LA política vasca vive desde hace unas semanas en estado de atonía y, en algunos casos, de estupefacción. Leía en DEIA que la autodenominada izquierda abertzale "sugiere" al PNV que evite el adelanto electoral, apoyando a Zapatero. ¡Cosas veredes! Es cierto que si el PP llega al Gobierno se va imponer la línea más dura con lo que, seguramente, ni Sortu sería legalizado y los presos de ETA cumplirían íntegras sus condenas. A no ser que los milis anuncien antes su disolución.
Por otro lado, Bildu va a tener que gobernar de verdad. Como primera providencia, van a freír a impuestos a sus gobernados. O eso entendí a la portavoz a quien entrevistó Xabier Lapitz en Onda Vasca. En esto, tendrán acompañamiento por parte del PSE. El caso reproduce la tesis de la moto del comunista (todo es de todos menos la moto, "que es mía").
Al mismo tiempo, transcurridos los cien días de rigor, la coalición va a conocer lo que es la oposición en toda su crudeza. Además y al respecto, cabe recordar algunos datos (que no son baladíes).
Por ejemplo, tras la llegada al poder de HB a los principales ayuntamientos de Lea-Artibai tras la escisión del PNV (1986-1987), la población disminuyó en 3.000 habitantes. La autodenominada izquierda abertzale fue incapaz de atraer un solo euro de inversión que ayudase a paliar la crisis del sector pesquero (y sus industrias transformadoras). Y no solo el sector pesquero. ¿A cuántas personas ocupaba el sector maderero? ¿Cuántas serrerías había en la comarca y cuántas quedan? Por no hablar del sector armero. Leía a Elzo señalar que algunos votantes de Bildu ya están arrepentidos. Pero, como sucede en el mus, "la carta sobre la mesa, pesa".
Mientras tanto, el Gobierno de "mayoría parlamentaria", suma al estado de atonía el estado de melancolía. Sabemos que el lehendakari López quiere reunirse con los tres diputados generales para subir los impuestos. José Luis Bilbao ya señaló en su día que lo de subir impuestos? "para qué y cómo". Hoy, la prioridad debe estar en el empleo y en la creación de actividad. La situación de la margen izquierda es dramática con una media del 19% de paro. En su mayoría, con la única excepción de Santurtzi, los parados se concentran en los feudos socialistas.
Siete años del Gobierno del PSOE (controlando la Sepi) y dos del de Patxi López han sido incapaces de frenar la hemorragia. Y esto es algo que no se soluciona subiendo impuestos, ni alargando la línea de metro a Castro Urdiales. Decía Juan Ajuriaguerra, trabajador de la Babcock Wilcox, que "entre no hacer y hacer, hacer. Mejor es equivocarse que quedarse parados".
El PNV tiene un largo trabajo por delante. En primer lugar, de organización. Luego, de acompasar la ideología y los objetivos doctrinales a las necesidades reales de la sociedad. Debe recuperar presencia en todos los ámbitos sociales (hasta en las juntas de escalera).
Hay que trabajar muy cerca de los ciudadanos y lejos de los despachos. Hay demasiada política de laboratorio. Los alcaldes, por ejemplo, deben estar veinticuatro horas a disposición de todos los vecinos.
Y, sobre todo, el PNV debe aprender a hacer una buena oposición (algo que, por otro lado, aprende rápido como se está demostrando). Oposición al Gobierno de "mayoría parlamentaria" y oposición a los gobiernos de Bildu. Oposición persistente y sin complejos.
En septiembre próximo comienza una nueva y larga campaña electoral con dos citas trascendentales: las generales y las autonómicas. Quizá sea el momento de superar el estado de atonía. Por el bien de todo el país.