siguiera en La Moncloa donde ahora está instalado, con relativa calma. Dicen que fumando puros, a escondidas. Como don Tancredo, viendo pasar los miuras por su puerta.
los errores ajenos ¿Cómo es posible que un hombre plano, que en España es de los peor valorados en las encuestas, que sabe que no tiene nada que hacer en Euskadi y en Catalunya, gobierne en España, y en Europa, ocupe, ahora, un lugar relevante, aunque, en parte, gracias al Brexit? El éxito de Rajoy es, en gran medida, consecuencia de la inoperancia y de los errores de los demás partidos políticos. Acabamos de señalarlo en el caso de Podemos, del que, tras el triunfo de Iglesias sobre Errejón en Vistalegre 2, salvo catástrofe mayúscula en Europa, creo que ya ha llegado a su techo y le auguro un descenso en el favor de los electores, salvo en Madrid capital quizás, quizás, y en Barcelona, más probablemente, donde gobiernan dos mujeres que no son, propiamente hablando, de Podemos. Por ejemplo, acaba de mostrarlo Carmena en Madrid condenando la situación de los presos políticos en Venezuela y apoyando una moción de los demás partidos políticos en ese sentido (la condena selectiva de unos u otros presos políticos retrata muy bien a los partidos, en Euskadi sabemos mucho de esto, como retrata a los medios de comunicación dónde ponen el acento, y la censura, en la libertad de expresión).
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, es un hombre inteligente que, sin embargo, se me antoja un chisgarabís que, afortunadamente, nada tiene que hacer en Euskadi pues, si pudiera, intentaría cargarse el Concierto Económico y que, en España, ha decidido convertirse en un inquisidor, pero sin querer aceptar la responsabilidad de gobernar.
El PSOE da pena. Aquí cito a Joan Tapia, quien escribe que el PSOE “resiste bien en las encuestas, pese a estar sin líder, y la gestora lleva el día a día con un notable alto, pero no se han cerrado las heridas del pasado 1 de octubre cuando la dimisión forzada de Sánchez. Es más, el cisma entre sanchistas y susanistas parece haberse agravado, al perpetuarse, y no es seguro que las primarias de mayo arreglen las cosas”.
Tapia comenta los datos muy concordantes del CIS de enero y de la encuesta de El Periódico de febrero, recuerda que “hay un tercer candidato, Patxi López, el mejor valorado en la encuesta, que huye de la polarización pero que también abunda en tópicos. Y una batalla a tres puede acabar con un secretario general elegido con menos del 50% de los votos”. Personalmente, nunca he entendido que el PSOE arrincone, a menudo, al candidato que, más allá de sus bases, más votos concitaría en la ciudadanía. Sucedió en Euskadi y en España con Ramón Jáuregui y está sucediendo ahora con Javier Fernández. No lo entiendo, claro que yo no estoy en el PSOE, y menos aún en sus mentideros.
¿Quién lo hubiera dicho? Este lunes pasado, se reunieron en Versalles los cuatro jefes de los Estados más grandes de la Unión Europea. España entre ellos, desde que Gran Bretaña decidiera salirse de la Unión. Dentro de un año, Hollande seguro que no estará. El italiano Gentile, es más que probable que tampoco. La todopoderosa Merkel está en la cuerda floja. En gran parte por su política de apertura a los inmigrantes. Rajoy es el que parece tener más futuro por delante. En Europa y en España. Sí, lo repito: ¿quién lo hubiera dicho hace un año?
Aunque, para el futuro le auguraría negros nubarrones, pues ha llevado al paroxismo la desmembración emocional de España que hace tiempo dejó de ser nación para muchos de sus habitantes. Le salvará, quizás, el calamitoso nivel político de sus contrincantes. Pero, para el independentismo catalán y vasco, con Rajoy en el puesto de mando en la Europa a dos velocidades, poco cabe esperar de la internacionalización del conflicto.