TERROR en el hipermercado, horror en el ultramarinos...”. Alaska y los Pegamoides eran unos visionarios y, para muestra, esta premonitoria canción. Ni Viernes 13, ni Scream VI, ni Votación de investidura de Feijóo II. Llegados a este punto, lo que realmente le pone al personal los pelos como escarpias es el precio de los alimentos y que el aceite de oliva se venda en evaporizadores para dosificarlo como si fuera Chanel Nº 5. Los consumidores se quejan, como diría Arguiñano, con fundamento. De hecho, el título del nuevo estudio de la OCU, Ir al súper es un atraco, condensa bastante bien el sentir general. La cesta de la compra, estiman, ha subido el 30% en dos años y las zanahorias, no me pregunten por qué, son un 56% más caras. Menos mal que La Ley de Bienestar Animal ha prohibido tener conejos. Si están pensando en invertir en criptomonedas, vayan a la frutería y denle una repensada. Como nos temíamos, Bilbao es, por detrás de Getxo, una de las ciudades más caras para hacer la compra. ¿No era también la ciudad más feliz? Pues toma, para que se nos quede la sonrisa modo sección congelados. El informe sitúa los hipermercados más económicos en Murcia y Vigo. Un pelín a desmano. ¿Qué tal atinar un poco más con los vales descuento? Me han dado dos para palomitas y gusanitos, otros dos para cereales fitness –no me lo tomaré como algo personal– y uno de 99 euros para un colchón. Será para amortiguar la caída cuando vea el recibo.

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