PUEDE que el haber nacido y el haber vivido en un entorno como el de Durangaldea le marquen a uno a la hora de decidir escribir artículos sobre este tema. Cuando en este valle echamos un vistazo a nuestro alrededor, es difícil no encontrar una cicatriz en el paisaje producida por aquellos que mercadean con la piedra. Algunas continúan siendo heridas que supuran eternamente, heridas que siguen siendo explotadas sin cesar.
Pero, sin duda, lo que me impulsa a expresar mi opinión sobre este tema es la necesidad de mostrar nuestra rebeldía ante la impunidad de los intereses privados puramente economicistas. Una vez más, es triste y denunciable que se nos haya privado, a nuestra generación y a las generaciones futuras, de disfrutar de nuestro patrimonio natural y cultural, en ciertos casos.
En la mayoría de los debates políticos en los que he podido participar sobre esta materia no se ha puesto en duda la necesidad de la existencia de las explotaciones cantereras. Pero siempre se alega cierto modelo de desarrollo como origen de esa necesidad evidente. Ante esta cuestión, empecemos por negar la mayor. Canteras, ¿para qué? ¿Para infraestructuras de transporte, por ejemplo? Algunos nos cuestionamos si es ésta una necesidad real y bien diseñada, cuando resulta que las infraestructuras no son fruto de una planificación vertebradora y sostenible del territorio. Las infraestructuras en este país han respondido históricamente a unos criterios económicos y competidores entre diferentes instituciones. ¿Infraestructuras, para viviendas?, Es evidente que la construcción y el mercado de la vivienda han fomentado una economía especulativa, que construía para acumular beneficios en unas pocas manos, en lugar de satisfacer el derecho fundamental de disfrutar de una vivienda.
Por lo tanto, hasta que no exista una planificación verdaderamente ecosocialista, ecologista y socialista, nos veremos obligados a seguir negando la mayor. Nos negaremos ha amparar la política que sostiene este sistema, últimamente tan alejada de sus postulados originales. Negaremos la mayor hasta que exista una planificación que persiga la satisfacción del interés común, obviando el interés privado, y teniendo en cuenta la preservación del equilibrio ecológico.
Sabemos que es el capitalismo el sistema predominante de esta sociedad; cierto capitalismo que disfrazó su perfil más salvaje y voraz gracias al descarado maquillaje verde o pseudo-ecologista. En Aralar intentamos desnudar al capitalismo y acercarnos paso a paso a una política respetuosa con el medio ambiente y al verdadero socialismo. Así, hemos llevado a cabo diversas propuestas en los últimos meses.
En primer lugar hemos impulsado y participado un cambio legislativo, para que definitivamente las canteras no puedan autorizarse en espacios naturales protegidos. Para ello, se ha cambiado un artículo de la Ley 16/1994, anticipándose a lo que regulen los planes de ordenación y gestión de esos espacios naturales, y sin tener que esperar a que éstos estén redactados. En definitiva, todos los espacios naturales protegidos legalmente, estarán fuera de las zonas que podrían albergar actividad extractiva.
De hecho, Aralar, y la mayoría de la ciudadanía, considera que no es compatible permitir una actividad que tiene como fin hacer desaparecer el entorno para extraer piedra, cantera, y la protección de los valores naturales de ese entorno. Por lo tanto, la citada modificación legal es coherente. Existen también otra serie de actividades, de ocio, energéticas, turísticas, agrícola-ganaderas, etc. que podrían ser incompatibles con la protección de determinados espacios sensibles, y podríamos discutir sobre la necesidad de prohibirlas. Sin embargo, el tema de las canteras no da lugar a dudas, en mayor o menor tamaño, a cielo abierto o subterráneas, su finalidad altera totalmente el espacio sobre el que actúa para extraer el mineral y transformarlo.
Por otro lado, existe una evidente falta de planificación del sector, y en la aplicación de la obsoleta Ley de Minas de 1973. Se han facilitado históricamente las ansias expoliadoras del lobby de la piedra en detrimento del patrimonio natural. Por todo ello propusimos en el parlamento la redacción de un Plan Territorial Sectorial (PTS) de Zonas Canterables. En esa dirección se encaminaba el estudio previo que en el año 2003 realizó EVE, Ente Vasco de la Energía, sobre posibles emplazamientos de canteras. Es para echarse a temblar, ya que de las 131 posibles ubicaciones para canteras propuestas en dicho documento, 20 coinciden con Espacios Naturales Protegidos en los que se producirían afecciones directas. Con el cambio de la ley citado anteriormente y presuponiendo que las cosas se hagan con dosis de sensibilidad social, la redacción del PTS mejorará la situación actual. Es cierto que el nivel de exigencia no es alto, ya que hacerlo peor que hasta ahora es complicado.
Somos conscientes de que aquellos que se denominan socialistas, hace tiempo que plegaron velas y atracaron en puertos gobernados por Don Capital. Pero el tener que planificar y someter a refrendo político y social dicha planificación servirá para poner en cuestión el actual modelo de desarrollo, y para que la ciudadanía sea consciente de las consecuencias del mismo.
Por último, Aralar ha intentado que se finiquite una deuda pendiente con el paisaje y el medio natural. Por ello presentamos una iniciativa que fue aprobada por la mayoría de partidos, pidiendo al gobierno que redacte un plan de recuperación de los más de 1.400 espacios deteriorados por explotaciones cantereras abandonadas, que ya sea por falta de presupuesto, interés o alguna otra causa de índole jurídica, siguen sin recuperarse. Sabemos que existen proyectos artísticos, medioambientales, de ocio, etc. que pueden lograr una restauración, jamás la recuperación, de esos espacios.
Y anunciamos nuestro compromiso de seguir trabajando hasta que una concepción verdaderamente ecosocialista del modelo de producción y desarrollo se plasme en la realidad. Para ello, seguiremos sensibilizando a la ciudadanía y haciendo propuestas concretas en las instituciones. Se trata, al fin y al cabo, de ofrecer un análisis concreto de una realidad concreta; o dicho de otro modo, tratamos de adaptar las aportaciones teóricas que nos han inspirado a una realidad cambiante, la nuestra. Porque como explicaba cierto personaje histórico, gris es toda teoría y verde es el árbol de la vida. Así, seguiremos aportando desde la humildad de la posición de cada uno para aunar el ecologismo y el socialismo, acercando lo gris a lo verde, la teoría a la práctica.