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MESA DE REDACCIÓN

Asier Diez Mon

Selección natural

Hablaba hace unos días con un compañero de profesión sobre los hijos. El suyo acaba de aprobar selectividad mientras que uno de los míos ha pasado a segundo de bachillerato y está calculando la nota que necesita para acceder a la carrera que se ha marcado como meta, o como punto de salida, según se mire. Hasta hace poco no sabía que hay aitas que matriculan a sus hijos en la privada y si luego entran en la pública aceptan con fair play perder el dinero de la reserva, el ahorro compensa la cara de pardillo que se le queda a uno cuando tira de la cadena y ve cómo desaparece por el retrete el dinero con sus tres ceros. En el chat de aitas de 1. Batxi tuvimos hace unos meses un debate similar al que se generó en la redes sociales antes del asalto al Capitolio, solo nos faltó un líder en modo Donald Trump para entrar por la fuerza en las aulas. Todo fue a cuenta de un par de profesores muy exigentes que “no estaban ayudando” a los alumnos a tener una nota media alta: “Están jugando con el futuro de nuestros hijos”. La cosa no pasó del calentón del momento, pero la criba de este año refleja la dificultad del curso. Y cuando valoro el tiempo dedicado al estudio de mi hijo, no puedo evitar pensar dónde llegaría con más de esfuerzo. “Olvídate, estos chicos funcionan así”, comentó el compañero que citaba al principio cuando hice esta reflexión. Y los padres nos adaptamos perdiendo dinero en matrículas virtuales o cuestionando la exigenca del maestro.