uN patrón recurrente a lo largo de la historia es el del pan y circo romano, más que conocido por todos. También es conocido por todos que hoy en día hay tres escenarios a los que se puede aplicar: el deporte (en especial el fútbol), el corazón y la política. Pues bien, a estos tres escenarios quiero añadir uno que tiene una importancia especial en el mundo en el que vivimos: el circo mediático.
Conocemos muchos tertulianos que entran en estos círculos en programas de televisión, en la radio, escribiendo columnas en prensa, comentando cuestiones obvias como que "es una vergüenza que los violadores y los pederastas están en la calle". Sí, claro. Pero es que eso ya lo veo yo. Y este problema es gravísimo, ya que condiciona nuestra forma de ver el mundo. Y si no vemos el mundo como es, no podemos diagnosticar bien los problemas. Y si el diagnóstico es malo, la solución no puede ser buena. Y así nos va.
Lo expresa Mario Vargas Llosa cuando comenta el riesgo de que desaparezcan los libros de papel: "Si los libros de papel desaparecen porque los entierran las tabletas, temo mucho que suceda lo que sucedió con la televisión: que vayamos hacia una literatura quizá divertida, pero absolutamente banal. Y no solo perderemos una fuente del placer intelectual, sino de espíritu crítico. El arte del puro entretenimiento no estimula la conciencia crítica y no permite entender la sociedad como algo problemático. Es un estupefaciente pasajero. Y eso es gravísimo para la cultura. En esa dirección podríamos tener una sociedad completamente controlada por la técnica".
A veces, ese aspecto de la televisión lo diviso en diferentes medios. Un buen analista debe cumplir una de estas tres condiciones: ser experto de un tema puntual como el mal de las vacas locas, el clima o la energía nuclear (por supuesto, este tipo de analistas solo podría salir de cuando en cuando); ver lo que nadie ve o divisar patrones ocultos (la visión anterior de Vargas Llosa es un buen ejemplo); o tener una amplia cultura general acompañada de una gran visión histórica que le permita relacionar problemas en el espacio y en el tiempo. Observar que para la segunda condición no es necesaria la tercera, aunque ayuda, ¿verdad?
Un intelectual de categoría sería alguien que cumpliese las tres condiciones. Y estas personas son las que nos deberían ayudar a ver el mundo como es. Y, por lo tanto, deberían ser las referencias de un país, como Jurgen Habermas en Alemania o Edgar Morin en Francia. No entro en su ideología, ya que cada uno debe tener la suya, sino en su influencia. Sin embargo, ¿qué debates tenemos en España? Escándalos de corrupción, cotilleos del corazón, debates interesados en el deporte... En ellos aparecen nuevas esperanzas políticas que van a lograr la regeneración del partido del gobierno o del de la oposición. La verdad, es un absurdo absoluto: desde el fracaso del gran filósofo griego Platón al intentar hacer política en Siracusa sabemos que un político no tiene los incentivos ni los medios adecuados para desempeñar efectivamente su tarea con cargo al bien común (ya decía Churchill que sus enemigos estaban en su partido). Y el colmo es que luego estos políticos ganan dinero vendiendo libros que explican ¡cómo nos mintieron! El circo mediático estimula unos debates, elimina otros.
Quiero otros debates. Me gustaría ver un debate sobre las diferentes fuentes de energía para discutir si nos interesa invertir en gas, en energía eólica o en energía solar. No se hace. Me gustaría ver un debate donde se desglosase el gasto público fijo (administración, profesores, policías?) y el variable (infraestructuras, ayuda social, incentivos fiscales, subvenciones a partidos, sindicatos o patronales). No se hace. Me gustaría ver un debate para conocer con números reales el problema de las pensiones futuras. No se hace. Me gustaría ver un debate acerca de los diferentes tipos del Islam, para comprender mejor las disputas entre chiíes y suníes. No se hace. Me gustaría ver un debate sobre cómo podemos crear un futuro mejor para los jóvenes cuya solución no sean las dichosas reformas estructurales. No se hace. Mañana, como todos los días, los medios me dirán las noticias: nuevos escándalos, más desgracias, alguna estadística interesada, alguna declaración grandilocuente de personas involucradas en todos los circos. Como todos los días, intentaré comprender mejor el mundo que me rodea. Como todos los días, no dejaré que el pensamiento crítico me abandone.