LA Unión Europea (UE) y el Banco Central Europeo (BCE) buscan de forma reiterada diferentes métodos para mejorar el sistema financiero europeo, que sufre, como es conocido por todos, los típicos desencajes debidos a la realización de la política monetaria por parte del BCE y de la política fiscal por los diferentes países soberanos. Es cierto que se han planteado diferentes medidas y se han aplicado diversos cortafuegos para evitar supuestos contagios que puedan generar crisis como la griega. Y han quedado muchas opciones abiertas como la unión bancaria global, mejorar la supervisión por parte del BCE o la emisión de eurobonos. Sin embargo, sorprende la poca atención que ha prestado el debate a la posible aplicación de la ley Glass Steagall, por la cual se debería separar la banca en dos áreas: comercial y de inversión.
La ley Glass Steagall fue aplicada después de la crisis del 29 para intentar evitar la especulación financiera que realizaron los bancos con los depósitos de sus clientes. Y es que en esa época muchos bancos cerraron por la siguiente razón: muchos de los depósitos que habían dejado los clientes se invirtieron en activos financieros especulativos que generaron una burbuja, en especial en el mercado de las acciones. Era una época en la que se aplicaba la regla 3-6-3, por la cual pido un préstamo al 3%, las acciones me dan un rendimiento del 6%, y a las 3 de la tarde me voy a jugar al golf. Era el mundo soñado: se podía vivir sin trabajar. Sin embargo, una economía no puede avanzar si no genera bienes y servicios, si no genera riqueza. Esa subida, o al menos la subida en los estratosféricos niveles de la época, es insostenible. Al final, el mecanismo estalla (por cierto: ¿habrá pasado lo mismo en China?). Volviendo a nuestro relato, después de la explosión de la burbuja, los depósitos de los clientes están respaldados por activos que valen muy poco, de manera que si todos van a sacar el dinero el banco no puede atender las peticiones y se origina una quiebra técnica. Personas que han dejado de buena fe su dinero ven que ya no tienen nada. Pero, claro, el gestor del banco no tiene apuro: ya vendrá papá Estado para arreglar el entuerto. Es un ejemplo claro de riesgo moral: si gano, todo para mí. Si pierdo, se reparte entre la comunidad. Y en pleno siglo XXI todas las estructuras que permitan ese comportamiento humano deberían desaparecer. Y dentro de esas estructuras, las más importantes son los bancos. Una cosa es clara: la única área de negocio en la que existen empresas demasiado grandes para caer es el negocio bancario. Eso no se puede permitir.
La ley Glass Steagall fue derogada en el año 1999, en plena expansión bancaria. ¿Qué ocurrió? Lo explica muy bien el periodista Robert Kuttner ante la Cámara de Representantes: “Desde la derogación de Glass Steagall en 1999, después de más de una década de avances de facto, los superbancos han sido capaces de recrear el mismo tipo de conflictos de interés estructurales que eran endémicos en los años 20: préstamos a especuladores, empaquetamiento y titularización de créditos para su posterior venta al por mayor o al por menor y la extracción de honorarios en cada caso del proceso. Y casi todos estos papeles son aún más opacos para los examinadores de los bancos que lo que fueron para sus contrapartes en la década de 1920. Casi todo esto ni siquiera está en papel, y todo el proceso está superalimentado por computadores y fórmulas automatizadas”.
Además, actualmente el sistema está posado sobre millones y millones de dólares posicionados sobre derivados, los cuales, recordémoslo, son apuestas: no tienen soporte en ningún activo real. El Banco de Pagos Internacionales calcula que el monto total de los derivados ya suma más de 700 billones de dólares.
Por lo tanto, parece necesario restaurar la ley Glass Steagall. Ya existen propuestas de ley ante las dos Cámaras del Congreso en los EE.UU. Pero es que además este tema se vuelve decisivo en la contienda presidencial demócrata: O’Malley es el candidato que más ha insistido en restaurar la ley y Hillary Clinton no respondió a una pregunta del activista Daniel Burke relacionada con este asunto. Con las declaraciones del candidato presidencial republicano Rick Perry ante el Club Yale en Nueva York a favor de la separación de la banca comercial de la especulativa, ya entró el tema en la contienda presidencial por el lado de los republicanos.
Ese debate también se ha abierto en países europeos: por ejemplo, los laboristas británicos están sumidos en el mismo, y en Italia hay seis proyectos de ley para la Glass-Steagall ante el Senado (de izquierda a derecha) y tres similares ante la Cámara de Diputados. Ha llegado la hora de abrir este debate en España.