Reconozco que pertenezco al montón de ciudadanos que sigue teniendo dudas y confusión sobre la Zona de Bajas Emisiones de Bilbao. No será porque no se ha explicado y difundido a los cuatro vientos, pero creo que cuando una medida nos incomoda, y esta lo hace, tendemos a resistirnos, aunque sea mentalmente, a su aplicación.

Comprenderla y entenderla es algo así como aceptarla. Es de manual de primeros auxilios de psicología. Digo lo de la medida incómoda no porque esté en contra de un ambiente sostenible, con menor polución e incluso menos coches, sino porque obligará a cambiar de vehículo a aquellos que impepinablemente se vean en la necesidad de utilizar el coche. Porque la ordenanza no contempla excepciones.

Los primeros en quejarse han sido los comerciantes porque creen que no solo no potencia el comercio sino que disuadirá de hacer shopping. Los hosteleros lo tienen mejor porque al final a partir de las 20.00 horas la medida no está en activo así que, en lo que se refiere al ocio, seguimos parecido.

Picaresca

A mí lo que me preocupa de esto es la picaresca, que seguro que no tarda en manifestarse; en eso somos expertos. Por ejemplo, el precio de la anulación de las multas de OTA se tuvo que subir porque era más barato pagar la multa que poner el tique todo el día. No olvidemos que también se vendían los puntos del carné de conducir cuando se implantó el nuevo permiso. Ahora veo al personal buscando justificantes médicos y alquilando vecinos.