NO me quedo calvo detrás de la oreja si digo que en breve llega el mes de octubre. Y en él dos fechas significativas. Incluso más. El 1 de octubre de 1936, en Cortes Generales, se aprueba por primera vez el primer Estatuto de Autonomía de nuestra historia. En el camino se quedó Navarra por una falsificación de actas hecho demostrado por el historiador Jimeno Jurío porque Navarra había votado sí al Estatuto. Y se siguió adelante porque tres cuartas partes de los vascos habían dicho que querían vivir juntos y organizar su autogobierno. De ahí que el 7 de octubre de l936 se forma, en plena guerra, el primer Gobierno vasco de nuestra historia. En él, con un programa común y bajo el Árbol de Gernika están todos los partidos del arco vasco salvo la derecha que estaba sublevada junto a los militares. Ese día histórico las fuerzas democráticas eligen a José Antonio de Aguirre como su lehendakari para formar un gobierno con cuatro consejeros del PNV, tres socialistas, dos republicanos, uno de ANV y uno del PC. Repito: el primero de nuestra historia. Un hito.

Ese gobierno crea una administración, atiende a los enfermos y heridos, organiza su ejército, imparte justicia y hace lo que puede ante aquella catarata de sangre y fuego que comienza con la amenaza del general Emilio Mola: "Si no os rendís, arrasaré Vizcaya". ¡Y vaya que lo intentó! El terror fue tal que miles de familias dejaron que sus hijos abandonaran el territorio vasco y fueran refugiados a Inglaterra, Francia, Bélgica y Rusia con tal que sus vástagos no perecieran bajo aquellos bombardeos, uno de los cuales, el de Gernika, dio la vuelta al mundo como noticia del horror de una villa abierta masacrada como banco de pruebas de la aviación nazi.

Caído Bilbao ese gobierno se exilió pero mantuvo siempre encendida la llama de su legitimidad de origen. Había nacido de la entraña y del voto de un pueblo y siempre quiso rendir cuentas a ese mismo pueblo, mientras que los catalanes, al morir fusilado el presidente Companys y en el exilio Josep Irla, asumió toda la representación para sí Josep Tarradellas, pero los vascos lo que quisieron fue mantener aquella legitimidad de origen en el exilio y con un gobierno en el que estuvieran representados todos los partidos, no solo una persona.

Aquella misión no fue nada fácil. Mantener durante cuarenta años, sin medios, expulsados de la sede de la Avda. Marceau, con una Radio Euzkadi y un Boletín OPE hechos precariamente, con las visitas del lehendakari Aguirre y Leizaola a las Delegaciones y a los Centros Vascos, confiando siempre en que caída la dictadura el voto del pueblo renovaría las instituciones que había que mantener, con sus gentes en las cárceles y en batallón de trabajadores o expulsados de sus sitios se mantiene tercamente la Institución y no se cae en l976 en los cantos de sirena de Adolfo Suárez que quería hacer con Leizaola lo que había hecho con Tarradellas. Traerlo en loor de multitudes y que presidiera la cáscara vacía de un Estatuto sin competencias. Y ante eso, nuestros mayores dijeron no. "Leizaola volverá cuando tengamos un Estatuto que sea por lo menos igual o superior al aprobado en 1936". Y eso se logró en referéndum el 25 de octubre de 1979 con el Estatuto de Gernika y Leizaola, con toda su legitimidad a cuestas y con toda su dignidad de Quijote del Ideal, volvió de su exilio parisino en diciembre de 1979. Esta historia es demasiado hermosa y larga para que se desconozca.

Estos hechos, señores, no se pueden olvidar. Hay muchos muertos, muchos exiliados, muchos patriotas que mantuvieron la institución en plena satrapía franquista en el exilio porque creyeron que este país se articula a través de las Instituciones y no de cuatro salvapatrias. Y siempre se llamó Gobierno de Euzkadi, jamás Gobierno de Euskalherria, término permitido en la dictadura.

La Fiesta Nacional Vasca es el Aberri Eguna. Instituida en 1932 por el BBB fue asumida en plena guerra por republicanos y socialistas hasta 1979. Oliendo estos el poder en Madrid por un lado, y por un abertzalismo excluyente por el otro, abandonaron la efemérides y en pleno gobierno de Patxi López, la primera ley que aprueban fue declarar como fiesta nacional la del 25 de octubre, el aniversario del segundo Estatuto vasco, como si el primero no hubiese existido. Y lo hacen apoyados por el PP que en 1936 disparaban contra el Gobierno vasco y en 1979 votaron en contra del título VIII de la Constitución y del Estatuto de Gernika. El PSE desconocía a sus muertos, sus exiliados, sus mártires, sus fosas comunes, todas las cárceles y el haber mantenido cuarenta años el Gobierno vasco en el exilio y se va con quien vota no al Estatuto de Gernika y declara el 25 de octubre su Fiesta Nacional.

¿Quién celebra su cumpleaños 43 años después de su nacimiento y no el día en el que el bebé grita que ya está aquí? Pues eso hicieron. En lugar de celebrar el nacimiento del primer Estatuto, el 1 de octubre, o la formación del primer Gobierno vasco, deciden hacerlo cuando el bebé había cumplido 43 años y lo hacen dejando en la cuneta a las fuerzas que hacía 43 años lo habían alumbrado.

Hace bien pues el lehendakari Urkullu en proponer el 7 de octubre como Fiesta Nacional porque de celebrarse algo hay que hacerlo con el primero, no con el segundo y sobre todo si tras el primero hay tantísima historia y tantísimo sufrimiento. Y todo esto sin dejar de recordar la figura de Aguirre, pero también la de Leizaola. No se entiende esta legitimidad de Aguirre sin Leizaola. Cuando Aguirre muere en París, el PNV, el PSE, ANV, los republicanos y el PC apuestan por la continuidad de la Institución en la figura de D. Jesús María de Leizaola, consejero, fundador de la Universidad Vasca y mantenedor de la llama hasta el final, hasta aquel acto en Gernika en el que entrega simbólicamente las llaves de la Delegación de París al presidente del Consejero General Vasco, Carlos Garaikoetxea, el 16 de diciembre de 1979.

Sé por experiencia que por mucho que lo desmientan y salvo honrosas excepciones, a los actuales dirigentes del PSE les importa un pito su propia historia, pero a nosotros no. Un pueblo que desconoce su historia irrespeta a sus mayores y deja el campo libre a los aventureros y a los nuevos escribas. Háganle caso al lehendakari Urkullu y vean esta fotografía oficial tras la asunción de Leizaola en 1960 de su cargo. En ella están Aguirre y Leizaola porque de lo que se trataba era entonces y hoy de recordar que la cadena no se debe romper y mucho menos con inventos sacados de la manga.