hACE diez años, Aralar nació con el convencimiento de que Euskal Herria necesitaba otra izquierda abertzale. Y que otra izquierda abertzale era posible. Una izquierda abertzale que apostara por la exclusividad de las vías políticas, una izquierda abertzale plural y que diera respuesta a las necesidades de este pueblo. Diez años después, existen avances significativos en este aspecto, pero no definitivos. La izquierda abertzale sigue dividida. No podemos hablar de un único proyecto político en torno a la izquierda abertzale. Existen, al menos, dos sensibilidades bien diferenciadas, y cada una de ellas viene desarrollando un camino bien diferente. Por un lado, la sensibilidad de la izquierda abertzale que engloba los proyectos de Aralar y Abertzaleen Batasuna, la izquierda abertzale civil y plural, la que viene trabajando sólo por vías pacíficas. La otra, la sensibilidad representada por la ilegalizada Batasuna. Una sensibilidad que fruto del debate interno ha dado pasos sustanciales al reconocer la exclusividad de las vías políticas y democráticas y que el pasado fin de semana hiciera un llamamiento público, por primera vez, a ETA para que realice un cambio de actitud, haciendo suya la declaración de Bruselas, y asumiendo los Principios Mitchell. Un posicionamiento imprescindible y positivo. Positivo porque se reafirma en lo recogido en el documento Zutik Euskal Herria, y porque pide a ETA un anuncio de un cese permanente. Y aunque no lo haya hecho de forma directa, sí lo ha hecho sumándose a la petición de otros.

Tenemos, pues, la esperanza de que lleven hasta el final esta apuesta y que podamos ver el final de la violencia lo antes posible. Aralar dio ese paso hace diez años y damos la bienvenida a aquellas personas que quieran hacerlo ahora, porque es positivo y necesario. Y porque la paz no puede esperar más. Siempre es tarde para la paz. Pero mientras esto sucede, Aralar no está a la espera. Aralar sigue trabajando, día a día, para consolidar la alternativa abertzale de izquierdas.

La actual situación económica y social nos obliga a responder con firmeza desde la izquierda. La situación excepcional en la que nos encontramos requiere de medidas excepcionales. Estamos junto con los que más están sufriendo esta crisis, con los y las trabajadoras, y venimos proponiendo medidas y propuestas que los protejan.

La crítica situación económica del Estado español tiene, inevitablemente, su influencia en la economía de Euskal Herria. No sólo porque nos encontremos en un mundo globalizado donde las economías cada vez están más interconectadas, sino también por las medidas que se están adoptando y la respuesta que se está dando a la crisis, tanto por el gobierno español, como por los dos gobiernos de Hegoalde, el de Navarra y el de la CAV. En vez de dar respuesta a los problemas que ha generado la crisis y solucionarlos desde la raíz, están optando por medidas antisociales y que van en contra de la clase trabajadora, quien no ha generado la crisis, pero sí la viene sufriendo más que nadie. La complicidad entre el Estado, la patronal y los dos sindicatos mayoritarios españoles en reformas tan retrógradas como la reforma del sistema de pensiones, la reforma laboral, o incluso la reforma de la negociación colectiva, nos sitúan a los y las abertzales en una situación delicada, pues pese a ser mayoría socialmente (tanto en lo político como en lo sindical), las decisiones las toman los partidos y sindicatos constitucionalistas. Bien por la distorsión que generó la composición del actual Parlamento Vasco, bien porque las medidas adoptadas se están tomando en Madrid, dejando a un lado la mayoría sindical vasca. Es más preciso que nunca que como pueblo podamos ejercer el derecho a decidir, no sólo en el plano político, sino también en el económico, para no depender ni en uno ni en otro de las políticas que se aplican en el Estado español.

En cuanto a la situación política se refiere, queremos reafirmar la necesidad del diálogo y la negociación; destacar que los actuales Estatutos están agotados y que planteamos la redacción de nuevos Estatutos que recojan el derecho a decidir. Son éstos, y no otros, los elementos que darán salida a la actual situación de bloqueo en la que estamos inmersos.

Debemos impulsar entre todos y todas las abertzales y demócratas el trabajo en común a favor del derecho de decisión y el reconocimiento de este pueblo, sin eliminar los puntos de vista ideológicos de cada uno y sabiendo que en otras políticas tenemos nuestros puntos de vista particulares. En los momentos en los que se pone en entredicho el futuro de este pueblo, las y los abertzales debemos unirnos. Por lo tanto, creemos que las fuerzas políticas abertzales y soberanistas, y demócratas en general, cada cual desde su posicionamiento ideológico, debemos ser capaces de unirnos para impulsar la soberanía y capacidad de decisión de este pueblo. Aralar quiere impulsar un acuerdo nacional de mínimos entre abertzales y demócratas, con los que reconocen a este pueblo, a Euskal Herria, respetando los ámbitos de decisión y utilizando exclusivamente las vías políticas.

Y ese trabajo no está reñido con la construcción de la izquierda abertzale del futuro. En el camino que venimos recorriendo las dos sensibilidades de la izquierda abertzale destacamos cinco bases que serán necesarias para poder enlazar las dos sensibilidades en un proyecto de futuro:

1.- Vías únicamente políticas. La prioridad exclusiva de las vías políticas a través de la actuación civil, sin ninguna otro condicionamiento. La izquierda abertzale política conformará un movimiento civil. Únicamente civil. A pesar de que ETA persiste, su etapa ha concluido. Es una vía agotada desde el punto de vista ideológico y estratégico, y es algo irreversible. Sería conveniente que el final de ETA fuera digno, tanto para Euskal Herria, la sociedad, la paz, las personas presas como las víctimas y, en especial, para la izquierda abertzale. Esa dignidad se divide en tres partes: el fin unilateral, el fin sin ninguna contraprestación política y el fin definitivo.

2.- Primar la estructura democrática. Desechar los propósitos de la vanguardia y del liderazgo y los objetivos de la política maximalista, así como aceptar que en la lucha política existe una nueva fuerza política al mismo nivel que el resto de formaciones. Para ello, es preciso formar una estructura democrática interna. La izquierda abertzale política tiene que ser un movimiento amplio, democrático en su conformación interna y en sus actitudes.

3.- La izquierda abertzale debe ser una fuerza plural, cuya estructura interna sea completamente democrática, para representar su amplio espacio político. Puesto que además de civil, la izquierda abertzale es plural. Igualmente, fomentaremos la colaboración entre abertzales de izquierda basada siempre en el respeto mutuo, teniendo en cuenta el modelo de relación que mantenemos con AB. Debemos vivir la pluralidad con normalidad, sin negar al otro. La pluralidad de este pueblo exige, en primer término, el reconocimiento del otro, reconocer que existen personas que piensan diferente, y en consecuencia, actuar sin negar ni dejar de lado a nadie.

4.- Tomando como punto de partida la situación actual, abogaremos por la lucha política. Primeramente debemos reconocer que Ipar Euskal Herria, Navarra y la CAV son ámbitos de decisión y considerar el recorrido o estadio autonómico. Este debate también ha sido difícil en el seno de la izquierda abertzale y se ha prolongado durante años. Sin embargo, lo hemos superado: reivindicamos que Ipar Euskal Herria necesita un Estatuto de autonomía y, asimismo, Navarra debe definirse como ámbito de decisión.

5.- Aceptar la pertenencia a la Unión Europea. Aceptarlo plenamente, teniendo en cuenta todas las carencias y defectos políticos y económicos de la Unión Europea y obviando esos déficits aunque sin olvidarlos. Euskal Herria es una nación de Europa. La independencia que queremos conseguir en Europa, en base a lo que nuestra pertenencia a la misma nos permite, debe ser el objetivo político concreto y manifiesto de la izquierda abertzale. Queremos ser partícipes de la construcción europea, un proyecto progresista de la Europa de los Pueblos, solidario y no estatalista, que diseñaremos con el resto de aliados que tenemos o podamos tener en Europa.