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¿Algo que celebrar?

El genocidio de Israel en la Franja de Gaza ha asesinado ya a más de 45.000 palestinos y eleva los heridos a unos 107.000 desde el 7 de octubre de 2023. En la batalla por el relato de la guerra en el Este europeo Rusia cifra en un millón los soldados ucranianos muertos y heridos desde que comenzó la guerra en 2022, mientras que desde Kiev se habla de 763.510 bajas enemigas, números que necesitarían pasar por el filtro de la propaganda bélica. El recuento de los horrores en las cárceles sirias de Al Asad traspasa cualquier elucubración del exterminio durante su régimen, mientras se adivina una era sombría bajo las riendas de Al Golani. Con semejante escenario, que es simplemente una descripción parcial de los derroteros por los que marcha este mundo, ¿acaso hay algo que celebrar, nuevamente, esta Navidad incluso en los rincones que presumen de preservar las democracias? ¿Volveremos a ser capaces de girar la cabeza y conformarnos con el alivio de unas horas de tregua allá donde amanecer con vida a diario se convierte en el mayor regalo para un niño? Lamento responderme con una afirmación simplona a sabiendas de que no volverá a salir el sol para todos. De que una mina segará las expectativas de alguien. De que miles seguirán subsistiendo en tierra de nadie. O de que otros tantos perecerán víctimas de la sinrazón y la inhumanidad. Y donde no acecha la muerte, desandamos el camino de la prosperidad. ¿Por qué brindamos?