MUCHOS de los lectores estarán acostumbrados a oír hablar de transparencia. Cada cierto tiempo, sale en prensa o en boca de algún político hablar de tan mencionado término. Se habla mucho de ella, pero poca gente la percibe. Muchas personas piensan que eso de la transparencia es otro engaño de los políticos para lavarse la cara. Y ante esto, ¿qué decir? Pues que sí y que no.

Sí, porque es posible que una parte de los responsables políticos de las instituciones, y en concreto de los ayuntamientos, pongan en práctica iniciativas de transparencia para mejorar la imagen que se tiene de ellos, algo que en la práctica, no tiene este efecto. En cualquier caso, siempre es positivo que la información relativa a la gestión pública esté accesible y se publique para que cualquier ciudadano pueda verla y hacer con ella el uso que estime oportuno. En cualquier caso, esto mejora la calidad de la democracia y aumenta las posibilidades de control político.

Un gobierno más abierto El no lo podemos argumentar por lo dicho anteriormente y porque, sinceramente, cada día hay más personas plenamente convencidas de la necesidad de avanzar hacia un modelo de gobierno más abierto. No en vano, esta cuestión es algo que se lleva trabajando muchos años y por ello tenemos en nuestro país ejemplos reconocidos por organismos internacionales independientes, de modo que algo se estará haciendo bien.

También creo que quien mejor lo hace, quien mejores puntuaciones saca, que es al fin y a la postre quien más tiempo y esfuerzo dedica a esta cuestión, sabe de sobra que una buena parte de la ciudadanía ni conoce sus esfuerzos, ni accede a la información ni le valora mejor por ello. Es una cuestión de cultura democrática.

Además de estos dos, tal vez deberíamos abrir un tercer grupo de ayuntamientos, el de la desidia, el de aquellos a quienes no les importa un bledo, ni siquiera por imagen. Triste y a la vez preocupante. No porque haya una masa de personas deseando acceder a esta información que hasta el momento se oculta, sino porque detrás de esa actitud se esconde una forma de actuar alejada de una cultura democrática moderna. Detrás de esta actitud están personas que piensan, al más puro estilo de los 80, que “la gente no sabe”, que “a la gente no le importa nada de esto”. Y ahí se equivocan, y mucho.

Abrir cauces Las personas queremos que nuestro ayuntamiento haga cosas, que solucione problemas y que nos ayude a vivir mejor. Esa, desde luego, debe ser la principal razón de ser de un gobierno. Pero es algo que se puede hacer de un modo más eficaz si lo llevamos a cabo con transparencia y abriendo cauces de participación ciudadana.

No gestionemos infantilizando a las personas. Somos ciudadanas y ciudadanos y es precisamente ese concepto de ciudadanía el que nos reconoce unos derechos y obligaciones de las que somos muy conscientes y queremos poder ejercerlas en plenitud.

Para ello, es necesario que quien nos gobierna ofrezca herramientas que nos permitan evaluar y actuar de forma activa sobre lo que hace nuestro ayuntamiento. * Portavoz de EAJ/PNV en el Ayuntamiento de Barakaldo y juntera en Juntas Generales de Bizkaia