El poder curativo de los cordones de San Blas no es algo en lo que todos y todas las personas que ayer fueron a la iglesia de San Nicolás crea sin condiciones. Incluso, alguno reconocía que la pasada edición fue ponerse el cordón y al segundo día ponerse malo. Precisaba que quizás ya estaba malo antes, pero vamos, que curar no le curó. Aun así, ayer volvía a estar prácticamente a la misma hora para bendecir de nuevo el cordón de este año. Hoy la tradición pasa por Santa Águeda y serán los coros los que lleven las música al metro, al ayuntamiento... Hay casi tantas tradiciones como días tiene el año y todas conviven sin riesgo de perder adeptos a pesar de estar en el primer cuarto del siglo XXI. Me pregunto qué hace que muchas de las personas que son incondicionales de las tradiciones más ancestrales sean además fervientes defensoras de la inteligencia artificial. Es cierto que el humano es un ser de costumbres y que las tradiciones que los antepasados han mantenido vivas hasta la actualidad siguen activas y no solo entre los más mayores. Han pasado de padres a hijos y así sigue el hilo de la humanidad. Y también, por qué no, debemos aceptar que podemos vivir con nuestras propias contradicciones, si pensamos que es una contradicción que convivan tradición y modernidad. Pero también es verdad, y así lo explica una antropóloga, que quizás la tradición sigue viva porque es la manera de romper la cotidianidad.
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