Nos habían vendido que los hombres de Podemos eran distintos, más feministas, más sensibles con las chicas, y más preparados para un mundo sin heteropatriarcado. ¡Puaj! Feminismo de cartel y de cartón, que traducido al mundo real viene a ser derecho de pernada del que manda. Porque el affaire Monedero ha destapado la caja de Pandora del conciliábulo de los machos alfa. El partido morado justifica que mantuviera a Monedero en los chats de la dirección porque las víctimas no siguieron con la denuncia. Doble vara de medir, para variar. Y más babosos que aguantar. La manada de la Complutense, profes de universidad sobones arrimando cebolleta a sus subordinadas. No sé si apartaron a Monedero, pero sí lo taparon. El viejo dicho de “los trapos sucios se lavan en casa”, la misma política de la Iglesia católica con los sacerdotes pedófilos. ¿Y Cristina Fallarás por qué no se hizo eco de estas agresiones sexuales y sí de las de Errejón? ¿Quizá por su cercanía a un partido y no al otro? Es evidente que la formación de Belarra intentó silenciar esta vergüenza, al igual que hizo Sumar con el otro machote. Monedero y Errejón, falsos profetas dando lecciones de antimachismo, haciéndonos creer que el acoso sexual era solo de gente de derechas. Otros que pasan del “no existen las denuncias falsas” al “me han denunciado falsamente”. Pero el karma existe. ¿O es justicia poética?
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