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Mesa de redacción

Jose Uriarte

¿Jóvenes terribles?

Sí, Sartre tenía razón, la violencia, cualquier violencia, es un fracaso. Y una semana de violencia nocturna debe ser un cúmulo de fracasos. Pero ¿de quién? Dicho en modo existencialista, ¿qué estamos haciendo de nosotros mismos? Porque pese a quienes desde el interés pretenden señalar al diferente, a la inmigración, por ese fracaso desatado en violencia ahora y antes en Francia, pero no solo en Francia, el denominador común de ese fracaso no es étnico. Al contrario, las imágenes dejan ver muchas razas en un totum revolotum que protesta enervado. Un amasijo multirracial... de jóvenes. Y no, no es que esta juventud sea otra. Aquello de que “los jóvenes de hoy en día son unos tiranos, contradicen a sus padres, devoran su comida y faltan al respeto a sus maestros” ya lo dijo Sócrates hace más de veinticinco siglos. A lo peor es que en los suburbios de París, pero no solo de París, en las ciudades de Francia, pero no solo de Francia, la desesperanza juvenil apenas alcanza a ver el horizonte grisáceo de la calle y pretende otro futuro, aunque sea desde el fracaso de construirlo de adoquines levantados como los que volvieron al pavimento tras la primavera del 68; hace 55 años. Que, como escribió Jean Cocteau, el nada convencional, diferente, homosexual y adicto Cocteau, autor entre otras obras de Los padres terribles, resulta que, sin saber aún lo que quiere, la juventud sí sabe lo que no quiere.