MOCIÓN: Por primera vez en la historia, el Parlamento de Nafarroa ha debatido y votado una moción de censura. Lo ha hecho contra su actual presidenta, Yolanda Barcina, de UPN. El motivo, la gestión desastrosa e incluso posiblemente delictiva en el ya lamentablemente famoso caso de la Caja de Ahorros de Navarra (CAN). No solo por lo más conocido y mediático, que han sido las cuantiosas y millonarias dietas cobradas por asistir a reuniones de media hora, sino especialmente por el oscuro proceso de venta -¿o debemos decir regalo?- a La Caixa, un proceso lleno de lagunas y sospechas que algún día deberá ser aclarado, quizás por la justicia.
Esa histórica jornada ha dado para mucho, especialmente su resultado. El fracaso de la iniciativa ha sido debido a la postura de un PSN a la deriva que, con su abstención, ha evitado un cambio histórico en nuestra comunidad. Una abstención adornada con un discurso demagógico y vacío de su dirigente máximo, Roberto Jiménez, quien por cierto es uno de los afortunados que cobraban esas dietas millonarias mirando hacia otro lado de manera cómplice ante los desvaríos de las gentes de UPN.
Afirmar, como hizo en el lugar de representación máxima de la sociedad navarra, que su abstención era un doble no, por una parte a UPN y Barcina y por la otra a Bildu, no es nada más que un ejercicio de cinismo y cobardía máximo que ha avergonzado a la inmensa mayoría de afiliados y, lo que es peor, a los votantes del socialismo navarro que han visto ente perplejos e indignados este lamentable espectáculo.
La pregunta que surge es ¿por qué? ¿Por qué el PSN, por qué el PSOE ha sido incapaz de dar el paso al frente que la sociedad progresista navarra demandaba ente esta tremenda situación? ¿Por la manoseada gobernabilidad o estabilidad? ¿No sería más estable un gobierno apoyado por 27 parlamentarios que otro apoyado por 18 como el actual? ¿No sería más plural, más enriquecedor, que las diferentes izquierdas se hubieran puesto de acuerdo para esa alternativa novedosa y transversal? ¿No habría servido para recuperar la confianza y la ilusión de nuestra ciudadanía?
La verdad es que surgen muchas preguntas, quizás demasiadas y hay una gran número de incógnitas a desvelar, pero lo cierto, lo incuestionable, es que el pasado 18 de abril la moción de censura salió derrotado y la oscuridad sigue dominando el panorama político de Nafarroa. La oscuridad y la incertidumbre.
Decepción: Esa es la definición del estado de ánimo que ahora se palpa entre la ciudadanía navarra de izquierdas, la navarra progresista que había visto con ilusión la posibilidad de desbancar a una derecha que ya lleva demasiado tiempo en el poder. Exactamente 22 años, desde 1991, con la excepción del breve año de experiencia del gobierno Otano apoyado por la izquierda y el nacionalismo moderado.
Decepción mayor aún al saberse que incluso Bildu, en sus reuniones con el PSN, le planteó la posibilidad de que el candidato alternativo saliera de sus filas para evitar así el recelo de que fuera de una coalición que en Madrid, en concreto desde la calle Ferraz, sede del PSOE, ven con tremendo recelo. Y pese a que el elegido como candidato finalmente, Juan Carlos Longás, tiene una larga tradición de proximidad a posiciones socialistas e incluso estuvo colaborando con el PSN en tiempos pasados, por lo que resultaba una opción fácil de tragar. Ninguna de las dos propuestas, ni la del candidato socialista ni la de un moderado como Longás, fue aceptada por quien realmente ha decidido en este caso, como lo hizo en 2007 con la opción de Fernando Puras, el PSOE y su máximo dirigente, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Qué lejos quedan aquellos días en los que este, acompañado de Enrique Curiel más otro socialista y en momentos mucho más difíciles, se sentó compartiendo mesa y mantel, incluso algún que otro diagnóstico, con los dirigentes de Batasuna Pernando Barrena, Joseba Permach y Santi Kiroga en el caserío de Patxi Zabaleta en su localidad natal de Leitza. Qué lejos queda incluso la posibilidad de acuerdo precisamente en un momento dulce, con el terrorismo prácticamente desaparecido y la izquierda abertzale caminando inequívocamente por la senda democrática.
Traición: El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define traición como "Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener". El PSN, sus dirigentes, y más en concreto su dirigente máximo, Roberto Jiménez, han cometido esa falta al quebrantar la lealtad que deben a sus votantes, a su base social, que demandaban por activa y por pasiva que se fuera Barcina del gobierno, desbancar a la derecha de un lugar que en estos momentos ni merece ni le corresponde a la vista de la composición del actual Parlamento de Nafarroa.
Reunirse con Bildu argumentando, como hace constantemente, que ahora sí puede y debe hacerlo a la vista de la situación creada por la práctica desaparición de la violencia terrorista para luego no ser capaz de aplicar la misma tesis a la hora de propiciar un cambio en Navarra, no solo supone una profunda incongruencia sino también, y esto es lo más grave, supone una traición a sus votantes y a sus principios ideológicos básicos.
¿Y ahora qué? Como epílogo a este desatino, la sociedad navarra, esta vez en su conjunto, se hace esta pregunta. Si no hay posibilidad de cambio ni tampoco de acuerdo UPN-PSN, como se viene pregonando constantemente desde éste último, ¿qué futuro le espera a Nafarroa estos largos dos años que quedan hasta las próximas elecciones autonómicas? Parece claro que la respuesta es inestabilidad, desasosiego y falta de fortaleza de un gobierno en precario precisamente cuando la situación económica y social pasa por un dificilísimo momento. ¿Se puede mantener mucho tiempo? Pues parece evidente que no, pero tampoco parece que desde el PSN, desde el PSOE, que es quien está capacitado para la toma de decisiones, tengan las cosas excesivamente claras. Resulta realmente penoso que no se explore la posibilidad de colaboración de las diferentes izquierdas de nuestra comunidad foral, pero la cerrazón de Roberto Jiménez y los suyos en servir de mamporreros de la derecha más reaccionaria de Europa nos condena a dos largos años de travesía por el desierto.
La única esperanza, esta a medio plazo, es la posibilidad de ir construyendo hasta 2015 una alternativa de izquierdas con lo que quede del PSN después del destrozo de estos insensatos, más Geroa Bai, Izquierda-Ezkerra y todas y todos los descolgados que han ido quedando por este largo camino. Esa nueva experiencia política, que bien podría llamarse Izquierda Navarra o algo parecido, estaría en condiciones de competir electoralmente con Bildu y, en caso de cuajar y quedar por delante, liderar un gobierno progresista que acabe con esta negra, negrísima etapa. Son solo hipótesis de trabajo, pero alguien debería mover ficha para romper de manera definitiva este bucle melancólico en el que se ha introducido a la sociedad navarra. Veremos el siguiente capítulo?