Ir al hospital nunca es una experiencia agradable. Lo normal es que vayamos con prisa, con preocupación... Pero si, además, tienes que enfrentarte al pequeño infierno que supone encontrar aparcamiento, en el hospital de Usansolo-Galdakao el estrés se multiplica por mil. Lo he vivido en carne propia y sé que no soy la única persona que acaba con los nervios desquiciados al entrar en ese laberinto de coches, dando vueltas sin parar para encontrar una plaza libre. Lo que debería ser un proceso relativamente ordenado -esperar turno para aparcar- se convierte muchas veces en una batalla campal. Hace un tiempo presencié una escena vergonzosa: dos conductores llegaron a las manos porque uno decidió que su tiempo valía más que el del resto y se coló. Es triste, pero pasa. Hubo una época en la que las cosas funcionaban mejor. Gracias a un programa de Lanbide, personas desempleadas hacían labores de agentes cívicos para mantener el orden y organización a la hora de aparcar. Además de aliviar el caos del aparcamiento, ofrecía empleo temporal a quienes más lo necesitaban. Ojalá se recuperen iniciativas como la de los agentes cívicos durante el tiempo en se ejecuta el proyecto de ampliación de parking o llega el metro hasta este centro hospitalario. Mientras, es clave entender que vivir en sociedad implica respetar a los demás, incluso (y sobre todo) cuando estamos estresados.