El orden de los términos sí afecta en este caso al resultado. No es lo mismo defensa de la industria que la industria de defensa. A simple vista, lo primero nos parece en general muy positivo, pero lo segundo se asocia de forma casi innata a la guerra, a la muerte, en definitiva. La semana pasada la industria de defensa asomo en convocatorias de dos empresas vascas. En la primera fue de forma muy tangencial y simplista. Un periodista le preguntó al presidente del Grupo Mondragon por la participación de cooperativas en programas de esa naturaleza, en referencia a su apuesta por el negocio de fabricación de piezas para satélites que pueden tener un uso militar. Respondió que la cooperativa no entrará en la producción armamentística, pero que no van a renunciar a las oportunidades del sector aeroespacial. Unos días después, ITP aero inauguró su nuevo centro de fabricación avanzada en Zamudio, 24 millones de inversión y 150 nuevos empleos. El presidente del Gobierno español y el lehendakari acudieron al acto. Pedro Sánchez destacó el papel de la compañía vasca en la “defensa y la economía de Euskadi y España”. ITP fabrica motores de avión, también para cazas, y participa en el programa europeo FSAC (Futuro Sistema Aéreo de Combate). A algunos les puede sonar belicista, pero está claro que aprovechar las oportunidades de negocio, invertir, es la mejor defensa posible de la industria.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
