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Mesa de redacción

Jontxu García

La canción del verano

Llegan las bien merecidas vacaciones y con ello ese parque temático de lo absurdo donde los trenes se paran por “incidencias técnicas” y los aeropuertos colapsan por “picos puntuales de pasajeros”. Bienvenidos al caos ferroviario y aeroportuario español, una tragicomedia donde el pasajero es víctima, el operario es mártir y el ministro… ni está ni se le espera. Si uno va a Barajas, ese aeropuerto que presume de ser “hub internacional” pero que parece gestionado por el Club de la Comedia, se encontrará maletas extraviadas, colas de dos horas, personal exhausto y viajeros que ya no distinguen entre la Terminal de turno y el purgatorio. Y luego está el tren, o lo que queda de él. El AVE -los que tienen suerte de tenerlo porque en Euskadi seguimos acumulando años y más años de retraso- tiene un día sí y otro también alguna incidencia. La culpa, según los responsables, es del calor, de la falta de inversión, de los sindicatos, de la sequía, del cambio climático o del Mercurio retrógrado. Cualquier cosa menos de ellos. Y en medio de este desastre logístico: el ciudadano. Ese ser inocente que solo quería ir a trabajar, disfrutar de unos días de asueto o perder el vuelo en paz. Ese ser que ya no pide puntualidad, sino un poco de dignidad. Y lo peor no es que no funcionen. Lo peor es que ya nos hemos acostumbrado. Es la canción de cada verano .