DESPUÉS de la tempestad, viene la calma y en este caso el momento de hablar de escaparates y trastiendas. Se refirió a ambos hace unos días el vicelehendakari al hilo de las algaradas callejeras en Euskadi. Sin citar a nadie, todos, incluso los supuestamente aludidos, entendieron a quién señalaba. Eso dice mucho. En la trastienda se guarda o se esconde aquello que no vale y puede estorbar para vender. Ocurre todo lo contrario en el escaparate, terreno de boato y luminarias donde pasta lo mejor de cada casa o se da lustre a aquello que puede colocarse en el mercado. Las trastiendas del mundo de la política están llenas –por herencia, ideología o estrategia– de bultos perturbadores. En el caso de EH Bildu no hace falta comentar el cachivache que más estorba. Otros como el PP tienen la trastienda llena de casos de corrupción, bochornosos intentos de aprovecharse en las urnas del mayor atentado en la historia del páramo ibérico o reminiscencias del franquismo. El PSOE arrastra lo del señor X y el GAL, además de varias aventuras de gente nacida para ser corrompida, como el amigo Koldo. A partir de ahora, otro bulto que quedará en la trastienda socialista es la amnistía a la gent del procés. Una medida de gracia justa por una cuestión que, en resumen, explotó por falta de diálogo y que Pedro Sánchez solo ha aplicado cuando ha necesitado los votos de los catalanes de forma imbatible para gobernar.