EUSKADI, la nación vasca, la construimos con el trabajo cotidiano y diario de todos. La hacemos más y mejor uniendo voluntades e integrando todas las voces en torno a un proyecto común. No hay otra manera. Porque la formación de las naciones es un proceso abierto que depende en gran medida de las voluntades de sus ciudadanos y ciudadanas. Euskadi está viviendo momentos políticamente esperanzadores y ello afecta al conjunto de la sociedad vasca. Una sociedad imperiosamente necesitada de normalizar definitivamente la convivencia política entre vascos dispares y que busque, logre y gestione con eficacia definitiva la construcción de un escenario de paz, pues sin él es imposible construir futuro político alguno. Será inevitable utilizar gran tiento para promover y fomentar las relaciones entre las diferentes partes integrantes de la sociedad vasca en su conjunto en la búsqueda de ese objetivo. Deberá quedar clara la utilización exclusiva de procedimientos democráticos que supongan la aceptación por parte de todos de la voluntad expresada por nuestra sociedad fomentando para ello la colaboración de todas las fuerzas políticas vascas. Procederá en justicia y lealtad democrática recíproca exigir respeto para los vascos que quieren ser solo vascos y para los que quieren ser además españoles. Habrá que avanzar a partir de la libre decisión de todos los vascos y respetar las reglas de juego por parte de todos. Procederá tender la mano y estrecharla sin amagos. Se eliminará y desterrará la violencia, ETA será historia.
Se mirará al futuro humanizando progresivamente el nudo que nos atenaza política y humanamente. Urgirá atender a todas las víctimas de todas las violencias que ha habido históricamente desde hace demasiadas decenas de años a lo largo y ancho de esta Euskadi nuestra. Jamás se las olvidará, a ninguna, ni a las de hace poco, ni a las de hace 70 años. Se aceptará con naturalidad que el nacionalismo vasco responde a la voluntad de amplias capas de la sociedad vasca. No deberá haber problema en abordar con naturalidad el que pueda haber percepciones y voluntades diferentes en aspectos jurídicos y políticos que contemplen cuestiones tan enredadas históricamente entre lo vasco y el concepto unívoco de la España constitucional. Se censurará el bochornoso tratamiento mediático que a menudo se le ha aplicado al nacionalismo vasco mezclándolo perversamente con la violencia y lo retrógrado. Se percibirá con total normalidad que puede haber percepciones diferentes, todas legítimas y con el mismo calado democrático, en referencia a aspectos socio-políticos que definen los diferentes grados de conciencia nacional vasca, española o vasco-española No se insultará ni satanizará, no se calumniará ni denostará, y así historiadores, políticos, periodistas, tertulianos, intelectuales, sociólogos... hablarán con rigor, propiedad y respeto sobre Euskadi y los ciudadanos vascos, nacionalistas o no. Ya no habrá más presos políticos, ni sospecha alguna de torturas en dependencias policiales, y sobre todo no hará falta escribir sobre estas cosas nunca más, no hará falta soñar sueños de este color, no habrá que mirar más si se entreabre o no la ventana a la esperanza.
Aparecerán en toda su dimensión los problemas inherentes a la sociedad que nos ha tocado vivir: paro y vivienda, inmigración y marginación, sanidad y educación, innovación y tecnologías, juventud y tercera edad, ocio, igualdad de oportunidades, violencia de género, infraestructuras, transporte, movilidad y medio ambiente, Europa y un muy largo etc. Los políticos vascos se centrarán en ello y lograrán el triunfo de la política como instrumento para la resolución de las discrepancias políticas por severas que sean. Se reformará lo que haya que reformar si la sociedad vasca así lo demanda.
Buscaremos hasta encontrar entre todos nuevos espacios de encuentro. Se respetará la palabra y la voluntad mayoritaria democráticamente expresada por la sociedad vasca, decidiendo, acordando, negociando y pactando, en primer lugar aquí y entre nosotros y con el estado después. Se buscará, encontrará y negociará el consenso entre los partidos acerca del derecho a decidir de la sociedad vasca, nada se impondrá en Euskadi pero tampoco nada se impedirá ni vetará en Madrid. Se logrará un acuerdo entre partidos vascos que cierre definitivamente el contencioso Euskadi-España y este no será adulterado ni invalidado en el Congreso. Al contrario, los representantes de la ciudadanía española harán gala de madurez democrática y darán por bueno el acuerdo logrado entre vascos. Actuaremos con pragmatismo, no confundiremos principios con coyuntura, caminaremos con paso de buey, porque no se trata de dilucidar todas las mañanas ante el espejo quién es capaz de subir más el diapasón lírico abertzale. Seguiremos avanzando y mejorando solidariamente la nación vasca, en paz, sin violencia, con normalidad y con altura de miras. Lo máximo no podrá convertirse en enemigo de lo bueno, ni lo óptimo de lo posible.
Ojalá el sueño sea real y que un nuevo paisaje sociopolítico, ético y humano se concrete más pronto que tarde sin involución alguna posible. El transcurrir de la historia, el desarrollo de su cronología, tiene sus leyes, son inapelables en cuanto a la necesidad de estar, coincidir y decidir en el momento oportuno. No sería de recibo perder esta oportunidad. Nuestros mayores y en épocas muchísimas más difíciles y oscuras lo lograron con audacia y coraje, avanzaron con fe y confianza hasta legarnos este nuestro presente. Mejoremos este su legado para nuestros hijos e hijas, nietos y nietas. Y que ellos puedan hablar bien de nosotros y en parecidos términos en el futuro que les toque vivir. He tenido un sueño y quiero creer que esta vez será real.
Pero la realidad es que a día de hoy estamos aún en el post 22 de mayo. Un panorama apasionante. Hoy el PNV sigue siendo la fuerza electoral vasca más votada y quien mejor ha resistido al chispazo electoral de Bildu (o como se la quiera llamar), salvo en Gipuzkoa lo que le obliga a ejercitar una muy necesaria, muy serena y muy profunda reflexión, incluso autocrítica saludable. La implantación del PNV, su fuerza y relevancia no se limita a las tierras vascas, es también en España el protagonista clave para que Zapatero pueda llegar a finalizar la legislatura, intentar ganar tiempo y limar en lo posible el previsible arrollador resultado del PP en las próximas generales. Un PNV que por responsabilidad ante Euskadi ha buscado la oportunidad para que el Gobierno central complete treinta años más tarde el Estatuto transfiriendo lo pendiente, y colabore por un nuevo y deseado mañana vasco con la pacificación, la desaparición definitiva de ETA y la normalización política como señas fundamentales. Y ello para incomodidad celosa de un noqueado y débil Patxi López, falto de liderazgo político derivado de su traicionera, antinatura y ortopédica alianza del cambio con el PP, su implacable enemigo en España.
Algo importante está sucediendo en la Euskadi post 22 de mayo y es que parece que por fin se nos está abriendo definitivamente una ventana a la esperanza. Como ciudadano vasco, testigo de la transformación sufrida por la sociedad vasca de la mano del Estatuto, pero testigo también de graves carencias de proyectos comunes a futuro, abogo por un mañana vasco basado en el más estricto respeto a la voluntad mayoritaria democráticamente expresada por la ciudadanía vasca. Creo que nos encontramos ante tiempos de negociación y transacción, mano izquierda, visión larga de futuro y responsabilidad. Prohibido fallar. Es la oportunidad. Sin ETA. Ni exclusiones. Sin tahúres de la política, barajas trucadas ni cartas marcadas, ni aquí ni allá. Haciendo camino entre todos. Por fin. No hay otra manera. Es al menos lo que yo honestamente pienso y por eso lo manifiesto ante quien quiera oír y escuchar.