LAS imágenes televisivas –que no fueron emitidas en directo– de los jugadores del Athletic abrazados en círculo en el vestuario mientras se reza el Padre Nuestro durante los momentos previos a saltar a San Mamés han provocado cierto revuelo, algo de polémica y se han hecho “virales”. Es cierto que la escena sorprende en estos tiempos en los que los dioses son los futbolistas y quienes les alaban –a voz en grito– son decenas de miles de mortales que –como la afición del Athletic– tiene fe ciega y cree firmemente en la comunión con ellos. Y en los milagros. Sorprende también que las cámaras nos desvelen los rituales de un lugar sagrado, como el vestuario de un estadio. He escrito más arriba que la escena transcurre “mientras se reza” el Padre Nuestro porque no todos los jugadores recitan la oración, pero, eso sí, muestran un respeto escrupuloso. Sí, ese rezo es una tradición que hace años hubiera pasado inadvertida pero ahora casi escandaliza. Una tradición que está a punto de perderse. Recordemos que antes los partidos de pelota se paraban a las 12 horas para rezar el Ángelus. Ahora son casi de madrugada. No sé qué pasará con el tradicional Padre Nuestro del vestuario del Athletic. El foco puesto en ello enredará las cosas. Unai Simón dijo el otro día que las cámaras de TV violentaban de alguna manera ese momento “sagrado”. Pero la pasta es la pasta. Lo que pasa en el vestuario se queda en el vestuario. Líbranos del mal. Amén.
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