La evolución humana –ética, cultural y democrática– es tan lenta que parece inamovible, si es que no va marcha atrás. Por eso nos seguimos contando una y otra vez la misma historia de emancipación y sacrificio.
La última temporada de La amiga estupenda, una joya italiana nacida de los libros de Elena Ferrante, trata del amor, la amistad, los cambios sociales que se resisten y la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad frente al supremacismo machista. En esta memoria final, Lina y Lenú –en quienes todas las mujeres se representan– viven sus vidas en diferentes realidades, una desde la fortaleza y otra desde la sensibilidad, pero unidas por la profunda admiración entre ellas. Los desgarros de nuestra existencia iluminarán siempre las narrativas literaria y cinematográfica. La saga La amiga estupenda lo acredita con rotundidad.
¿Qué películas y series se crearán con el caso de Gisèle Pelicot, drogada por su marido para que decenas de hombres corrientes la violaran en un poblacho francés? Un jurado condenará a estos monstruos, pero importa que la justicia ejercida por las pantallas y los libros sublime el dolor y el coraje de Gisèle en la causa universal de las mujeres.
En la misma senda, no dejen de leer Triste tigre, prodigio de Neige Sinno, apabullante y explícito, a partir de la tragedia de haber sido violada por su padrastro desde los 9 años.
A Nevenka Fernández, exconcejala de Ponferrada, le ha costado 25 años que una película relate la crueldad del acoso sexual al que la sometió un alcalde del PP. Una sentencia miserable y un periodismo aberrante, personalizado en Ana Rosa, provocaron la huida de la víctima a Inglaterra para sobrevivir. Icíar Bollain hace buena memoria con Soy Nevenka, pero es demasiado tarde. Ya digo, la historia de siempre.