Tras casi una dictadura, 40 años, en esto; se puede seguir siendo torpe, dicho de modo suave, al tratar de poner fronteras a la sorpresa y delimitar qué o por qué algo es noticiable, que no noticia. Porque noticiable es, diccionario mediante, aquello “digno de ser divulgado o publicado como noticia” y esto último, la noticia, es la “información sobre algo que se considera interesante divulgar”. Y no es lo mismo. Muy rara vez algo o alguien son lo que se considera y menos aún algo, no digamos alguien, es a la vez interesante y digno. Pues bien, el pasado miércoles 14, un pesquero repleto de cientos de migrantes que habían pagado 4.000 euros para ser transportados de Libia a Italia en busca de una vida mejor se hundió junto a la costa sur de Grecia. 104 supervivientes y 81 cadáveres fueron rescatados, pero el silencio impuesto por las autoridades griegas no ha impedido conocer que el número real de víctimas se elevaría a más de setecientas. Cuatro días después, el domingo 18, un submarino comercial con 5 personas a bordo que habían pagado cientos de miles de dólares por el capricho de contemplar el pecio del Titanic, dejó de comunicarse y desapareció de los radares. ¿Pueden ser hechos comparables? Ni siquiera. Sin embargo, esta sociedad que se va a pique dedica más tecnología y esfuerzo en el rescate y más espacio-tiempo en los medios a los caprichosos que a los necesitados. Sí, naufragamos.