NO hay planes capaces de mudar el destino para lo que está escrito en el tiempo imprevisible de lo no sucedido. Creer o no creer en el más allá es una anécdota para el sino, una esperanza que ayuda, pero no modifica. Parte de los peregrinos que esperaban acercarse al apóstol Santiago en su festividad, se hallaron con la inesperada visita de la muerte. Cuerpos destrozados que buscaban un encuentro gozoso con las tierras gallegas ensangrentaron los raíles del tren. La dama del alba no avisa de su llegada y esa llegada puede ser espectacular y dolorosa. Tan dolorosa como la ocurrida en Italia. Cerca de Nápoles han muerto también 39 personas en un accidente de autobús. Todos eran amigos. Cada año hacían un viaje familiar -ya había encargado una semana en Croacia para el próximo año- y, en este día fatal, volvían de rezar en el pueblo natal del Padre Pío. Pero el destino, la fatalidad o la providencia, quiso que no regresaran a casa, cuando juntos se fueron al encuentro celeste del santo al que habían pedido cosas buenas que nada tenían que ver con la muerte.

Con esa desazón en el aire empezamos agosto, el mes de las vacaciones. ¡Cuántos sueños en torno a 31 días! El trabajo de un año en unas semanas de descanso. Pero, pocos políticos han podido tenderse al sol despreocupados. Bárcenas y su lista interminable -donde caben legales e ilegales- continúa desgranando verdades mientras algunos cuellos, impertérritos ante la realidad, no quieren girar la cabeza y empiezan a sentir un dolor inaguantable de tortícolis que amenaza con paralizarles todo el cuerpo. Imagino a Mariano Rajoy con morfina en vena para poder justificar lo injustificable y continuar en su trono presidencial. ¿Qué destino le guardará el futuro? Sin embargo, hay destinos reales que siempre son oportunos. Suiza será la nueva residencia de la infanta Cristina y sus hijos. La esposa de Urdangarin vivirá en Ginebra por motivos de trabajo. La Fundación Caixa ha encargado a la princesa que gestiones sus programas con las agencias de las Naciones Unidas que tienen su sede en esta ciudad suiza. Los duques de Parma siempre tendrán el trato oportuno de los poseedores de sangre azul. La vida? La igualdad siempre será patrimonio del pueblo. ¡Qué se lo digan a Bárcenas que no es de la nobleza!

Es arbitrario el mundo, la riqueza, el poder? Vivimos un desajuste de la realidad con los deseos. Como mujer me siento especialmente molesta ante sucesos cotidianos que leemos con cierta indiferencia. Hablamos -normalmente las mujeres- de la desigualdad, pero nos quejamos con la boca pequeña, sin gritar de verdad. Seguimos sirviendo al hombre con vergonzosa y humillante sumisión. ¿Sabe usted que en Turquía -a la vuelta de la esquina en un vuelo de tres horas- las embarazadas no deben lucir sus tripas? Un abogado turco y pensador sufí -el sufismo es una forma de espiritualidad dentro del islam, una especie de cortesía en cada instante, en toda circunstancia y en todo momento- ha declarado que las mujeres gestantes "no deberían deambular por las calles con esas barrigas, es inmoral". Frente a las criticas por este comentario, el abogado ha seguido argumentando que "casarse y quedarse embarazada no es motivo para mover su tripa. La imagen no es estética". Esta realidad sin nombre -así definía a los sufís Mahoma- ahora es un nombre sin realidad. No me imagino, ni quiero hacerlo, a todas las mujeres de Estambul en sus casas para no mostrar el oprobio de esperar un hijo.

Estas historias tan medievales no ocurren solo fuera de nuestro país. Aquí mismo les puedo contar, con nombre y apellido, cómo una propietaria de un negocio femenino, que acudió a la boda de una de sus empleadas, cuando esta volvió de viaje de bodas, la echó porque le argumentó: "Ahora querrás quedarte embarazada, no sé qué manía les ha entrado a las mujeres por traer críos al mundo". Así de tajante fue su motivo para dejarla sin trabajo. No hace falta irse a India o Capadocia para sentir la discriminación en la piel. Hay una sutileza machista en el mundo que nos rodea. "Mujer tenía que ser", es una frase hecha que se repite con excesiva naturalidad. Aunque, a veces, hay mujeres que no merecían haber nacido si son capaces de matar a un bebé y tirarlo a un contenedor de basura. También hay brutos, como el presidente de Zimbabue, que creen que los gais merecen ser castrados. "Me aseguraría -manifiesta- de que vayan derechos al infierno y se pudran". Mientras, el Papa Francisco ha dicho en Brasil: "¿Quién soy yo para criticar a una persona gay?". Hay más papistas que el Papa. Lo triste es cuando los tenemos cerca y habíamos soñado con perderlos de vista definitivamente. ¡Qué cruz, Señor! Estamos envueltos en una nube de intransigencia, de odio y de rencor que cada vez se aleja más de la luz para vivir en paz. Paz. ¿Por qué tres letras son tan difíciles de unirse en el cielo de Euskadi?

¿Qué les parece la dictadura de la muerte? ¿Cómo ven la prohibición hitleriana y dictatorial de no pedir perdón los asesinos de ETA? La veintena de miembros que forman la dirección colectiva de presos de ETA seguirá tutelando los futuros pasos que darán los reclusos para forzar su posición política en el nuevo escenario. El colectivo descarta a día de hoy mostrar arrepentimiento por acciones pasadas y pedir perdón. ¿En qué cabeza cabe que los supuesto jefes de la banda no permitan que los culpables de muertes inocentes se arrepientan ante sus víctimas? ¿Qué desmesura irracional es esa tortura de no dejar que descanse el alma asesina? ¿Cómo un hombre -además terrorista- puede obligar a otro hombre a no avergonzarse y a no pedir perdón a quien haya arrebatado la vida, algo único e irrepetible? Es tan incongruente que no es de extrañar el rechazo que los vascos podemos producir -¡qué desgracia la nuestra!- fuera de nuestra tierra. Los vascos no somos así y nos han metido en un esquema tópico que nos degrada. Hace poco celebrábamos alborozados el cese de la violencia y ahora nos sentimos humanamente traicionados por este despropósito. Paz, paz, paz. No cabe la paz sin arrepentimiento. Algo falla y no acaba de encajar en esta locura que nos está arrancando el señorío de raza.

Pido disculpas, no quería hablar de estos temas. Usted, como yo, quiere tenderse al sol, respirar en la montaña, pasear por la playa o quedarse en su casa con un refresco en la mano y este periódico que ha abierto sin tener que leer corriendo para irse de nuevo al trabajo. Las vacaciones se merecen, aunque no siempre se consiguen. Tómese todo el tiempo que necesite para recuperarse. Ayer terminé de leer un delicioso libro, La librería de las nuevas oportunidades, en el que su autora, Anjali Banerjee, dice algo que se ha quedado en las teclas de mi ordenador: "A veces tienes que lanzarte al vacío, arriesgarte, coger la vida a manos llenas, aunque solo sea por un día". Es cierto, el destino es tan caprichoso que no da dos oportunidades.