GEORGE Orwell, Stuart Mill y Aldous Huxley encontrarían hoy en España el paradigma del mundo distópico que ellos convirtieron en arte. En un espectro mundanal, viendo cómo una banda madrileña de rock representará a San Marino en Eurovisión con una canción despreciada por RTVE y capaz de merendarse a Zorra con el malicioso estribillo “si tú no me quieres, otro me querrá”. En un ámbito más trascendente, escuchando a Díaz Ayuso cargar las tintas contra las tramas corruptas de asesores socialistas en tiempos de pandemia, esos donde su hermano se forró bolsillo y medio a cuenta del covid mientras la gestión de la lideresa dejaba agonizar a nuestros mayores porque “se iban a morir igual”. Una presidenta capaz de ver en la letra E de un cartel “bilduetarra” la serpiente de un anagrama terrorista días después de exigir la dimisión de Sánchez por su debacle gallega a sabiendas de que no hará lo propio con Feijóo si este se despeña en Euskadi. Un país donde gusta tropezar en la misma piedra sin aprender de precedentes, retozándose en el lodo de las tramas choriceras en todas las versiones y colores, y donde solo no han caído aquellos que han gobernado apenas un rato y en pocos sitios. Un lugar donde, de repetirse una tragedia sanitaria similar, las residencias seguirán siendo sede social de morgues mientras algún avispado se especializa en el trilerismo para amasar fortuna. No hay disco duro que soporte tanto latrocinio.

isantamaria@deia.eus