EN las últimas semanas, este diario ha informado puntualmente de la aprobación de los Presupuestos de los principales municipios vizcainos. Las páginas de Hemendik se han llenado de números, proyectos e iniciativas sociales lideradas por gobiernos de variado color político. Básicamente tres tonalidades, al margen de los ejecutivos liderados por partidos locales independientes. Más allá de lo particular de cada ayuntamiento, hay una palabra que se repite en todas las informaciones elaboradas por los corresponsales de DEIA: Udalkutxa. Se trata de una pieza clave en la actividad municipal de Bizkaia, digamos que es la clave de bóveda que sostiene todo el sistema. Sin embargo, su notoriedad entre los ciudadanos es mínima, siendo generosos. Udalkutxa es el fondo de financiación municipal que reparte cada año la Diputación entre los 112 municipios del territorio histórico. La partida de este año ha sido de 1.100 millones y la parte del león, 415 millones, es para Bilbao. De modo que el resto se reparte casi 600 millones en función principalmente de su tamaño. Así que cuando se reforma una calle, se colocan luminarias led en un campo de fútbol o se pone en marcha un centro cívico gran parte de la responsabilidad es de Udalkutxa, que se nutre de los impuestos de todos los vizcainos para distribuirlos después como lluvia por el mapa. Pero Udalkutxa es sobre todo la prueba más a pie de pueblo del éxito del modelo del Concierto Económico.